“Lloramos todos, docentes y padres. Lloramos sin parar”. La congoja de esas palabras refleja la escena que se vivió el pasado 30 de junio en Vera, una pequeña ciudad de 25 mil habitantes ubicada a 256 km al norte de Santa Fe capital.
Fabiana Riva, docente de 43 años y con 17 de experiencia, llamó ese día a cada una de las 30 familias que conformaban la comunidad del único jardín maternal de la ciudad para comunicarles que el establecimiento debía cerrar. La pandemia y los más de 100 días que debió permanecer sin abrir condujeron al establecimiento a un abismo inevitable.
Hoy, sin ese jardín maternal “Nora Carubini de Chemes”, varias decenas de familias de Vera se quedaron sin posibilidades de enviar a una institución educativa a los niños de entre 45 días y 3 años de vida.
Asimismo, el caso del jardín conducido por Riva se convirtió en la representación del drama profundo que atraviesan los jardines maternales privados en todo el país, en medio de la pandemia de coronavirus.
“Jamás pensé que iba a tener que vivir esa situación de tener que comunicarles a los padres que cerrábamos”, le comentó Riva a Infobae en una conversación telefónica.
“Pero la verdad es que quedamos olvidados. Fue un proceso tan doloroso... Tenés que explicar en el camino a cada uno que te acompaña, al personal, a las familias de los niños que nos sostenían desde lo moral, desde lo anímico. A los papás no les podíamos decir que sigan pagando porque ellos también tenían que ponerse a pagar a una niñera para cubrir ese tiempo en el que los chicos deberían estar con nosotros y ellos trabajando”, completó.
A lo largo de los tres meses de cuarentena que se vivió en Santa Fe, cuando los ingresos económicos eran nulos, el jardín maternal de Vera tuvo que encontrar estrategias de todo tipo para poder subsistir.
“El tema es que nuestro único ingreso es la cuota que pagan los padres. No tenemos subsidios, no recibimos ninguna ayuda estatal. Y si los padres no pagan, no tenemos de dónde sacar el dinero para cubrir sueldos del personal, el alquiler del edificio, los servicios…”, reflexionó.
“Y lo peor es que nos sentimos olvidados. Al no ser obligatoria la educación previa a los 4 años de edad, ni siquiera se contempla nuestra situación en las discusiones de los ministerios educativos. Los jardines maternales nos encontramos en una nebulosa”, añadió.
Según el último informe de la Junta Nacional de Educación Privada (JUNEP), desde la llegada de la pandemia de coronavirus a la Argentina, unos 146 jardines maternales cerraron y no volverán a la actividad cuando se reanude el ciclo lectivo presencial.
La provincia de Santa Fe no escapa a tal situación.
Mayra Williams, presidenta de Jardines Particulares de Rosario, explicó a Infobae: “En nuestra provincia ya cerraron 17 jardines maternales. Éramos 456 y ahora quedan en pie 439. Y si no atienden el reclamo, esta cifra de bajas de establecimientos seguirá creciendo y creciendo. Hay muchos que están rezando para que vuelvan las clases en agosto porque, de no ser así, no saben si van a poder abrir en sus puertas”.
Williams informó que en Santa Fe durante el mes de abril se vieron beneficiados por el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) apenas 60 jardines maternales: 45 en Rosario y sólo 15 en el resto de la provincia.
En mayo, la situación empeoró: recibieron el ATP 31 jardines maternales, 23 en Rosario y 8 en el resto de toda la provincia. “Lo más increíble es que la facturación de abril de todos es más alta, por lo que en mayo nos tendría que haber salido a más instituciones”, completó Williams.
Una de las quejas de la directora del único jardín maternal de la ciudad de Vera radica en que, al no ser obligatoria la escolaridad antes de los 4 años, esas instituciones quedan marginadas y son consideradas meramente como un espacio para dejar a los chicos mientras los padres trabajan.
