Corría abril de 1997 cuando el Centro Simon Wiesenthal entregó al Banco Central de la República Argentina una lista de 334 jerarcas nazis y empresas relacionadas con ellos que desde mediados de la década de los ’30 hasta casi el final de la Segunda Guerra Mundial podrían haber girado dinero desde la Alemania nazi hacia la Argentina como escala intermedia para su triangulación hacia Suiza.
En aquel momento, el gobierno de Carlos Menem prometió investigar el caso, pero nunca dio respuesta.
El caso recobró impulso en marzo de este año, cuando el Centro Wiesenthal hizo un reclamo formal al banco Credit Suisse para tener acceso a una serie de cuentas en las que se sospecha que fue a parar parte de ese dinero.
La historia volvió a traer también a primer plano el nombre de un argentino: Richard Walther Darré, ministro de Alimentación y Agricultura, y también director de la siniestra Oficina de la Raza y Reasentamiento del Reich, cuyo nombre figura en el lugar número 51 de la lista de jerarcas nazis que enviaron dinero a la Argentina. De Darré poco y nada se sabía, más allá de su participación en la burocracia del Reich, hasta que el historiador argentino Carlos De Nápoli –fallecido en 2011– contó su vida en el libro Darré-El ministro argentino de Hitler.
Vértice de un triangulo
La hipótesis del Centro Wiesenthal era que el dinero, expoliado a los judíos perseguidos por el régimen de Adolf Hitler, llegó a la Argentina para financiar negocios de empresarios pronazis quienes a su vez devolvieron parte de esas “inversiones” a Europa, más precisamente a Suiza, donde fue depositado en cuentas anónimas del banco Schweizerische Kreditanstalt, antecesor del Credit Suisse.
Casi al mismo tiempo que se daba a conocer la lista, la agencia española EFE publicó un viejo documento de la Administración de Economías Extranjeras del gobierno de los Estados Unidos. El informe, fechado el 3º de abril de 1945 –es decir, poco después de la rendición de Alemania– señalaba que los nazis poseían en la Argentina bienes e inversiones por un valor de entre 200 y 341 millones de dólares.
La cantidad revelaba la magnitud del papel que había jugado la Argentina en la recepción del dinero de la Alemania de Hitler: representaba alrededor del 15 por ciento de todos los activos nazis en el extranjero, era aproximadamente la misma cantidad de dólares que sumaban en el resto de América Latina.
El informe, muy detallado, desglosaba también cómo estaban repartidos los activos nazis en el resto de la región: Brasil, 40 millones; Chile, 20; Uruguay, 12; Colombia, 11,5; Bolivia, 8; Venezuela, 6,9; y Perú, 3,5.
El ministro argentino de Hitler
Richard Walther Darré nació en Buenos Aires el 14 de julio de 1895, hijo de alemán Richard Darré y la argentina Emilie Lagergrende, un matrimonio de buena posición económica que, poco después del nacimiento de Richard Walther se trasladó a la Patagonia, donde el niño pasó parte de su infancia.
Al llegar a la adolescencia, los padres decidieron que debía tener una educación europea, en Inglaterra y en Alemania. Estudió en Heidelberg y en Wimbledon. En 1914, cuando se inició la Primera Guerra Mundial, se incorporó como voluntario en el ejército alemán y fue herido en batalla.
Al terminar la guerra estudió Filosofía y Agricultura. También se empezó a interesar por la política y participó en un Artamans, uno de los grupos que luego conformarían el Partido Nacional Socialista.
La combinación entre su ideología racista y su pasión por la agricultura lo llevaron a escribir en 1928 un libro El campesino como fuente de vida de la raza nórdica, que prefigura su incorporación al nazismo y luego, con la llegada de Hitler al poder, su participación en el régimen como ministro de Alimentación y Agricultura y como director de la Oficina de la Raza y Reasentamiento del Reich.
Para entonces, la persecución de judíos y el robo de sus bienes son moneda corriente. También el vertiginoso incremento de las inversiones nazis en la Argentina a través de compañías fantasmas, creadas para mover el oro y el dinero robado.
Darré tiene muy buenas conexiones con su país natal y hace uso de ellas. La lista del Centro Simon Weisenthal lo incluye entre los participantes de esas maniobras financieras.
