Belgrano, el más religioso de los Padres de la Patria

Político, abogado y militar, todas esas facetas son importantes en la vida del creador de la Bandera, pero no describen al prócer en su totalidad. Ante todo, fue un hombre profundamente apegado a la religión católica desde pequeño

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El General Belgrano atribuye el
El General Belgrano atribuye el triunfo de la batalla de Tucumán a la Virgen de la Merced y la nombra Generala del Ejército, entregándole su bastón de mando

Por algún motivo inentendible se recuerda y se conmemora la fecha de la muerte de todos los próceres de la Nación y no su nacimiento; como así también solo batallas donde quien más muertes causaba, era el ganador (del bando que sea, los muertos son muertos). Es como si una Nación solo fuera concebida como tal por guerras, matanzas y batallas; como si sus creadores construyeran una sociedad sólo de soldados. ¿Por qué no recordamos y celebramos el día que nuestros héroes nacieron o cuando otros héroes recibieron Premios Nobel?, ¿porque no recordamos el día que algunos de los padres de la Patria la pensaron con escritos, con discursos o creando universidades?... ¿Por qué, mayoritariamente, vemos gente uniformada y en batallas?

Eso ocurre con Manuel Belgrano. Para los que peinamos canas, se nos decía que Belgrano era un militar, que había creado la Bandera, librado batallas en el norte (éxodo jujeño inclusive) y nada más… ¡ah sí! murió en una pobreza abyecta… y ahí terminó su historia.

Pero no es así, en este caso había estudiado leyes y era un gran pensador político, devenido en militar. A los padres de la Patria nos los mostraban como seres que habitaban en el Olimpo de las entregas descarnadas para la construcción de una Nación; ellos no hablaban como nosotros solo hablan con frases célebres, no paseaban comúnmente por las calles de las ciudades, sino que cuando caminaban lo hacían en poses estatuarias.

La casa de Manuel Belgrano,
La casa de Manuel Belgrano, donde nació y donde murió. Estaba en el 430 de lo que hoy es la avenida Belgrano y fue demolida en 1909.

Los próceres también tenían sus intereses, sus flaquezas, sus cotidianidades de profunda intrascendencia… eran tan mortales como nosotros. Recuerdo (y permítanme la licencia) que un 20 de junio, tuve que actuar en una de las consabidas “obras” del colegio representando, casualmente a Belgrano. Ya era mitad del año del 5to. Grado de la primaria año de 1975, de una de las tantas escuelas del estado de la ciudad de Buenos Aires. Ensayando la obra, yo (mejor dicho, Belgrano) ingresaba al escenario donde estaban unos señores (mis compañeros de clase) observando la bandera y en uno de los ensayos me había olvidado la letra y dije: “Buenas tardes, señores…”. Bastó para que diga eso y la furia de mis maestros cayó sobre mí. Sus caras se estremecieron como si hubiera insultado a alguna divinidad. Era obvio, el texto especificaba que al entrar Belgrano adonde estaban los nobles señores, no saludaba con un simple “Buenas Tardes” sino con una declamación victoriosa de un futuro promisorio para una Patria aún inexistente. La letra de mi texto era: “Señores, en esta tarde vosotros habéis completado la obra en tela, que será el escudo y baluarte de la libertad de esta Nación…” ¡Hombre! Con semejante saludo, nadie podría dudar que quien saludaba (yo, mejor dicho: Belgrano) sería un patriota inmortalizado en el bronce… pasaron 45 años, y aún recuerdo el texto que en los ensayos olvidé.

P.  Fray Costa OP.
P. Fray Costa OP. sostiene la bandeja en la cual serán depositados los restos del Gral Dr. Manuel Belgrano, el día de su exhumación para su traslado al mausoleo construido en el atrio del Monasterio de los Dominicos.

Y a qué vienen todos estos pensamientos, a demostrar que los próceres eran personas como nosotros, que realizaron hechos extraordinarios en momentos cruciales y que quizá nunca en sus vidas hubieran pensado que su historial seguiría un derrotero tan diferente al que habían pautado. Y estas personas poseían una vida social, bastante activa, entre ellas las prácticas religiosas, eje en el cual pivoteaba el 90 % de la población de las sociedades virreinales.

La gran mayoría eran personas profundamente religiosas y esa parte importante de sus vidas es borrada, anulada, tratada anecdóticamente o es mencionada tangencialmente como un “dato pintoresco de color”. Y no era así, para ellos era parte de su formación, de su vivencia para la creación de un futuro trascendental para estas “provincias de Ultramar de la corona de España”.

