De voluntario en la Segunda Guerra Mundial a líder de comandos: el argentino que mató y murió en un campo de concentración

John Godwin nació en Argentina y murió en Sachsenhausen, a sus 25 años, tres meses antes del final de la guerra. Su actuación como teniente temporario en la Royal Navy, el éxito ambiguo de la operación Checkmate y las dos versiones de su ejecución

El puerto de Kopervik en la isla de Karmoy fue el objetivo de la Operación Checkmate. En el centro de la escena, el barreminas que quedó escorado tras el ataque del comando británico. Hay versiones que aseguran que la incursión hundió varias embarcaciones, según la información de un documento alemán que cita "varios barcos de vapor alemanes fueron hundidos en Oslo y Kopervik, faltan detalles"

Era el primer viernes de febrero en 1945 y en Sachsenhausen, en la ciudad de Oranienburg, a 35 kilómetros del corazón de Berlín, había desazón. Los trascendidos habían vulnerado las barrancas del campo de concentración donde se institucionalizó el terror: Sachsenhausen fue modelo para la confección de otros centros de confinamiento y escuela para sus jerarcas.

Una rendija de esperanza había ilusionado a los prisioneros. Se vislumbraba la ofensiva del Ejército Rojo sobre el régimen nazi y se proyectaba la liberación. El 3 de febrero Odd Nansen escribió una reseña de la noche anterior: “Desde el optimismo más brillante y salvaje, nos hemos sumido en un pesimismo sombrío”. El arquitecto, escritor y humanitario noruego -considerado también cofundador de UNICEF- retrató su pesar en el libro Day after day, una suerte de catálogo de un prisionero y de un sobreviviente. En el relato de aquel día, lo nombró: “Cuando nos enteramos que nuestros amigos los ingleses, John, Jack, Tommy y el resto, con toda probabilidad habían sido fusilados, la atmósfera se llenó de tristeza”.

Los “amigos ingleses” de Nansen eran miembros de un comando británico que había sido capturado el 15 de mayo de 1943 tras una operación de sabotaje sobre la costa de Noruega. Primero fueron enviados a Haugesund, donde oficiales nazis los sometieron a interrogatorios individuales. Cada uno respetó el principio de la doctrina del MI9 (la Dirección Inteligencia Militar sección 9) que reza “ser capturado no constituye el final de la guerra”. Los prisioneros declararon evasivas a fin de no comprometer operaciones futuras. Los trasladaron a Stavanger para continuar la indagatoria.

Lo hicieron por mar. En la navegación, pasaron por un lugar que conocían. Los alemanes ignoraban que, en ese viaje, les habían concedido a sus prisioneros la dicha del regocijo: los comandos de las fuerzas especiales británicas descubrieron la satisfacción, anónima y cómplice, de su final justificado. Iban hacia la ciudad de Haugesund. Allí los esperaban la Gestapo y su brazo de inteligencia, la Sicherheitsdienst (SD), que prefirió prescindir de las cortesías.

Una imagen de John Godwin, el teniente del Comando N° 14 (Ártico), mientras era llevado por oficiales nazis tras su captura en una isla de Noruega después de atacar un objetivo en las costas de Noruega

Vestían los uniformes reglamentarios de la Royal Navy y asumieron su intervención en operaciones de obstrucción, sin embargo, los interrogadores de la SD los clasificaron, arbitrariamente, como meros delincuentes noruegos. La estrategia pretendía vulnerar los protocolos y fundamentos del Convenio de Ginebra, firmado el 27 de julio de 1929, un reglamento que protege los derechos de los prisioneros de guerra. Los internaron en Grini, un campo de concentración destinado a académicos, militares y políticos noruegos. Inscribieron al comando británico como si fuesen prisioneros nativos y separaron al teniente del resto de sus hombres.

En Grini conocieron a Odd Nansen, el hombre que luego daría testimonio de sus asesinatos. Sus actos de subversión al régimen nazi les habían otorgado cierta popularidad entre los prisioneros. A través de vías clandestinas, habían advertido a Londres sobre la captura del Comando N° 14 (Ártico) de las fuerzas especiales británicas. Su estadía fue corta. En septiembre de 1943, los derivaron a Sachsenhausen, el campo de concentración que en su puerta de ingreso tiene escrito el pavoroso lema Arbeit macht frei (“el trabajo libera”).