La lista de los 12.000
La lista de los 334 jerarcas nazis y empresas que enviaron dinero a la Argentina para triangular parte hacia Suiza no es la única. Hay otra que la complementa y que, al entrecruzarla, puede arrojar más luz sobre los responsables de las maniobras con el “oro alemán” en nuestro país.
El hallazgo del listado fue un golpe de suerte del investigador Pedro Fillipuzzi cuando, en la década de los ’80, trajinaba antiguos papeles en el sótano del viejo edificio del Banco Nacional de Desarrollo, muy cerca de la Plaza de Mayo. Estaba en eso cuando se topó con un documento con un encabezado que decía “Congreso de la Nación Argentina”.
Al leerlo, Fillipuzzi supo que había encontrado, casi literalmente, oro… oro nazi. El documento era parte del informe que había elaborado la Comisión Especial de Investigación de Actividades Anti-Argentina a fines de la década del ’30 y detallaba relevamiento oficial sobre las transferencias que empresarios y simpatizantes del Tercer Reich radicados en la Argentina habían realizado a bancos suizos.
No es que no se supiera de la existencia de aquella investigación oficial, pero se creía que los documentos relacionados con ella habían sido destruidos en 1943, poco después del golpe dirigido por el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) que derrocó al presidente Ramón Castillo. Fillipuzzi, sin querer, había dado con la única –y olvidada– copia que quedó.
En los archivos encontrados, que habían sido impresos por la Cámara de Diputados escasos años antes de que fuera disuelta la Comisión Especial, se detallan los nombres de unos 12 mil empresarios alemanes radicados en la Argentina y que habrían triangulado dinero proveniente de Alemania hacia Ginebra.
Además de las transferencias, también figuran los listados de los miembros de la sección exterior del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán/Organización Exterior, de la Unión Alemana de Gremios y de otras organizaciones nazis.
Por aquellos años, las simpatías por el Tercer Reich de Adolf Hitler no eran cosa secreta, al punto que sus simpatizantes hacían actos públicos, como el multitudinario que colmo las instalaciones del Luna Park en 1938.
El reclamo del Centro Wiesenthal
A principios de este año, Fillipuzzi entregó el listado al Centro Simon Wiesenthal, que a su vez reclamó al banco Credit Suisse que abriera los archivos de esas cuentas, que se supone que están “latentes”.
Se estima que en esas cuentas habría, a valores de hoy, unos 33.000 millones de euros que podrían ser producto –con sus intereses– del saqueo régimen nazi a las minorías perseguidas, lavado en la Argentina y luego enviado a Suiza.
“Creemos que es muy probable que estas cuentas inactivas contengan dinero saqueado de víctimas judías, bajo las leyes de arianización de Nüremberg de la década de 1930. Somos conscientes de que ya tiene demandantes como presuntos herederos de los nazis en la lista”, señaló el Centro el 2 de marzo de este año en un comunicado en el que anunciaba el pedido al Credit Suisse.
Las autoridades del Centro Wiesenthal no creen que esas 12.000 personas hayan participado en su totalidad en las maniobras de lavado del dinero expoliado, pero sí que dentro de la lista están todos los que participaron de ellas.
El final de Darré
Terminada la guerra, Richard Walther Darré fue capturado por las tropas aliadas y fue una de los jerarcas nazis juzgados en Nüremberg.
En su biografía del ministro de Alimentación y Agricultura del Reich, Carlos De Nápoli asegura: “Darré tuvo participación activa en la fuga de nazis hacia Sudamérica por orden expresa de Hitler. No es casual que a Córdoba y la Patagonia llegara la mayor cantidad de nazis prófugos”.
Del juicio no salió del todo mal parado. En 1949 fue absuelto de los cargos relacionados con el genocidio -lo que le hubiera valido una condena a muerte o, como mínimo, a perpetua-, pero recibió una pena de siete años por otros delitos. En 1950 fue dejado en libertad.
Richard Darré murió de cáncer el 5 de septiembre de 1953, en Munich. Tal vez ahora, si prospera la investigación sobre las cuentas “latentes” en Suiza, pueda saberse con más precisión cual fue su papel en la maniobra y cuánto le redituó personalmente.
Seguí leyendo: