A lo largo de la última semana de junio, los vecinos de la zona más humilde de Río Grande, en Tierra del Fuego, sufrieron cortes programados y de varias horas de duración del suministro de agua. No fue un desperfecto ni un accidente. Simplemente el frío extremo.
En los últimos 15 días, la ciudad padeció el azote de la ola polar más fuerte en sus últimos 15 años. La temperatura llegó a los 15 grados bajo cero con una sensación térmica de -20º.
Centenares de hogares, los más humildes, cuentan con instalaciones precarias del sistema de conducción hídrica. Los caños están demasiado cerca de la superficie y, ante temperaturas tan extremas, suelen congelarse.
Ante ese escenario, miles de vecinos de Río Grande optaron por dejar correr el agua de la canilla durante las 24 horas del día. Es la lucha doméstica contra el congelamiento. Pero esa metodología tuvo consecuencias estructurales preocupantes.
El tanque cisterna que provee de agua a la zona más humilde de Río Grande, llamada la Margen Sur, perdió tanto caudal que casi cae por debajo del límite mínimo aconsejado, antes de que se puedan generar daños en la planta potabilizadora El Tropezón. Por eso, desde el Municipio de Río Grande se optó por los cortes programados: la intención es que la cisterna recupere el nivel de agua y que los vecinos interrumpan su práctica de dejar correr el agua.
“No recuerdo cuándo fue la última vez que sufrimos un frío como este, realmente. Y cuando llega algo así, medio que estamos acostumbrados, pero nos vemos obligados a cambiar por completo algunas de nuestras rutinas. Todo requiere de un esfuerzo mayor”, le aseguró a Infobae José Cerdán, 58 años, jubilado, quien vive en una modesta casa de madera junto a su esposa Margarita Beatriz Vega y a la menor de sus cinco hijas, Naiara (16), en la calle Juárez Celman y Almafuerte.
El último jueves, Cerdán y su yerno Facundo se pasaron seis horas en el medio de la intemperie intentando descongelar uno de los caños que proveía el agua a su domicilio.
“Esta casa la compré hace un año y medio y la cañería no era muy buena. Están apenas a 70 cm, cuando tendrían que estar por abajo de 1.20 m de profundidad. Fue un sufrimiento. El frío de la escarcha penetra y penetra duro. Tuve que usar palas y una barreta para llegar al caño y recién ahí pude empezar a calentar el caño: le tiré agua caliente y del caño salían rolitos de hielo”, contó.
Cerdán llegó a Tierra del Fuego en 1988. “Vengo de Alejandra, provincia de Santa Fe. En esa época, a los del Norte nos prometían trabajo y cuando llegábamos acá todo se desvanecía. Me habían dicho de trabajar en YPF, pero apenas llegué vino la privatización y quedé patas para arriba. Viví todos estos años en Tolhuin y hace un año y medio nos vinimos a Río Grande, para acompañar a nuestra hija de 16 años con sus estudios de danza clásica. Queremos que se dedique a eso”, detalló.
El congelamiento de los caños de agua es un clásico de las heladas en Tierra del Fuego. Por eso,se apela a los recursos más inesperados. El uso de pistola de calor o en su defecto hasta a de los hogares. Sin embargo, también hay vecinos que hasta intentan calentar las tuberías con secadores de pelo. Otra táctica es la de prender una fogata en tachos, con el fin de calentar la tierra y ayudar al desscongelamiento de los caños que yacen debajo de la misma.
Las imágenes de los autos atrapados en el hielo, de las caminatas sobre el agua congelada de la Laguna de los Patos, de las olas “petrificadas” y de la orilla del mar congelada recorrieron las redes y la televisión.
El frío polar también alteró la rutina de los 120 mil habitantes de Río Grande por completo. Lo primero es la pérdida de tiempo. Con la helada, para cualquier diligencia, hay que prepararse con más tiempo del habitual. “Debido a la presencia del Río Grande, hay mucha humedad en esta ciudad, por lo que es habitual que se forme hielo en las veredas. Entonces, esto hace que el suelo sea muy resbaloso ante un frío así. En esta ciudad, una caída en la calle se traduce en fracturas de brazos, piernas, caderas o hasta en traumatismos graves de cráneo”, explicó a Infobae Sebastián Águila, director de Defensa Civil de la ciudad fueguina.
En Río Grande, los vecinos están obligados por ley a limpiar su vereda de nieve o hielo durante el invierno. Si en un patrullaje se verifica el incumplimiento de esta norma por dos días, se labra una multa.
Esto generó una cadena de solidaridad entre los vecinos de una cuadra. Los más jóvenes se ofrecen a limpiar los frentes de los mayores para que éstos no se expongan al frío extremo.
Hay incluso quien vio el negocio: el joven Martín Millache publicó un anuncio en Facebook ofreciéndose a limpiar el frente de cualquier hogar por 150 o 200 pesos.
El 30 de junio por la madrugada, los termómetros de Rio Grande registraron una temperatura de 14,9 grados bajo cero y una Sensación Térmica por debajo de los -20º. Fue la marca más baja del año y una de las tres más severas de la historia de la ciudad. El récord sigue siendo el del 19 de julio de 1984: -22,2º.
“El primer punto donde se pone el foco cuando comienzan heladas como esta es el tránsito. Si no se toman las medidas precautorias, los accidentes son inevitables, y en algunos casos pueden ser muy peligrosos o caóticos”, detalló Águila.