Esta vez, sus uniformes de prisioneros cargaban una "E" cosida: eran finalmente reconocidos como “english”. Sachsenhausen les enseñaba la crueldad, el frío, el hambre y el hacinamiento. Ellos estaban entrenados para soportar la adversidad. La templanza y la estoicidad militar les había suministrado recursos y experiencia para tolerar impasibles el sufrimiento. Había razones para resistir: en la atmósfera resonaban los bombardeos, las fuerzas aliadas sopesaban su dominio, el Tercer Reich se debilitaba y la Segunda Guerra Mundial era cuestión de meses.

John Godwin, a la izquierda de la imagen. Tenía 25 años cuando murió asesinado por oficiales nazis luego de rebelarse en el campo de concentración de Sachsenhausen (Fondo documental John y Peter Godwin. Universidad de San Andrés)

En las vísperas de su final, los nazis procedieron a la eliminación de su rastro. Los miembros de las fuerzas especiales británicas fueron enviados a otras barracas, donde las condiciones de precarización y hacinamiento eran aún peores. Sachsenhausen no era un campo de exterminio, era un centro de instrucción y explotación laboral. Los miembros del comando habían sido asignados a una nueva labor: probar zapatos. Todos los días tenían que caminar 48 kilómetros sobre asfalto, piedras, tierra y agua. Debían comprobar la calidad y resistencia de botas militares para los oficiales alemanes.

No pudieron doblegarles la moral. El teniente temporario se encargaba de sostener el espíritu mental y físico del comando. Los bombardeos aumentaban. La inminencia del ataque de los Aliados inspiró una alegría efímera en los prisioneros.

A principio de 1945, el campo de concentración de Sachsenhausen pasó a ser también un campo de exterminio: instalaron una cámara de gas para efectuar la “Solución Final”. La matanza crecía al compás de la agonía del régimen nazi. Era necesario borrar las evidencias de la masacre. Eso incluía aniquilar a los testigos de los crímenes: por ejemplo, al comando de las fuerzas especiales británicas.

“El procedimiento era tan sencillo como perverso. Se indicaba a los prisioneros que serían trasladados a otro campo, en virtud de la proximidad de los rusos. Unos camiones recorrerían unos cuantos metros, para luego ejecutarlos uno por uno, y luego eliminar todo rastro en los crematorios”, escribió Aníbal José Maffeo, escritor e historiador argentino.

La tarde del viernes 2 de febrero de 1945 había desazón. No lloraban la pérdida de todos los ejecutados. Odd Nansen lo retrató en sus memorias: “Ahora se dice que más de doscientos hombres, incluidos todos los lacayos del Sonderkommission, fueron asesinados anoche. Eran una banda espantosa, y nadie los lamenta. Eran los secuaces de la Gestapo entre los prisioneros. Y esa fue su recompensa”.

John Godwin no fue el único voluntario argentino que combatió en la Segunda Guerra Mundial. Pero su muerte, tras resistirse ante un final anunciado, eleva su ponderación

Sufrían la muerte de los “amigos ingleses”. Todos los miembros del comando, con excepción de un hospitalizado y otro excluido por un dichoso error, fueron convocados al patíbulo. Hasta aquí la historia conjunta del Comando N° 14 (Ártico), responsable de la Operación Checkmate (“Jaque Mate”), la última de doce incursiones de las fuerzas especiales contra objetivos alemanes en la costa de Noruega. Lo que pasó después de ese llamado remite a la esencia de un hombre, John Godwin, el teniente temporario del comando, un argentino.

Su final, difuso e inevitable, asume dos versiones y una conclusión. Godwin no iba a ceder su muerte. Lo que sucedió es incierto y escala a calidad de leyenda. Hay quienes cuentan, dijo Maffeo, que logró “tomar el arma del jefe del pelotón de fusilamiento y lo ultimó antes de caer bajo las balas alemanas”. La otra hipótesis es más fabulosa. Kenneth Macksey, prestigioso escritor y soldado del ejército británico en la Segunda Guerra Mundial, documentó en Godwin’s Saga: A Commando Epic, su libro publicado en mayo de 1987, un final más glorioso. Asentó que el argentino atacó a un guardia borracho y, que junto a otros prisioneros, lograron hacerse de algunas armas luego de reducir a un grupo de oficiales. Relató que tomaron posesión de uno de los edificios de una fábrica de calzado ubicado en la periferia del campo, donde la resistencia significó la garantía de su muerte: se defendieron hasta donde pudieron. Muchos testimonios de sobrevivientes de Sachsenhausen dan crédito a esta última versión.

“Nunca se sabrá la forma exacta de su muerte -vaticinó Maffeo-. Seguramente sea alguna de las dos versiones que se dan, o en algún punto intermedio de ambas. Es indiscutible que Godwin no cejó nunca en su resistencia contra sus captores”.