“Esta es una actividad que necesita entrar urgente en las políticas educativas. Es una especialidad que rema con un destrato y cierta desidia eternos por parte del Estado. Frente a cualquier vaivén económico, somos los que nos vemos más afectados porque estamos solos, siempre lo estuvimos”, describió Riva.
”Yo todavía estoy pagando sueldos con atrasos. También soy docente en una escuela estatal oficial, el jardín 8.216 ‘Victoria Olga Cossettini’,y la verdad es que estoy sacando dinero de mi salario para poder abonarles a mis cinco empleados. Yo, además, soy el sostén económico de mi familia, tengo dos hijos de 9 y de 5 años”, reflexionó.
En tanto, la situación de la cuarentena y la pandemia en toda la Argentina, no hace más que dificultar el combo completo. Al cerrar el único jardin maternal de Vera, muchas familias se quedaron casi sin opciones de cuidado y atención para sus hijos.
“No pueden pagar una niñera con el equivalente a la cuota que pagaban en nuestro jardín. Y tampoco pueden dejar a los hijos en las casas de sus abuelos, porque la mayoría de éstos son población de riesgo. Entonces, ¿qué pueden hacer?”, se preguntó la directora de la institución educativa de Vera.
El problema de los cierres de los jardines maternales se agrava más al considerarse que, en los primeros años, la alternativa educativa estatal es muy baja. Según datos de CIPPEC, mientras el 70% de las escuelas privadas ofrecen sala de 3, solo el 47% de las de gestión estatal lo hacen.
En el jardín maternal las diferencias son mayores: el 35% de las privadas ofrece alguna sala para los niños de 45 días a 2 años, mientras que en el ámbito público, esa oferta solo sucede en el 10% de las instituciones.
“En Santa Fe hay unas 15.000 familias que son potenciales clientes de estos jardines. Si se siguen cerrando a este ritmo, no van a alcanzar para cubrir esos cupos y eso va a hacer que la cuota sea cada vez cara”, advirtió Williams.
A nivel provincial, diferentes agrupaciones que nuclean a instituciones de la especialidad, comenzaron a gestionar una ayuda estatal que podría ser la esperanza de sostén al menos hasta fin de año.
“Nosotros ni siquiera somos reconocidos como institución educativa, sino como comercio. Y eso complica aún más las cosas”, le comentó Williams a Infobae.
“Por eso, a través del secretario de Interior de la provincia, Juan Marcos Aviano, logramos gestionar unos subsidios que iban entre los 10 y 50 mil pesos mensuales para jardines maternales, peloteros, casas de fiesta, gimnasios, etc. El tema es que para recibir la ayuda debíamos tener facturación cero, y nosotros en muchos casos hemos seguido cobrando algunas cuotas de los padres pese a que seguimos cerrados, entonces no podíamos disponer todos de esa asistencia”, describió.
Según Williams, hasta el momento 90 jardines maternales de Rosario recibieron esa ayuda y sólo 9 en todo el resto de la provincia de Santa Fe. “Lo cual es solo un 25% del total. Estos subsidios nos dan algo de aire pero ni siquiera nos sirven para terminar de pagar los alquileres. Ya todos los dueños de jardines maternales estamos endeudados hasta la cabeza. La única esperanza que nos queda es que al menos haya más establecimientos que reciban este subsidio y que esta ayuda se pueda mantener por lo menos hasta fin de año”.
Mientras, en Vera persiste la desolación por el cierre del jardín “Nora Carubini” y reina la incertidumbre sobre la posibilidad aún incierta de una reapertura.
“En los jardines maternales se crea un vínculo muy especial con las familias. Dejar a tus hijos tan pequeños en manos de otras personas, que deben cambiarles los pañales, alimentarlos, ayudarlos a dormirse, hace que la relación sea muy íntima, muy cercana. Por eso, este cierre fue un golpe muy fuerte para toda nuestra comunidad. Nos quedamos sin respuestas para dar”, lamentó Riva.
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