Laura escuchó gritos en el fondo y supuso lo de todos los días. Thiago y Tobías, sus hijos, cinco años de diferencia, protagonizando una pelea más. Pero unos pocos segundos modificaron su percepción del escenario. La madre corrió al patio y vio a Thiago, de 11, con la mano derecha ensangrentada. No se detuvo en los detalles. Sólo atinó a buscar una toalla limpia, envolver su mano en ella y buscar ayuda inmediata para trasladar a su hijo a un hospital.
Los mayores de cuatro hermanos -Laura también es madre de dos niños de 5 y 2- se encontraban cortando leña para la salamandra hogareña. Un trabajo habitual en el que cada uno se desenvuelve con un hacha en sus manos. Un golpe imprevisto y accidental de Tobías generó el grito inicial. El adolescente quedó paralizado. Laura oyó la desesperación pero no quiso ni pudo ver la gravedad de la herida en la mano de su otro hijo.
El hecho ocurrió el miércoles 3 de junio, pasadas las 11 de la mañana, en la localidad de Las Flores, provincia de Buenos Aires. Junto a Diego, su marido, Laura y sus hijos llegaron al Hospital Zonal General, donde fueron derivados a la guardia pediátrica del establecimiento.
En el lugar, las primeras curaciones las efectuó la médica María Rocco, quien explicó a Télam que “el paciente llegó consciente, con una amputación completa a nivel metacarpiano de la mano derecha”.
Rocco evaluó la situación y se contactó rápidamente con el médico cirujano Sebastián Valbuena, del Hospital “El Cruce-Néstor Kirchner", de Florencio Varela. Con él combinó el traslado de Thiago. “Sin perder tiempo, porque en estos casos es fundamental la rapidez, gestionamos la derivación en el sistema de Salud de la provincia de Buenos Aires, que inmediatamente puso en marcha el vuelo sanitario”, explicó la médica.
El mismo día, a las 13.30, un helicóptero aterrizó en Las Flores para trasladar a Thiago, quien una hora y media más tarde ingresó al quirófano del hospital. "El tiempo límite para hacer un reimplante de este tipo es de entre seis y doce horas de ocurrida la amputación”, sostuvo Valbuena, quien en su cuenta de Twitter se exhibe como especialista en cirugía reconstructiva del miembro superior.
“La cirugía salió bien, duró unas diez horas y se tardó mucho porque era un caso muy complejo. También se demoró porque fue considerado como sospechoso de COVID-19 y se debieron implementar todos los protocolos, lo cual lentificó los procedimientos médicos”, explicó el especialista.
El primer reimplante de mano en la Argentina ocurrió el 26 de febrero de 1990 por el médico Ricardo Zambrano, por entonces miembro del Hospital Francisco Santojanni de la ciudad de Buenos Aires, quien debió intervenir quirúrgicamente a Egidio Cuella, de 44 años. Desde ese primer logro, nuestro país acumula una larga tradición en este tipo de intervenciones.
En esta última oportunidad, comandados por Valbuena, un equipo de 17 profesionales participó del reimplante que a los tres días debió reajustarse, otra vez en quirófano, debido a un hematoma en uno de los dedos de Thiago.
“Todavía no salgo de mi asombro y emoción”, dijo Laura, quien le agradeció profundamente a Valbuena y a todo el equipo que lo acompañó durante la intervención de su hijo. “Están todos muy pendientes, y nos cuidan, tanto a Thiago como a mí”, expresó emocionada, en diálogo con Télam, desde la habitación en la que su hijo permanece en reposo.
“Mi hijo está bien, ya salió de terapia, y ahora está en una sala común compartida. Esperamos que tal vez en unos 10 días, si no hay ninguna complicación, podamos volver a casa”, precisó la mujer.
“Se trató de una intervención de alta complejidad que requirió la coordinación tanto del hospital de Las Flores, que recibió al paciente y solicitó la derivación; del sistema de Salud provincial, que además coordinó el traslado en un vuelo sanitario, y del de alta complejidad aportada por el Ministerio de Salud de la Nación, desde el Hospital El Cruce”, dijo el secretario de Calidad en Salud de la Nación, Arnaldo Medina, en la información.
Valbuena, por su parte, explicó que "el paciente permanecerá varias semanas con la mano inmóvil, y tras ello vendrá una ardua rehabilitación por tratarse de una mano reimplantada; no es exactamente igual a la mano que tenía antes, es una nueva mano que tendrá que reacondicionar, readaptar y organizar en su estructura mental la movilidad de los dedos”.
Por estas horas, Thiago manifiesta algunos dolores, aunque los médicos aseguraron que son habituales y típicos de esta cirugía. Miriam, su maestra, lo llama todos los días, al igual que sus amigos y compañeros del colegio, quienes mediante videollamadas le dan ánimo y le expresan cuánto ansían volver a verlo.
Valbuena advirtió que para el futuro existe la probabilidad de que “se necesiten más cirugías, porque lo que realizamos fue un primer paso de urgencia y luego continúa un andamiaje de procedimientos”. Por lo pronto, su foto con Thiago alivió su máxima preocupación: volver a verlo sonreír.
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