Sus investigaciones se abocaron a su historia de vida y no a su historia de muerte. Lo describió como “uno de los tantos valientes idealistas que optó por dejar la seguridad del hogar para combatir al fascismo que asolaba el mundo, sin esperar nada a cambio, y con todo por perder, incluso su propia vida”. Maffeo rescató su coraje, “el que demostró en esas peligrosas misiones tras las líneas enemigas y el de ofrecerse como voluntario, cuando podría haberse quedado viviendo una vida tranquila, con sus padres en Buenos Aires, enterándose de la guerra por los diarios y las radios”.

Febrero de 1942. 27 cadetes de la Royal Navy posan en el Lancing College, en Sussex. Todos habían servido en el HMS "Ark Royal" que se hundió en las costas de Gibraltar en noviembre del '41. El primero desde la izquierda en la fila del medio es John Godwin, uno de los únicos dos oficiales que aparecen en la foto que cayeron prisioneros del régimen nazi (Fondo documental John y Peter Godwin. Universidad de San Andrés)

John Godwin había nacido en Argentina el 13 de diciembre de 1919. Tenía 25 años cuando murió en un campo de concentración nazi y un hermano gemelo, Peter. Eran hijos de Charles Godwin y Eva Mary Darbyshire, quienes se habían conocido en la estancia Las Cabezas ubicada en Gualeguay, provincia de Entre Ríos. Charles trabajaba como capataz en la residencia donde vivía Eva junto a su padre Henry Darbyshire. El matrimonio había tenido en mayo de 1914 a otra hija, Mary.

Según consigna el Fondo documental John y Peter Godwin de la Universidad de San Andrés, los gemelos fueron a cursar la escuela primaria a la Amesbury School en Surrey, Inglaterra, cuando tenían apenas ocho años. Luego, en 1933, ingresaron al Malvern College en Worcestershire donde egresaron de sus estudios secundarios. Cinco años después retornaron al país para trabajar en establecimientos rurales a instancias de su padre. John recaló en The Australian Mercantile Land and Finance Co. Ltd. en la provincia de Buenos Aires y Peter fue a Bovril Ltd. en Entre Ríos, donde conoció a Evelyn Beryl Woodgate, hija del capataz de la estancia, y quien años más tarde sería su esposa.

El primero de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia: horas después el Reino Unido y Francia declararían el estado de guerra. Los gemelos argentinos habían regresado al país meses antes de que se desatara la Segunda Guerra Mundial. No se habían salvado del conflicto bélico: por el contrario, su deseo inmediato fue ofrecerse como voluntarios en las Fuerzas Armadas Británicas. No pudieron alistarse hasta 1941. Peter se enlistó en el ejército, John en la armada.

El primero de enero de 1943 le envió un mensaje a su familia con una postal con el deseo de feliz año nuevo (Fondo documental John y Peter Godwin. Universidad de San Andrés)

Peter combatió de la Campaña de Túnez, desde mayo de 1943. Perdió parte de su pierna derecha en una batalla: fue internado en el General Hospital de las Middle East Forces en Egipto, trasladado en barco de la Cruz Roja cuatro meses después al Derby City Hospital, en Inglaterra. Su servicio como defensor de la realeza británica fue corto: en 1944 ya estaba de regreso en Argentina.

El fondo documental de la Universidad de San Andrés recreó su derrotero posguerra: el 21 de abril de 1951 se casó con Evelyn y en 1976 viajaron hacia Cambridge, donde se formó como reverendo en la Iglesia Anglicana. Volvieron al país. Primero vivieron en Lomas de Zamora y desde 1986 en un departamento de la Ciudad de Buenos Aires. Peter falleció en enero de 1999: además de soldado del Royal Armoured Corps, había sido reverendo en la Catedral Anglicana San Juan Bautista.

La aventura de John reviste otros dramas. Maffeo apuntó: “Cuando zarparon de Buenos Aires, recibió entrenamiento de artillería en el buque en el que viajaba, así que cuando ingresó a la base HMS Collingwood, para ser entrenado como suboficial del escalafón mar, ya tenía una ventaja sobre sus compañeros bisoños. No obstante ello, Godwin ya había solicitado su admisión como oficial”. John fue ascendido a Able Seaman y se lo destinó como artillero antiaéreo del portaaviones HMS Ark Royal, el buque insignia de la Royal Navy. El 13 de noviembre de 1941 se hundió en las costas de Gibraltar tras el ataque de un U-81: solo murió el marino Edward Mitchell, mientras dormía en los camarotes inferiores.