Don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en la ciudad de la Santa Trinidad del Puerto de Santa María de los Buenos aires el 3 de junio de 1770, y fue bautizado por el sacerdote Juan Baltasar Maciel y Lacoizqueta en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced al día siguiente, como era costumbre en aquella época y en su casa. El hogar del prócer estaba ubicado en el 430 de la avenida que lleva hoy su nombre (en aquella época calle de Santo Domingo), a 50 metros del convento de los Padres Dominicos. Los padres del general Manuel Belgrano, don Domingo Francisco María Cayetano Belgrano Peri (Italiano del pueblo de Oneglia, de quien luego se tradujo su apellido como “Pérez”) y doña María Josefa González Casero, contrajeron matrimonio en Buenos Aires, el 4 de noviembre de 1757. Tuvieron 16 hijos.

Nuestra Señora del Rosario de
Nuestra Señora del Rosario de la reconquista y defensa de Buenos Aires, que se venera en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, convento de Santo Domingo, ciudad de Buenos Aires

La vida de los Belgrano, una de las familias más acaudaladas de la sociedad porteña, transcurría entre los negocios del padre y las cotidianidades de la religión y las tertulias. Por ser vecinos del Convento de Santo Domingo, el papá y la mamá profesaban en la Tercera Orden de Santo Domingo (Terciarios Dominicos) como así también uno de sus hermanos, Domingo Estanislao, que entró como fraile de ese convento y sería el albacea testamentario de él. El mismo Manuel profesó como Terciario Dominico. Misas, procesiones, cofradías y demás actos de piedad movían a todos los habitantes de la ciudad, cada cual con sus devociones de acuerdo a donde se ubicaba su vivienda y su rango social. Dominicos, Franciscanos, Mercedarios, Jesuitas, Betlemitas, y los conventos de las monjas Dominicas de Santa Catalina y Clarisas, junto con la Santa Casa de Ejercicios espirituales y las parroquias del clero, eran los lugares de encuentro de la época.

Sus padres serán Sepultados en el templo de dicho convento, El 24 de septiembre de 1795, fallece el padre de Manuel y según pedido testamentario solicita: “ser sepultado en la Iglesia de Nuestro Padre Santo Domingo, siendo amortajado mi cuerpo con el hábito de la Sagrada Religión y como Hermano que soy de su Venerable Orden Tercera”. Y el 1 de agosto de 1799 fallece su madre con idéntica solicitud: " ser sepultada en la iglesia de Santo Domingo, de cuya venerable Orden soy tercera”.

Sepulcros de los padres de
Sepulcros de los padres de Manuel Belgrano en la Iglesia de Santo Domingo

Sus primeras letras fueron enseñadas tras los muros del convento dominicano. Y allí comenzó a ser tallada su figura, como un pensador en torno a los movimientos que luego, ayudaría a consolidar.

Durante su permanencia en España (las universidades de Salamanca, Valladolid y Madrid) comenzó a estudiar sobre las novedades políticas del momento, la ilustración. Belgrano consideraba que estas ideas eran muy interesantes, pero mientras que la ponencia Francesa de la ilustración descartaba de cuajo a la religión, para Belgrano, las prácticas religiosas y su filosofía no debían ser despreciadas sino sumarlas a esta corriente sociopolítica. Tendrá cercanía con el Rey de España Carlos III, bastante progresista para los cánones de la época y era un abanderado defensor y promotor del reconocimiento por la Iglesia del Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, lo cual fue realizada en la Bula “Ineffabilis Deus”del 8 de Diciembre de 1854, por el Papa Pío IX.

Así es que vuelve a la Ciudad de Buenos Aires y ocupará el cargo del Consulado. Cabe recordar que la Ciudad era de gran devoción al Culto de la Virgen María, y Belgrano lo será de la Virgen del Rosario, del Convento de Santo Domingo y cada sesión del Consulado, se iniciará bajo la “protección de la Santísima Virgen María”

En el año 1810 aparece el periódico “Correo de Comercio”, que dirigirá Manuel Belgrano. En sus páginas se observa la doctrina del prócer, y leemos en este diario: “… la religión es el sostén principal e indispensable del Estado y el apoyo firme de las obligaciones del ciudadano. Riámonos de las virtudes morales, que no estén apoyadas por nuestra Santa Religión.” También pone hincapié que en las parroquias se debe enseñar educación a niños y niñas y que los párrocos pongan más atención “a los pobres vivos que a los pobres muertos”.

El Canónigo Gorriti bendice la
El Canónigo Gorriti bendice la primera bandera creada por Manuel Belgrano en San Salvador de Jujuy el 25 de mayo de 1812.

En sus Memorias, cartas y otros documentos hace declaraciones claras de respeto hacia la Virgen María. Hasta el mismo Bartolomé Mitre nos detalla: “su ejército parecía una legión romana sujeta a las normas de una orden monacal”.

Buenos Aires será ataca por los Ingleses y la reconquista de la ciudad por manos de los criollos se le atribuye a la poderosa intermediación de Ntra. Sra. Del Rosario del convento de Santo Domingo, y desde entonces se la llamada “Nuestra Señora del Rosario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires”, que, como dijimos más arriba, era la devoción de los Belgrano.

Llegarán los días de Mayo de 1810 y con estos días, responsabilidades que jamás Manuel del Corazón de Jesús se hubiera imaginado para sus días… ser militar, y para sus ejércitos, no solo les debe poner uniformes sino que a cada soldado lo vestirá con un escapulario sea de la Virgen de la Merced o de la virgen del Carmen.

Rogativas y misas son tan fundamentales para Belgrano como la formación de la tropa y la disciplina.

En la Batalla de Tucumán, ocurrida el 24 de septiembre de 1812, en el Campo de las Carreras, el ya General Belgrano atribuye este triunfo a la Virgen de la Merced a la cual nombrará Generala del Ejército y le entregará su bastón de mando. Mons. Agustín Molina primer Obispo de Tucumán; se referirá a Belgrano en un escrito como: “El modesto caudillo, tan religioso como intrépido, atribuye a Dios la victoria y a su Augusta Madre María le consagra parte de sus despojos en prueba de su reconocimiento, y determina se solemnice en honor suyo una función devota”. Para el nombramiento de la Virgen de las Mercedes como Generala del Ejército, Belgrano proclamará: “A Ti sola, Oh Reina de los Cielos y Madre de mi Señor Jesucristo os debemos el triunfo que ha obtenido el Ejército de la Patria y hoy te nombro Generala del Ejército” le colocó el bastón de mando, que hasta el día de hoy ostenta en su basílica en San Miguel de Tucumán y se retiró del acto llorando.

Leemos sobre sus escritos: “Los hombres grandes leen en tiempos de guerra como en tiempos de paz. Nobleza de alma y sentimiento altruista, educación y vocación, espiritualidad y religiosidad, amor a la Patria, a la tierra y a su gente constituyen el corolario de todo buen cristiano”.

Escapulario que llevaban los soldados
Escapulario que llevaban los soldados a cargo de Manuel Belgrano

De todo lo anterior desglosamos que los colores que los inspiraron para la Bandera son los colores de la “Purísima Concepción de María” celeste y blanco, y no los de un cielo celeste con nubes. Colores que vemos usados hasta el día de hoy por la casa real de España. Y que en muchos cuadros de Goya vemos pintados cobre el pecho de sus monarcas como fieles defensores del Dogma Mariano de la Inmaculada. La cual fue Bendecida por el Canónigo Gorriti en San Salvador de Jujuy el 25 de mayo de 1812. La Asamblea no autorizará el uso de la bandera, y Belgrano será reprendido. Mas luego volvió a confeccionar otra bandera, la cual fue aceptada por la Asamblea del Año XIII, siempre y cuando “fuera únicamente usada como bandera del Ejército del Norte, y no del Estado”.

Pasará el tiempo y las circunstancias, Don Manuel enfermo y olvidado, joven aún sentirá que llega el fin de su tiempo mortal. A 25 días de su fallecimiento dicta su testamento y nombra como albaceas testamentario a su Hermano Fray domingo Estanislao Belgrano.

En el prefacio y en todo su testamento mencionará a Dios y la virgen infinidad de veces:

“En el nombre de Dios y con su santa gracia amén. Sea notorio como yo, Dn. Manuel Belgrano, natural de esta ciudad, brigadier de los ejércitos de las Provincias Unidas de Sud América, hijo legítimo de Dn. Domingo Belgrano y Peri, y Da. María Josefa González, difuntos: estando enfermo de la (enfermedad) que Dios Nuestro Señor se ha servido darme, pero por su infinita misericordia en mi sano juicio, temeroso de la infalible muerte a toda criatura e incertidumbre de su hora, para que no me asalte sin tener arregladas las cosas concernientes al descargo de mi conciencia y bien de mi alma, he dispuesto ordenar este mi testamento, creyendo ante todas las cosas como firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como católico y fiel cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra y devoción y demás de la corte celestial, bajo de cuya protección y divino auxilio otorgo mi testamento en la forma siguiente:

El Sepulcro de Manuel Belgrano
El Sepulcro de Manuel Belgrano (Archivo General de la Nación)

1ª Primeramente encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que la creó de la nada, y el cuerpo mando a la tierra de que fue formado, y cuando su Divina majestad se digne llevar mi alma de la presente vida a la eterna, ordeno que dicho mi cuerpo, amortajado con el hábito de patriarca de Santo Domingo, sea sepultado en el panteón que mi casa tiene en dicho convento, dejando la forma del entierro, sufragios y demás funerales a disposición de mi albacea.”

Y así morirá el 20 de junio de 1820, y sus restos amortajados con el Habito de Santo Domingo, descansarán en el atrio de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario del convento de los dominicos, hasta su exhumación para ser depositados en el nuevo sepulcro con el que la Nación homenajeaba a uno de sus Padres Fundadores, que vivió, e intentó siempre vivir de acuerdo a sus convenciones religiosas y que fueran colocadas en un lugar importante en la futura construcción de una Nación nueva.

(*) Coordinador de Culto, Dirección Gral. de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara de Diputados

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