La gran mayoría de los residentes de Río Grande cuenta con vehículos con ruedas siliconadas (material adherente que se activa ante temperaturas inferiores a 0º) o con clavos. Son las dos exigencias mínimas para circular. “Todos ponemos las ruedas siliconadas, pero hay gente que no tiene nada y sale igual. Y así no podés frenar. Te agarra un semáforo y seguís de largo. Empezás a generar choques en cadena y con el riesgo grande de atropellar a un peatón”, detalló Cerdán.
Además, con estas temperaturas, los vehículos deben circular a 20km/h en las calles normales y a 50 Km/h en las rutas, lo que alarga los traslados mucho más largos de lo habitual.
El tercer punto crítico es la calefacción de los hogares. Hay correlación entre los ingresos económicos y la seguridad de los artefactos de calefacción
Los riesgos son varios. Uno de los principales como preocupación de las autoridades es la exposición de los vecinos a la expulsión de monóxido de carbono, de calderas o calefones. “A raíz de la pandemia de coronavirus y la cuarentena, en los meses del otoño muchos vecinos no pudieron hacer el control de seguridad correspondiente de sus artefactos de calefacción y el peligro del escape de monóxido de carbono, en hogares donde las ventanas están cerradas constantemente, es muy alto. Por eso, les pedimos que, aunque cueste, abran las ventanas y ventilen un rato sus ambientes”, destacó Águila.
De hecho, el congelamiento de los caños de agua, también puede llegar a producir explosiones en calefones o calderas, y expulsión de ese gas venenoso.
El otro riesgo está en la misma utilización de gas. Al igual que en otras ciudades del país, miles de vecinos no tienen gas natural, de red, por lo que deben recurrir a garrafas o a un tanque especial denominado Zeppelin.
“Yo tengo gas natural”, explica Cerdán a Infobae. “Pero hay miles de casas que necesitan garrafas y en estas últimas semanas se desbordó el sistema de reparto de garrafa. Los repartidores no daban abasto para atender tantos pedidos y no sé cómo hicieron en las casas para mantenerse calientes”, reflexionó.
“El problema es que en muchos barrios hay inseguridad y alguna gente se roba las garrafas”, agrega Águila. “Entonces, mucha gente termina metiendo la garrafa de gas dentro de su domicilio y eso es un peligro extremo. Puede haber desde un escape hasta una explosión y puede morir mucha gente”, completó.
Luego, están los imprevistos cuando falla la responsabilidad de los habitantes en estas situaciones límite y ocurren desgracias evitables.
“Entiendo que la acumulación de nieve y las grandes superficies de agua son de un gran interés para las familias, pero hay que ser responsables. Hace unos días se viralizó un video de un hombre cruzando a pie el Río Grande congelado. Debajo de esa capa de hielo el río corre con mucha velocidad y es un tramo de hasta cien metros para cruzar. Se eso se resquebraja y alguien cae, no hay manera de salvarlo”, advirtió.
Néstor Viera es uno de los meteorólogos más reconocidos de la ciudad, donde vive desde 1981. Es oriundo de Buenos Aires. “Lo que es apasionante y atípico esta vez no son las temperaturas extremas en sí, sino que la seguidilla de frío polar haya sido tan larga”, explicó a Infobae en diálogo telefónico.
“Las masas de aire polar están relacionadas a las zonas de alta presión y comúnmente llegan, se quedan un día o dos, a lo sumo tres, y luego se van. Pero casi dos semanas de esto, hacía mucho que no pasaba”, aseguró.
“Esta es una zona de temperaturas variables. Los sistemas pasan rápidamente y son reemplazados por otros. Por eso lo raro es que este sistema de alta presión atacó a la provincia desde el sudoeste y se quedó”.
La seguidilla de frío polar fue tal, que el sistema de atención ciudadana casi se desborda. “A lo largo de la última semana, sólo por pedidos de descongelamiento de caños de agua, Defensa Civil recibió entre 60 y 70 llamados por día. Se trata de atender todos los pedidos, pero realmente a veces cuesta muchísimo”
El último jueves, vecinos de la Margen Sur de Río Grande elevaron una nota al gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, pidiendo que se agilice el sistema de distribución de gas envasado en los sectores más humildes.
Otro grupo de vecinos presentó un reclamo ante la Municipalidad para que se terminen de una vez las interrupciones del suministro de agua.
Además, se produjo un principio de incendio en una casa humilde, después de que su dueño intentara descongelar un caño de agua con un soplete.
“Atravesamos temperaturas extremas que hace años no se registraban”, detalló en un comunicado la secretaria de Planificación y Servicios Públicos de la ciudad mediante un comunicado. “Estamos controlando constantemente el nivel de agua para impedir un vaciamiento de las redes (...) Recomendamos a los vecinos cuidar el servicio, que eviten dejar canillas abiertas durante todo el día”, completó.
Y sentenció: “Estas temperaturas extremas exponen problemas estructurales en nuestra ciudad y, hasta no alcanzar una solución permanente y definitiva, tenemos que cuidar el servicio que tenemos”.
De acuerdo al último parte epidemiológico del Ministerio de Salud de Tierra del Fuego, Río Grande sumó sólo 10 contagiados de coronavirus y todos ya fueron dados de alta, curados. Hace más de un mes que la ciudad no registra un nuevo contagio. Sin embargo, pese a estar en la fase 5 de la cuarentena, los habitantes de esta ciudad del fin del mundo no tienen demasiado para celebrar. El nuevo desafío para la supervivencia fue el frío polar.
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