Guerra de Malvinas: un cuerpo de valientes en Puerto Howard

El Regimiento de Infantería 5 soportó inicialmente el aislamiento natural resultante de lo inhóspito de su ubicación y, posteriormente, los efectos de un cerco que impusieron los británicos. Dicha situación fue paliada con ingenio, espíritu de sacrificio y gran abnegación

Vista de una fracción

A principios de abril de 1982, el Regimiento de Infantería 5 (RI 5) estaba asentado en Paso de los Libres, Corrientes. Era una de las unidades de la Tercera Brigada de Infantería y su jefe era el Coronel Juan Ramón Mabragaña, que cumplía su segundo año de jefatura. Los soldados en sus filas eran de la clase 1962 y, en su gran mayoría, se habían presentado espontáneamente para marchar al sur. Es por ello que el jefe y sus soldados eran viejos conocidos y Mabragaña había logrado un gran ascendiente entre ellos. La Brigada recibió la orden de asegurar el litoral marítimo en Santa Cruz, por lo que el regimiento dejó su asiento de paz el 11 de abril hacia la Patagonia.

Traslado a las islas

Cuando el 22 de abril el general Leopoldo Fortunato Galtieri visitó las islas Malvinas decidió que se necesitaban más tropas para ocuparlas y así negociar desde una posición de fuerza. También esperó que la mayor presencia disuadiera un ataque. A su regreso ordenó que toda la Tercera Brigada de Infantería cruzase a las islas.

El día 23 el RI 5 se encontraba en Comodoro Rivadavia cuando recibió la orden de cruzar a las islas en avión. Sus vehículos y armamento pesado debían seguirlos por mar y fueron embarcados en el mercante “Córdoba”, que finalmente no pudo cruzar.

Con solo 24 horas de preparación, el RI 5 inició su traslado a Puerto Argentino, actividad que completó el 25 de abril. Al día siguiente, sin recibir sus reservas de abastecimientos ni equipo pesado, fue llevado en helicópteros a la isla Gran Malvina. Más precisamente a Puerto Howard, un establecimiento a 120 km de la capital de las islas.

Por ser una posición distante y semiindependiente se le agregaron otras fracciones de apoyo, y se conformó la Fuerza de Tareas “Yapeyú”.

Bandera de Guerra del Regimiento en una posición de mortero

Puerto Howard

Puerto Howard era un establecimiento ganadero que basaba su economía en la explotación de ovejas. Estaba ubicado frente a la bahía del mismo nombre y lindante al estrecho de San Carlos. El administrador local era Mr. Robert Lee. El lugar estaba sometido a los rigores del clima subantártico propio de las islas y allí vivían unas diez familias que se encargaban del funcionamiento del establecimiento.

El 1 de mayo los británicos comenzaron las hostilidades e impusieron su superioridad aérea, lo que volvió muy peligroso la realización de vuelos o navegaciones para el abastecimiento. El Regimiento había llegado a Howard con alimento para una semana, por ello los pequeños buques “Forrest” y “Monsumen” trataron de incrementar los abastecimientos. Para ese momento la guarnición argentina alcanzaba el millar de hombres y los víveres que esas naves traían alcanzaron para pocos días.

Con la autorización de su cadena de comando en las islas, el coronel Mabragaña emitió una directiva de asuntos civiles para la localidad. En ella se establecieron cuatro puntos básicos: respeto irrestricto a la propiedad privada civil, libertad de movimientos, derecho a reclamos y a la atención médica. Esta última brindada por los médicos militares.

Guarniciones argentinas en Malvinas

Atendiendo a la situación de incertidumbre respecto a la llegada de abastecimientos, se redoblaron los esfuerzos para mantener la armonía con los lugareños. Es así que se negoció un sistema de pago con vales para que el establecimiento proveyera una cuota diaria de 10 corderos para enriquecer la comida. Pero con el paso del tiempo la cuota fue creciendo, llegando a los 35 animales diarios.

A principios de mayo, la alimentación de los argentinos se basaba exclusivamente en corderos provistos por la estancia. Durante una inspección bromatológica de los corderos que realizaron el médico y un enfermero veterinario, se detectó indicios de hidatidosis, enfermedad parasitaria que puede ser mortal para las personas. Por esto se ordenó que las vísceras fuesen descartadas y que la carne fuese bien cocinada para evitar residuos. Este hecho, no menor, ponía la lupa sobre eventuales faenamientos no autorizados, por las consecuencias que podían acarrear para el personal.

Pese a la crítica situación de abastecimientos, los integrantes de la Fuerza de Tareas “Yapeyú”, se encontraban en sus posiciones dispuestos a presentar combate.

Dispuestos a luchar

El 10 de mayo el transporte ARA “Isla de los Estados” partió hacia Howard. En sus bodegas transportaba víveres para 20 días, combustible, cocinas, vehículos y ropa de recambio. Durante la noche la nave fue detectada y hundida a pocos kilómetros de llegar a destino. 22 marinos fallecieron, la mayoría civiles voluntarios. Solo pudo recuperarse unos zapallos que dieron color, por unos días, a la comida.

El 21 de mayo, luego de una larga espera, la unidad tuvo su bautismo de fuego. Ese día fue derribado un Harrier con fuego reunido de sus armas portátiles y se capturó al piloto. Allí los soldados argentinos, de todas las jerarquías, demostraron que su espíritu de lucha seguía intacto.

El 23 de mayo se intentó un nuevo abastecimiento de la fuerza de tareas, esta vez por medio de aeronaves. Cuatro helicópteros del Ejército volaron hacia Puerto Howard pero, 20 kilómetros antes de llegar, fueron interceptados y tres de ellos derribados.

El 26 de mayo la unidad sufrió otro ataque aéreo. Sin tiempo para reaccionar, cuatro soldados perdieron la vida en sus puestos mientras que otros diez sufrieron heridas.

A la noche siguiente se produjo un bombardeo naval. Allí los defensores, haciendo alarde de coraje, respondieron con sus cañones antitanque y morteros al fuego enemigo. La respuesta enemiga dejó varios heridos, algunos muy graves.

Escudo del RI5

El equilibrio

Las acciones de hostigamiento enemigas se incrementaban, materializándose así un cerco. Simultáneamente la situación de abastecimiento comenzó a afectar la aptitud de combate de todo el personal.

Mr Lee y sus empleados colaboraban solícitos a los requerimientos del jefe argentino, quien hizo gala permanente de sus dotes de negociador. El trato dispensado siempre fue armónico y cordial, lo que obtuvo un excelente nivel de cooperación. Valen dos ejemplos de ello: los lugareños llevaban leche para los soldados internados en la enfermería y guardaban el plasma en sus heladeras. El coronel Mabragaña se encontraba obligado a mantener un delicado equilibrio, respetando la propiedad privada a fin de mantener su activa cooperación.

A medida transcurría el tiempo y la situación desmejoraba, Mabragaña recorría diariamente las posiciones y ordenaba la evacuación de los más comprometidos. En un galpón aledaño al muelle se instaló un lugar de recuperación de personal. Allí se los mantenía a resguardo del clima, comían el magro caldo de cordero caliente que disponían y los médicos controlaban a los más delicados. Con ese procedimiento fueron recuperados la mayoría de los casos.

La crítica situación de las fuerzas argentinas era conocida en el continente. Se hicieron gestiones ante el Comité Internacional de la Cruz Roja para que se permitiese la llegada del buque hospital “Bahía Paraíso”, que el 5 de junio pudo evacuar a la mayor parte de los heridos y enfermos, a la vez que desembarcó –en forma disimulada- algunos víveres.

Mientras tanto, el enemigo seguía bombardeando las posiciones. El sistema defensivo se mantenía alistado ante la posibilidad de un ataque mayor. El 10 de junio se produjo un nuevo bombardeo y se sorprendió a una patrulla enemiga. En esa acción se capturó a un miembro de las fuerzas especiales enemigas. El espíritu seguía intacto.

El 15 de junio, un día después que Puerto Argentino, la Fuerza de Tareas “Yapeyú” recibió la orden de cesar el fuego. Finalizaban así 50 días de aislamiento y cerco.

El personal regresó al continente el 19 de junio a bordo del “Canberra”, salvo Mabragaña y otros oficiales, quienes permanecieron prisioneros hasta el 14 de julio.

Veteranos con su ex jefe de Regimiento Juan R. Mabragaña

Una tarea titánica

La guarnición argentina de Puerto Howard soportó inicialmente el aislamiento natural resultante de lo inhóspito de su ubicación y, posteriormente, los efectos de un cerco que impusieron los británicos. Dicha situación fue paliada con ingenio, espíritu de sacrificio y gran abnegación. Fue destacable la colaboración de la población local, así como el don de mando y carisma del coronel Mabragaña. Sin esos factores, los 50 días de aislamiento hubieran traído mayores consecuencias sobre el personal. Fue por ello que el jefe de Regimiento fue reconocido y homenajeado permanentemente por sus soldados hasta su fallecimiento en 2016

Pese a las condiciones, los soldados argentinos mantuvieron el espíritu de lucha y presentaron combate al enemigo en toda oportunidad posible.

Así como en Ituzaingó se convirtió en el “Cuerpo de Valientes”, en Puerto Howard el Regimiento 5 fue sinónimo de “Estoico”.

*Oficial de Infantería. Porteño. Desde esa temprana edad sintió la pasión por la historia militar. Desempeñó funciones en diversas unidades y organismos del Ejército. En 2015 comenzó el trabajo de investigación histórica sobre la campaña del Regimiento de Infantería 5 y sobre las vivencias de sus integrantes durante la Guerra de Malvinas en 1982.

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