Incertidumbre por el futuro del mítico bar La Biela en medio de la cuarentena: “No sabemos cuánto más vamos a poder resistir”

En el año de su 70 aniversario, el emblema del barrio de Recoleta corre riesgo de cerrar sus puertas de manera definitiva. Los tres meses de cuarentena provocaron que hoy trabajen sólo diez de sus 54 empleados. El dueño pide al Gobierno un plan de acompañamiento económico

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La fachada del bar La Biela, en Recoleta
La fachada del bar La Biela, en Recoleta

Todavía hay un empleado que se encarga todos los días de lustrar las estatuas de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, alrededor de la mesa 20, la misma que fue ocupada por el ganador del Premio Miguel de Cervantes 1990 por las mañanas durante años.

La Biela, el bar de la esquina de Avenida Quintana y Roberto Ortiz, convertido en un emblema del barrio porteño de Recoleta y en un ícono cultural de la Ciudad de Buenos Aires se enfrenta hoy a un riesgo de cierre definitivo. Justo en su 70 aniversario, la pandemia del coronavirus, la cuarentena y la inactividad económica prolongada conformaron una amenaza real para el futuro del establecimiento.

El bar, que hasta hace unos meses abría todos los días entre las 7 y las 2 de la mañana, hoy sólo funciona a través de pedidos para llevar y delivery, de 11 a 21, mientras que cierra los lunes.

De los 54 empleados que tenemos en el establecimiento, sólo están trabajando diez. Y lo que ingresa por el delivery apenas representa entre el 5 y el 8 por ciento de nuestra facturación mensual. Ni siquiera nos alcanza para poder pagar los servicios fijos”, le explicó a Infobae angustiado Carlos Gutiérrez García, un español de 70 años que trabaja allí desde sus 16 y hace décadas asumió la conducción del lugar.

El bar fue fundado en 1950 y se convirtió en un ícono del mundo del automovilismo porteño
El bar fue fundado en 1950 y se convirtió en un ícono del mundo del automovilismo porteño

Estamos extremadamente complicados. El mes de marzo lo pudimos pagar al completo, pero ya los meses de abril y mayo, los empleados recibieron un 75% de su sueldo. No sabemos cuánto más podremos resistir así. Nosotros mantenemos la esperanza, pero cada vez nos va quedando menos de ella”, añadió.

El dueño del bar reveló que los empleados le consultan sobre el futuro del establecimiento todas las semanas y que sufre cada vez que debe dar una respuesta, ya que no tiene indicio alguno acerca del posible regreso de una actividad normal.

Pese a los 90 días de cuarentena obligatoria que afectaron a la Ciudad de Buenos Aires, la realidad de la pandemia del Coronavirus indica que la tasa de contagios y de ocupación de camas de terapia intensiva creció de manera muy rápida en la última semana.

Por lo tanto, con el fin de que se evite un colapso del sistema sanitario, es esperable que en los próximos días se anuncie un endurecimiento en las medidas del confinamiento.

“Las medidas que están tomando el Gobierno Nacional y el de la Ciudad respecto a la enfermedad están bien. No se puede acelerar nada. Pero sí le exijo al Gobierno Nacional que diseñe un plan para ayudar a las empresas ante este contexto. No sólo para acompañar este momento de la cuarentena sino también para planificar una estrategia de cara a cuando se dé la reapertura”, afirmó Gutiérrez.

Las esculturas de dos asiduos comensales del bar La Biela, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Gustavo Gavotti)
Las esculturas de dos asiduos comensales del bar La Biela, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Gustavo Gavotti)

Cuando volvamos a abrir, la mayoría de la gente no va a tener dinero como para ir a un bar, con lo cual nuestros ingresos seguirán siendo mínimos. Y ni hablar de lo que respecta al turismo. En nuestro bar, el 60% de los clientes eran turistas. Yo veo casos como el de Madrid, que durante el confinamiento el Estado pagó el 75% de los salarios y, una vez que empezó la reapertura, se comprometió a mantener el pago del 50% al menos hasta diciembre. Yo sé que aquí no hay semejante espalda económica como allí, pero algún plan de apoyo tienen que diseñar”, advirtió el dueño.

La Biela nació en 1950. A raíz del auge que se produjo a mediados del Siglo XX con el automovilismo entre las clases medias y altas de la Capital Federal, el establecimiento se convirtió rápidamente en un lugar de encuentro para aquellos fanáticos "tuercas". De hecho, el nombre del bar responde a una pieza clave en el motor de un automóvil. Su título original era "La Biela Fundida".

Durante los primeros años, se convirtió en algo natural ver a celebridades del automovilismo como el mismo Juan Manuel Fangio, José Froilán González, Juan Gálvez o Gastón Perkins.

Sin embargo, su ubicación geográfica, sus enormes dimensiones y el estilo que mantenía, permitieron que su lista de visitantes se amplíe a la esfera de los políticos nacionales, escritores de renombre y hasta artistas del plano internacional, como Francis Ford Coppola o Robert Duvall.

Durante muchísimos años, todas las mañanas, cerca de las 11, venía Bioy Casares. Así, la mesa 20 se convirtió en algo exclusivo de él. Por más que no viniera, esa mesa sólo la usaba él. Y han venido a compartir su mesa grandes figuras de la literatura, como Borges o hasta Cortázar”, detalló Gutiérrez García.

Asimismo, con el tiempo se convirtió en un punto de reuniones de las principales figuras políticas del país. Tal era la preponderancia de esos encuentros, que uno de sus mozos históricos, Joaquín Mauri (con 39 años en el bar), calificó a La Biela como “el segundo Congreso de la Nación”.

Las esculturas de los hermanos Juan y Oscar Gálvez, en la entrada de La Biela (Gustavo Gavotti)
Las esculturas de los hermanos Juan y Oscar Gálvez, en la entrada de La Biela (Gustavo Gavotti)

Hoy, las 300 sillas del salón principal y las otras 300 disponibles para la vereda están vacías. Sólo quedan 10 de los 54 empleados de la empresa en sus labores, quienes se ocupan de realizar los pedidos y de la escasa actividad de la cocina.

"Yo vine a Buenos Aires en el 65'. Yo vivía en León y tenía 15 años. La situación económica de mi país después de la guerra era muy precaria y prácticamente no había puestos de trabajo. En principio me iba a ir a Suiza, pero un tío me trajo a Buenos Aires y me gustó tanto que decidí quedarme. Después de tanto tiempo, puedo decir que nunca me tocó vivir una situación tan desconcertante como esta. Es imposible poder decir qué va a pasar con nosotros de aquí a fin de año, porque el problema de la gastronomía es que una vez que un local cierra, no abre más", afirmó el dueño del bar.

Y mañana, martes, el bar que fuera incluido entre los 86 “notables” de la Capital y que en 1999 fuera declarado lugar de interés cultural de la Ciudad de Buenos Aires, volverá a atender el delivery con la misma incertidumbre de hace 90 días: no saber qué pasará con su futuro.

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