El argentino fue admitido en la Royal Navy Volunteer Reserve (RNVR) como candidato a oficial. El 26 de marzo de 1942 fue ascendido a subteniente. Quería entrenarse como comando de las Operaciones Combinadas. Se presentó en el establecimiento HMS Dorlin en Moidart, Escocia, para recibir su entrenamiento básico en los cursos de asalto en el Centro de Entrenamiento Combinado Nº 3. “Mientras tanto -detalló Maffeo-, el vicealmirante Louis Mountbatten, por entonces Comandante de Operaciones Combinadas (CCO por Chief of Combined Operations) había autorizado la creación del Comando N° 14 (Ártico), una unidad de fuerzas especiales que reuniría a remeros y esquiadores para operar en las frías zonas de la península escandinava”.

Un documento detalla la captura del comando británico que había surgido a fines de 1942 para emprender operaciones al norte del círculo polar ártico. Checkmate fue la última de doce incursiones contra objetivos en la costa de Noruega

Se perfeccionó en ataques tácticos con un selecto grupo de la fuerza en la base HMS Northney de la isla de Hayling. De regreso en la base HMS Dorlin, fue uno de los 17 hombres seleccionados para conformar una unidad de misiones especiales destinadas a operar en las aguas del Ártico. John Godwin había madurado una idea: creía que las cobles, tradicionales barcos de pesca de las costas norestes británicas, podrían ser utilizadas en operaciones comando. Se lo propuso al teniente Kenyon Waggett.

“El plan era sencillo -distinguió Maffeo-: acercarse a las costas enemigas en una MTB (un buque torpedero) que llevaría a remolque a una coble, que a su vez cargarían unos folbot (contracción de folding boat), una suerte de canoas plegables. La coble se desprendería con sus tripulantes y se establecerían en algún punto seguro, en donde camuflarían la embarcación y establecerían una base temporal, mientras que con los folbot se infiltrarían en un puerto y atacarían los buques del enemigo con minas Limpet, un tipo de bombas magnéticas que se adherirían al casco y detonarían posteriormente gracias a un mecanismo de tiempo”.

La idea fue aprobada. Se le asignó un período de entrenamiento, una misión y un grupo. El argentino lideraría un comando integrado por el suboficial Harold “Shorty” Hiscock -segundo al mando y patrón de la coble- y los marineros Andrew Anthony West, Keith Mayor y Neville Burgess, todos de la Royal Navy.

El 22 de febrero de 1943 dos MTB zarparon hacia las costas de Noruega para atacar un puesto alemán. Contexto: tres años antes, el régimen nazi había orquestado la Operación Weserübung, un asalto a las naciones neutrales de Noruega y Dinamarca con el vil argumento de proteger una supuesta agresión de las fuerzas aliadas.

Un capítulo del libro está dedicado a la historia de John Godwin. "Es particularmente emotiva, porque no se limita a su participación en las acciones bélicas, sino a su padecimiento y sacrificio final en el campo de Sachsenhausen", argumentó

El comando de Godwin encontró el puesto enemigo arrasado. Alguien ya había hecho su trabajo. Cortaron un cable telefónico y regresaron con la recompensa de haber adquirido experiencia. Pronto le asignaron otra misión: la Operación Checkmate, el ataque al puerto de Kopervik en la isla de Karmoy. Al comando se le incluirían el sargento del ejército Víctor John Cox y el suboficial de la armada Alfred Roe.

La noche del 28 de abril de 1943 partieron de la costa británica. A bordo de la coble, se hicieron pasar por pescadores noruegos para confundir a una batería alemana que custodiaba el ingreso al estrecho de Karmsund. El comando se dividió en dos: el suboficial Hiscock, Cox y Rox escondieron el barco pesquero en la isla de Kjeoyni, donde harían guardia hasta el 5 de mayo, fecha estimada como plazo límite para evacuar el lugar en caso de que el resto del grupo no llegara. El resto del grupo: Godwin, West, Mayor y Burgess.

Los cuatro se apostaron frente al puerto de Kopervik, que era defendido por oficiales nazis. No había, sin embargo, ningún blanco redituable para hacer explotar con las minas Limpet. Solo un pequeño pesquero devenido en barreminas: el buque de la Kriegsmarine M5207. John Godwin decidió proceder al ataque esa misma noche: era el 2 de mayo de 1943. Su familia en Argentina ya no recibiría noticias de él.

