En el año 2018, luego de un proceso de adopción, Alfredo Argento y su esposa Valeria se convirtieron en los padres de Mariano (4) y Gastón (5), dos hermanitos que desde entonces viven con la pareja en su casa de la localidad bonaerense de Avellaneda. Con el paso del tiempo, comenzaron a notar que el menor de los nenes tenía ciertas dificultades para hablar y algunos problemas cognitivos en comparación con niños de su edad.
Luego de descartar alguna patología neurológica, finalmente a Mariano le diagnosticaron un retraso madurativo y ordenaron que siga una terapia interdisciplinaria que incluyera sesiones en materia ocupacional, motriz, psicopedagógica, psicológica y fonoaudiología. “El nene no hablaba, no dejaba los pañales y luego de consultar nos ordenaron que siguiera una sesión por día. Los profesionales nos dijeron que tenía grandes posibilidades de avanzar con diferentes tratamientos estimulativos que debería realizar. Era un retraso madurativo leve. Eso, sumado a la asistencia al jardín, pudieron haber hecho que mi hijo superara sus problemas”, dijo Alfredo en diálogo con Infobae.
Fue así que después de obtener su certificado de discapacidad y realizar todos los trámites, en febrero comenzó con su tratamiento de cinco terapias por semana más su asistencia al jardín. Sin embargo, en marzo se confirmó la llegada del coronavirus y con la pandemia, la cuarentena obligatoria que paralizó a casi todo el país. Y las sesiones de Mariano no fueron la excepción.
Desde la obra social y el centro médico donde trataban al pequeño de 4 años le concedieron la posibilidad, sin ningún problema, de continuar con el procedimiento, aunque a distancia y a través de videconferencia. Ante la imposibilidad de tener contacto, Alfredo y Valeria obviamente accedieron. Sabían que no podían perder tiempo, pero el aislamiento se extendió mucho más de lo imaginado y comenzaron los inconvenientes.
“Nunca pensamos que la cuarentena iba a durar todo esto. El problema es que apenas pudo establecer contacto con sus terapeutas. Los conoció unas pocas sesiones. Hoy sólo los trata a través de un zoom y es muy difícil así. ¿Cómo hacés para mantener a un nene sentado frente a una computadora 40 minutos siguiendo la instrucciones de un médico? Es lógico que se distraiga, que no preste atención. Así no sirve”, criticó Alfredo, quien lo único que pide es que se considere un protocolo especial sanitario que contemple estos casos. “Sé que no soy el único. Somos miles de familias las que estamos en esta situación. Simplemente pedimos que se reúnan las autoridades 10 minutos y seguro que sale un protocolo”, suplicó.
El papá de Mariano no tiene dudas. Considera que el sistema de videollamadas es inútil para su hijo y para muchos chicos con su mismo problema. Señala que durante las sesiones se dispersa, no presta atención, no entiende y por ende el tratamiento no sirve.
“La gran dificultad en estos casos, no es sólo que al no realizar su tratamiento no avanza para reducir su retraso, sino que lo profundiza. Porque si se estancara y después retomara el ritmo de aprendizaje no habría inconveniente. El tema es que su patología, al no tratarse, avanza. Si esto dura tres meses más, no sé si la situación de mi hijo será recuperable”, dijo el hombre.
Alfredo es consciente de la fuerza de la palabra “recuperable” aplicada al nene y más que cualquiera, sabe que hará todo lo que esté a su alcance para que Mariano pueda tener una vida normal, tal como la que lleva Gastón, el hermano mayor. Sin embargo no encuentra otra expresión para describir la angustia que le genera el hecho de que las terapias no muestran mayores avances y ve cómo el nene se estanca inexorablemente. “En esta situación, el tiempo es oro”, dijo a Infobae.
El padre del niño es diseñador de páginas web y Valeria es ama de casa. Laboralmente la cuarentena no los perjudicó de gran manera y pueden estar junto a su dos pequeños mientras vuelven las clases. Sin embargo, admite que hay días que no son fáciles y siguen como mejor les sale. De hecho, durante la cuarentena tuvieron que soportar otro escollo. A principios de marzo, el pequeño Mariano sufrió una parálisis facial, que lo obligó a sufrir dos días de internación.
Parte de la recuperación de sus movimientos la hizo mediante un tratamiento kinesiológico, que obviamente quedó cancelado luego de dos sesiones por la cuarentena decretada por el gobierno nacional. “La carita le quedó un poco chueca. Siguió las sesiones por videollamada pero el mismo médico me dijo que necesitaba verlo, estar cerca de él para poder avanzar. Se hizo muy difícil también. Al final se pudo recuperar pero más por el ejercicio diario que se hace con cara, no por las sesiones”, añadió.
En la provincia de Buenos Aires los menores sólo pueden salir durante la semana. Sábados, domingos y feriados, a diferencia de la Capital Federal, deben quedarse en casa. Sin embargo Alfredo decidió darle un respiro lúdico a su hijo los fines de semana. “Entiendo la disposición oficial pero no voy a exponer a mi hijo en un supermercado. Le doy un respiro y salimos el finde con todos los cuidados y sin contacto con nadie”, comentó.
El único contacto que mantiene Mariano con niños es con su hermano. No comparte un aula con sus compañeros de salita de 4 y a esta altura no se sabe si en 2020 lo va a hacer. Dejar de ir al jardín también fue un elemento que intensificó sus problemas cognitivos. “Si sumamos la suspensión de su tratamiento y la suspensión de las clases, nuestro hijo está inmerso en un estancamiento importante. Ahora en julio iba a reunirme con las autoridades del jardín para ver cómo será el próximo año, pero por el aislamiento no va a poder ser”, agregó.
“No pido que liberen todo, que los chicos vuelvan ya al colegio. Entiendo la situación sanitaria. Pido simplemente que en casos como el de Mariano establezcan protocolos, nada más que eso. Que se acuerden estos chicos”, finalizó.
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