“No me canso de mirar el reloj para verte llegar”, le dijo un día Delia (93) a su cuidadora, Myriam Cardilli (61). En ese momento, la anciana estaba viviendo en un geriátrico, donde Cardilli la visitaba a diario. La historia que une a ambas mujeres comenzó hace décadas. Sin embargo, durante el último año y medio, el vínculo entre las dos se estrechó profundamente.
Fue en 2019, cuando Delia empezó a tener complicaciones en el corazón y problemas para caminar. Tras ser hospitalizada, su hijo se puso en contacto con Cardilli. “Nos conocemos de toda la vida. Como él no podía dedicarse full time a su mamá, me preguntó si yo estaba interesada”, explicó Miryam en charla con Infobae.
De Boulogne, provincia de Buenos Aires, Miryam Cardilli empezó a cuidar adultos mayores en 2001. Hasta ese momento, trabajaba como jefa de servicio de una reconocida marca internacional de ropa. “Con la crisis que hubo ese año la empresa se vendió y me quedé en la calle. Perdí hasta mi casa”, relató. Pero lejos de venirse abajo, la mujer decidió reinventarse.
“Fue a partir de un experiencia familiar: mi mamá se enfermó y empecé a cuidarla. Ahí caí en la cuenta de que siempre tuve vocación para eso. Entonces decidí prepararme y estudiar”, explicó Miryam que un tiempo después se anotó en el taller “El Arte de Cuidar” que dicta el Municipio de San Isidro. Durante el curso trabajó con médicos y enfermeras en unidades coronarias y de terapia intensiva. “Empecé a notar cómo, con compañía y contención, las personas mayores mejoraban en todo sentido”, aseguró. “Además, me enseñaron prácticas de buen cuidado. Si bien uno puede hacerlo desde el amor y la vocación, con formación se aprenden otras cosas acerca de los adultos, como por ejemplo, a darles la medicación o a rotarlos de manera segura para no ponerlos en riesgo”, sostiene.
Gracias a sus estudios, Myriam ganó experiencia y seguridad. También empezó a ofrecer su servicios de cuidado. En ese contexto, el hijo Delia se puso en contacto con ella para pedirle que asistiera a su mamá, que estaba viviendo en un geriátrico. “La noté desmejorada: había perdido autonomía, abandonó la lectura y no podía comer sola”, contó a Infobae. Ese fue el puntapié para que, en febrero, Miryam se llevara a Delia a vivir a su casa, con su marido Alberto y sus perros. “Fue un acto que me salió del corazón. Lo conversé con su hijo y él aceptó”, cuenta.
En lo de Myriam, Delia tiene su habitación con un cama ortopédica y sus cosas. A la mañana se levanta entre las 8 y las 9 y desayuna en la cama. “Le preparo unos pancitos con casancrem y mermelada, que le encantan. Cuando llegó acá comía todo procesado porque no podía tragar. Con los días fue mejorando. Ahora, además de incluir algunos sólidos, recuperó la fuerza así que se alimenta por sus propios medios. Incluso, a veces ella misma pide el menú: ‘¿Cuándo comemos pollito?’, te dice”, detalló Myriam.
Según Cardilli, la idea era que Delia recibiera su tratamiento kinesiológico a domicilio, pero por la cuarentena tuvo que ponerlo en pausa. ¿Qué le gusta hacer? Además de mirar el canal Gourmet y ver películas en Volver, la mujer retomó el hábito de la lectura. “Es fanática de Florencia Bonelli”, sostuvo Myriam.
El 15 de junio, Delia cumplió 93 años y, permiso médico mediante, recibió la visita de su hijo desde la puerta de la habitación. Además, Myriam y Alberto la agasajaron con un desayuno y regalos. También recibió varias videollamadas del resto de la familia.
“Delia tiene mucha personalidad y es muy dulce. Ella es viuda y, cada tanto, recuerda el baile en el que conoció a su marido: ‘Lo vi con el traje marrón y me enamoré’. Él me dijo: ‘Usted baila como una plumita'”, contó Miryam que, hacia el final de la charla, reflexionó acerca del cuidado de personas mayores. “Muchas veces, no quiero generalizar pero es algo que sucede, dejan de llamarlos por sus nombres y les dicen ‘Abuelo’ o ‘Abuela’. Es clave respetar su identidad”, explicó.
“Cuidar adultos requiere de paciencia y de brindar contención, ya se desde la escucha, la mirada o sosteniendo una mano. Siempre hice este trabajo fuera de casa. Hoy lo estoy haciendo desde mi domicilio porque me anticipé a la pandemia. La idea es acompañarlos hasta el último día. Que se vayan rodeados de amor”, reflexionó hacia el final de la charla.
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