Es chofer y todos los días traslada en un micro escolar a pacientes con coronavirus: “Me siento útil, no tengo miedo”

Claudia Arispe tiene 39 años y desde hace cuatro que trabaja como conductora de ómnibus. Hasta marzo se dedicaba a llevar a alumnos a polideportivos y excursiones. Y ahora sus pasajeros son personas contagiadas o sospechosas, a las que deriva a hospitales y hoteles desde los lugares de diagnóstico

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Claudia Arispe es una de las tantas personas que se ocupan de trasladar a pacientes con COVID-19

Hay trabajadores cuyo rol en la lucha ante la pandemia de coronavirus es esencial pero que aun así su labor no está tan visibilizada y reconocida, como sucede —lógicamente— con los profesionales de la salud o el personal de seguridad. Es el caso, por ejemplo, de Claudia Arispe.

Ella es chofer: tiene un micro escolar y desde hace un mes se encarga de trasladar desde lugares de diagnósticos en barrios carenciados hasta hospitales, hoteles y casas a pacientes con coronavirus, a sospechosos de haber contraído el virus y a personas dadas de alta de COVID-19. Trabaja de lunes a lunes 12 horas diarias. Y a veces más.

Hace dos semanas, por ejemplo, recuerda que un día empezó a hacer traslados a la hora de siempre, un rato antes del mediodía. Esa agotadora jornada laboral iba a durar hasta la medianoche pero se extendió y terminó en la madrugada del día siguiente, a las 6 de la mañana.

“Ese día me tocó hacer cuatro vueltas. Habré llevado entre 15 y 20 personas en cada viaje. A la medianoche me llamaron porque no tenían más micros, estaban todos ocupados, y tuve que ir al Barrio 20 de Lugano. Entre la desinfección del micro y el viaje, habré llegado como a las 2 de la mañana. Y de ahí recién salí a dar la vuelta por todos los hoteles, donde siempre hay demoras porque a los pacientes los atienden los médicos, les hacen unas preguntas y los van ingresando de a uno. Con toda esa espera, se hicieron las 6 de la mañana y terminé en Costa Salguero”, repasa la mujer en diálogo con Infobae.

Ella es conductora desde 2016, tras trabajar 18 años en una fábrica de calzados
Ella es conductora desde 2016, tras trabajar 18 años en una fábrica de calzados

De todos modos, revela que antes de aceptar el trabajo le habían comentado que podían suceder imprevistos como estos: “Cuando arranqué me dijeron que hay días que podíamos terminar temprano y hay otros que la demanda podía llegar a colapsar. Esto varía día a día”.

Claudia tiene 39 años y vive en Villa Soldati con su marido y su hija adolescente. Después de 18 años como empleada en una fábrica de ojotas que dejó de funcionar, tuvo que “reinventarse” y desde 2016, tras un año como celadora, es conductora: “Me lo propusieron y les dije que sí, siempre pensando en progresar y en estar mejor de lo que estaba. Así que aprendí a manejar y saqué el registro. Fue un gran desafío, pero me animé. Me saqué los miedos y el prejuicio de que manejar es solamente de varones”.

Hasta marzo de este año, la mujer se dedicó a hacer viajes con escuelas públicas de Soldati y Villa Lugano, en el marco del proyecto Jornadas Extendidas del gobierno porteño. Llevaba a alumnos a polideportivos y excursiones. Sin embargo, como muchas otras, la actividad tuvo que interrumpirse con la llegada y la propagación del coronavirus.

Luego de un tiempo, le llegó la oportunidad de sumarse a los operativos de traslados, que comenzaron en abril y son gestionados por la Secretaría de Transporte y Obras públicas de la Ciudad de Buenos Aires. Tras meditarlo, Claudia empezó en la segunda semana de junio.

“Lo primero que dije en casa fue ‘no’. Me pareció una propuesta muy arriesgada, porque uno lógicamente piensa en alejarse de alguien que da positivo. Pero con el tiempo lo procesamos y viendo todos los cuidados que se tomaban, aceptamos”, cuenta.

Todos los días comienza a hacer viajes desde Villa Soldati hasta distintos centros médicos y hoteles
Todos los días comienza a hacer viajes desde Villa Soldati hasta distintos centros médicos y hoteles

Actualmente son cerca de 30 los micros escolares que realizan estos viajes. Como parte del protocolo, cada uno fue adaptado para asegurar el aislamiento total de los conductores y la mitad de los asientos se anularon, a fin de que los pasajeros cumplan con el distanciamiento social correspondiente. También se instalaron dispensadores con alcohol en gel. Y luego de cada viaje, los vehículos deben pasar por un lavadero asignado para ser desinfectados.

Hasta el jueves pasado, 18.370 personas habían sido trasladadas en micros y otras 2.301 en taxis. En lo que va de julio ya se derivaron a 2.555 personas. Según informan desde el gobierno porteño, la mayoría (13.385 de 20.671) se correspondieron a ciudadanos de las Villas 31, 1-11-14, 21-24, 20 y 15, y del barrio Ramón Carrillo. Es que los choferes también están al servicio del operativo Detectar.

Claudia es una colaboradora más en la lucha contra la pandemia: "Siento que estoy haciendo algo bueno", dice
Claudia es una colaboradora más en la lucha contra la pandemia: "Siento que estoy haciendo algo bueno", dice

En el caso de Claudia, siempre empieza a trabajar en el jardín de infantes “Ramón Carrillo” de Soldati, donde hacen hisopados. Allí espera los resultados y las derivaciones que surjan. “De acá puedo terminar en cualquier lado, en distintos operativos, zonas o me puedo ir a un hospital y esperar ahí. En el barrio donde estamos somos dos micros. Depende de la demanda de la zona nos van acomodando. Estamos a disposición”.

En cada viaje puede llevar a 15 pasajeros cuando tengan que respetar el distanciamiento y hasta 25 cuando son pacientes contagiados. A pesar de lo demandante, a ella le gusta su trabajo: “Es algo bueno. Me siento útil. Miedo no tengo, es lindo ser parte de un equipo tan grande. Cada uno desde su función, desde el coordinador que nos administra las direcciones, hasta el que te despacha con el micro, es un gran equipo y sentirse parte es lindo para mi. Me siento contenta y feliz”.

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