“Ayer lamentablemente y con mucho dolor tuvimos que poner el cartel de ‘se vende'. Estamos al límite y no nos queda otra opción”, dijo a Infobae Gustavo Cid, presidente de los Bomberos Voluntarios de La Matanza, luego de tomar la decisión más difícil que ha enfrentado la institución en sus 83 años de historia: vender el emblemático edificio de su cuartel central, ubicado en la localidad de Ramos Mejía. El motivo, una millonaria deuda que tiene, principalmente con la AFIP.
Según explicó el jefe de los bomberos, a las arcas del Estado le deben unos 70 millones de pesos, mientras que a los proveedores y al gremio de la Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDyC) le adeudan 60 millones. La situación se hizo insostenible y no encontraron más remedio que desprenderse del edificio que fue su casa desde 1946.
La crisis del cuerpo de bomberos no estalló ahora en medio de la cuarentena. Se trata de un problema financiero que arrastran desde 1993 y que ninguno de los gobiernos provinciales ni municipales supo atender. Sin embargo, Gustavo admite que la pandemia del coronavirus y todo lo que conlleva fue el golpe de gracia para la institución. “No sabemos a dónde vamos a ir pero así sea a un predio prestado, vamos a serguir brindando el servicio”, advirtió el presidente del cuerpo. “Es un edificio que está desde 1946 y tres casas aledañas. Lo vendemos para poder pagar una deuda millonaria con la AFIP de una vez por todas para arrancar de cero”, dijo.
Las deudas contraídas son por el funcionamiento del lugar, los sueldos de las personas que atienden los teléfonos, las cargas sociales y gastos operativos. Actualmente la dotación matancera cuenta con 21 integrantes de la Comisión Directiva, 223 Bomberos Voluntarios (hombres y mujeres) que componen el Cuerpo Activo, 42 integrantes de la Reserva Activa (hombres y mujeres que cumplieron sus 25 años de servicio a la comunidad) y 13 niños en la Escuela de Cadetes.
“Del total, 65 trabajamos en el cuartel central. Pero no quiere decir que si mañana lo vendemos, estos 65 van a ser reubicados en los otros destacamentos. La Matanza es muy grande y necesita que sigamos con nuestro trabajo. No podemos cerrar, no podemos dejar una zona tan importante sin cuartel”, aclaró Cid a Infobae.
Son más de ocho décadas de historias -dice el jefe- y miles los voluntarios que recorrieron las calles matanceras. En sus sedes se formaron innumerables familias en los tradicionales y famosos bailes que organizaban en las décadas del ’60 y del ’70.
“Muchísimos recuerdos quedaran en todos nosotros. Algunos de los efectivos cumplieron hasta 40 años de servicio y otros recién comienzan, pero desde el primero al último han sabido entender la situación y se solidarizaron. Están todos comprometidos y es algo que debimos haber solucionado hace mucho tiempo. La gente, apenas lo supo, se acercó y nos agradeció el trabajo brindado todos estos años. Es una situación muy triste y ojalá las autoridades reaccionen”, lamentó.
La decisión fue consensuada por la Comisión Directiva de la institución ante el panorama sombrío. “La comunidad se está enterando ahora y esperamos que las autoridades hagan algo porque una ONG no puede vivir solo de deudas, cargas sociales o pagar impuestos. Brindamos una ayuda al Estado pero el Estado no se preocupa por nosotros. Esperemos que se acuerden y busquemos una solución”, reiteró.
Cada año, el cuerpo lleva adelante unos 5.000 servicios y si bien la cantidad disminuyó por efecto del COVID-19, el trabajo de los bomberos se vio abocado mayormente a colaborar con el personal de salud. Son algunos de los principales asistentes de los servicios de emergencia.
Pero lo que más lamenta el jefe de los bomberos voluntarios es la falta de respuesta de las autoridades municipales. Desde hace 27 años el Cuerpo trata de obtener ayuda estatal pero el resultado fue el mismo: fueron librados a su propia suerte. Como pudieron, se mantuvieron hasta ahora, pero la crisis económica actual definió este presente que esperan cambiar.
Sólo alcanza con recorrer sus redes sociales para ver cómo reciben donaciones de los propios vecinos y de algunos pequeños empresarios, que les dan lo que pueden. Por ejemplo, el dueño de una pequeña fábrica de piletas local y la propietaria de un salón de eventos les donaron barbijos cuando ya transcurría la cuarentena. Sin embargo, señaló Cid, la situación es grave desde hace muchos años.
Actualmente el cuerpo de bomberos cuenta con 47 móviles, de los cuales 27 están fuera de servicio. En el partido de La Matanza -el más importante y populoso de la provincia de Buenos Aires, donde viven 2.185.597 personas, según calculó el INDEC en 2018- funcionan seis destacamentos (Isidro Casanova, Laferrere, Virrey del Pino, González Catán y Tapiales). En el año 2017 ingresaron a una moratoria otorgada por la AFIP. Acordaron el pago de la deuda en 60 cuotas, pero la fuerza les alcanzó hasta la 38. Es importante la cantidad de dinero que todavía deben y es imposible continuar de esta manera.
“Son paliativos pero de fondo nunca solucionamos nada. Gracias a la gente que se ha acercado y de hecho me conmueve lo que se ha logrado con esta movida, pero la ayuda tiene que venir del Estado”, señaló.
“El intendente (Fernando Espinoza) no nos ha atendido ni siquiera para que nos pague un año de tasa municipal que nos deben. Con eso por lo menos podríamos pagar a los cuarteleros, que son los que atienden el teléfono. Recién ayer, a través del diputado Sergio Massa supimos que se va a presentar un proyecto de Ley para que condonen la deuda. Esperemos que Dios ilumine a los legisladores”, concluyó Cid.
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