La carta dirigida a la tía de Godwin firmada por el rey Jorge VI (Fondo documental John y Peter Godwin. Universidad de San Andrés)
La carta dirigida a la familia Godwin firmada por el Embajador británico de Buenos Aires. La documentación hallada fue reunida y coleccionada por Evelyn, viuda de Peter, quien la guardó durante largo tiempo (Fondo documental John y Peter Godwin. Universidad de San Andrés)

El argentino y West colocaron las minas debajo del casco del buque y huyeron. En la costa, a resguardo, habían quedado los otros dos miembros del comando de la Operación Checkmate. “Fue en ese momento cuando se escucharon gritos en la cubierta del barreminas. Los alemanes habían detectado a Mayor y Burgess, pero no les dispararon. Lo cierto es que los dos folbot se alejaron sin que los alemanes hicieran mucho por seguirlos”, retrató el historiador.

En el escondite donde se refugiaron no pudieron constatar el resultado de su misión: no tenían contacto visual con el puerto ni estaban lo suficientemente cerca para escuchar las explosiones. Dos días después fueron al encuentro del resto del comando. En la isla de Kjeoyni no estaba la coble ni sus tripulantes. El plan de contingencia era viajar hacia la isla de Urter, donde el 9 de mayo los recogería una MTB. Pero la segunda fecha de encuentro tampoco fue exitosa: la niebla desconcertó al teniente de la embarcación y no pudo encontrar el pequeño archipiélago.

La siguiente fecha de recogida sería el 16 de mayo. Debían esperar más de una semana. Se alojaron en una cabaña junto a un pescador noruego. Aníbal José Maffeo escribió en su libro Proa a la Victoria el desenlace de la misión: “La espera transcurrió con tranquilidad, hasta que a poco menos de un día de la hora de encuentro con la MTB, un patrullero de la Kriesgmarine se acercó a la isla, quizás alertados por el exceso de actividad en la cabaña, y dos lanchas desembarcaron a un numeroso grupo de soldados alemanes en la costa. Armados con sus subametralladoras Sten, los comandos británicos adoptaron posición de combate. Pero la fuerza enemiga era abrumadora, y Godwin observó con agudeza que la resistencia sería inútil”.

La mención por la muerte de John Godwin de "The London Gazzette": las fuerzas británicas destacaron su valor, ejemplo e inspiración

El Comando N° 14 (Ártico) entregó sus armas y su destino. Era el 15 de mayo de 1943. Primero los trasladaron a Haugesund y después a Stavanger. En ese trayecto por mar, pasaron por el puerto de Kopervik y comprobaron que la Operación Checkmate había sido exitosa: el barreminas que habían atacado yacía escorado. El primero de junio de ese año, en calidad de cautivo, Godwin fue ascendido a teniente, tal como se desprende de los ejemplares de “The Navy List”, aunque es probable que nunca se hubiera enterado de la recategorización.

El 2 de febrero de 1945 murió ejecutado en Sachsenhausen. Ocho meses después, exactamente el 9 de octubre, The London Gazette publicó en la “Mention in Despatches” (“Mencionado en los Despachos”) una mención sobre el argentino: “Por su extraordinario valor y por servir de ejemplo e inspiración siendo prisionero de guerra de los alemanes en Noruega y luego en Sachsenhausen, cerca de Oranienburg, Alemania, 1942-1945. Temporary Lieutenant John Godwin, R.N.V.R”.

Su familia se enteró del fallecimiento cuando la Segunda Guerra Mundial había terminado: sabían, a través de notificaciones y testimonios, que había sido capturado en una misión en Noruega. Amy Cotter, tía de los gemelos Godwin, recibió una carta con membrete del Buckingham Palace y la firma de George R.I., el rey tartamudo Jorge VI y las siglas RI de Rex Imperator (Rey Emperador). La misiva decía: La Reina y yo le ofrecemos nuestro más sincero pésame en su gran dolor. Rezamos para que la gratitud de tu país con las vidas tan noblemente perdidas en servicio pueda servir de algún tipo de consuelo”.

El 31 de octubre de 1946 la Embajada Británica de Buenos Aires envió una carta a la estancia de Las Cabezas, donde vivían Charlas y Eva, los padres de los gemelos. “He estado escribiendo a todos los voluntarios de este país que han servido en las fuerzas de su Majestad para agradecerles en nombre del gobierno por sus servicios. En el caso de su hijo, el Teniente Temporal John Godwin, puedo expresarle a usted y a los miembros de su familia mi más sincero pésame por su pérdida. Su hijo sacrificó su vida para que otros pudieran vivir. Ningún hombre puede hacer más”.

Seguí leyendo: