“La solidaridad es un estilo de vida”, asegura Rodrigo Piñero Campbell y él sabe mucho de eso. Arrancó su día de cumpleaños a las 6 de la mañana para cumplir su deseo de celebrar los 40 años homenajeando a cada una de las personas que combate al coronavirus en la primera línea en uno de los centros de salud más importantes de Lomas de Zamora, distrito que registra 433 casos positivos.
“Cuando conté lo que quería hacer me dijeron que estaba loco, pero los médicos y cada trabajador están dejando todo y arriesgándose para salvar esas vida ¿cómo no agradecerles?”, dice a Infobae y cuenta que la conexión con ese hospital es importante para su familia ya que María Luz -su madre, que cumple 70 años el mismo día que él- es voluntaria del área de Oncología desde hace 30 años.
Por eso, esta celebración de cumpleaños es para Rodrigo, chef de profesión, “un mimo a quienes nos cuidan”. Preparó 240 porciones de guiso de lentejas, y con cada una de ellas brindó su propio aplauso a los médicos, enfermeros, camilleros, ayudantes varios, personal de limpieza, seguridad y administrativo del Hospital Gandulfo.
María Luz es su madre, cumplió hoy 70 años y por ser parte de la población en riesgo, a causa de la edad, no pudo participar del nuevo festejo solidario. Ella conoce de cerca a quienes su hijo eligió para homenajear y desde que supo que lo haría lo vivió emocionada. “Mi mamá estaba nerviosa y ansiosa por saber que no iba a poder estar ya que durante 30 años cuidó a pacientes oncológicos del Gandulfo, pero ahora tiene que cuidarse hasta que esté todo bien y poder seguir con sus tareas”.
El primer cumpleaños solidario: María Luz y Rodrigo habían participado de una campaña junto a la Red Solidaria y prepararon comida a cientos de personas en situación de calle en Plaza de Mayo. “Mi abuela también ayudaba mucho, creo que ella se lo heredó a mi mamá”, asegura Rodrigo.
“La solidaridad es un estilo de vida”
Madre e hijo cumplen años el mismo día, el 10 de junio. El cambio de década los encontró en medio de la pandemia. Rodrigo tenía pensado un festejo “fuerte” por sus 40 años y los 70 de su mamá: pensaba alquilar un lugar para hacer una fiesta a la que invitaría a todos sus amigos, familiares y compañeros de ONG. En enero, María Luz había comenzado a preparar los souvenirs para repartir entre sus invitados y -cuenta Rodrigo- ya tenía organizadas entre siete y ocho reuniones con sus distintos grupos de amigas de la vida, familia y grupos de voluntariado, incluido el grupo que conoció hace tres décadas en el Gandulfo.
Al igual que en el resto del mundo debido a la pandemia, los planes de ambos cambiaron. A diferencia de ese resto, a Rodrigo se le ocurrió no sólo no estar solo sino en ser él quien homenajeara a las personas que en este momento de pandemia más ayuda y mimos necesitan.
“Está bien que se reconozca el trabajo de los médicos porque lo están dejando todo”, afirma y cuenta que “pensé también en este lugar porque es muy especial para mi mamá”.
María Luz llegó hace 30 años a la sede de Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) para presentarse como voluntaria. Así inició su camino solidario en el Gandulfo donde contiene a las personas que durante el tratamiento se someten a quimioterapia.
“Hizo un curso en LALCEC que antes lo había hecho mi abuela, hace más de 30 años es voluntaria. Ella les enseña a dibujar a los pacientes que están haciendo quimio que, de alguna manera, se entretienen y logran alejarse de la situación que están viviendo en ese momento. Lo bueno, además, es que esos dibujos concursan con los de otros hospitales... Es un aliciente para aliviar un poco la situación propia de la quimio”, cuenta Rodrigo, orgulloso de su madre y musa de sus acciones, y afirma que la mujer “tiene el don del dibujo”.
María Luz es médica fonoaudióloga jubilada y su hobbie siempre fue dibujar. “¡Es increíble lo que hace! ¡Cómo pinta! Eso también lo heredó de mi abuela. Y como es un don lo puso a disposición de las personas que necesitan expresarse o sentirse mejor durante su tratamiento”, asevera el chef.
También les enseña a pintar y a pintar con la otra mano, la que no usan para escribir. Mientras María Luz -Marilú, para sus seres queridos- hace su parte, otra voluntaria masajea los pies de los pacientes mientras están conectados a la quimioterapia.
Ese sentimiento de amor por el prójimo es la herencia que Rodrigo tiene. “La aprendí, la sentí y la siento”, afirma y dice que su debilidad son los niños, siempre los más vulnerables.
Guiado por el deseo de ayudarlos, en 2012 fundó la ONG “Ayudame a ayudar Lomas”, de Lomas de Zamora desde la cual realiza colectas para asistir a las familias vulnerables de la zona.
Antes de fundar su propia ONG, Rodrigo fue voluntario en distintas acciones y miembro de Sur Solidario, pero pronto quiso tener su propio proyecto. Una de sus tres hermanas y sus primos, además de su mamá, claro, fueron los primeros en sumarse al emprendimiento del joven.
“Lo primero que quise hacer fue ayudar a los chicos, porque los chiquitos son mi debilidad... Mirá, pienso en esos primeros años en que íbamos a comedores y me dan ganas de llorar. ¡Es increíble! Ver a nenes con carencias y en esos lugares es lo que más me duele y, la verdad, trato de no pensar en otra cosa que en ayudarlos, y me alivia pensar, ante tanto dolor que pasan, que estoy haciendo algo por ellos... ”, dice emocionado.
“¡El próximo 10 de junio estaremos cocinando un exquisito guiso de lentejas para darle de almorzar a todo el personal! Es una muestra de gratitud para todos aquellos que día a día ponen en juego su propia salud para cuidar la nuestra y decirles que no están solos y un eterno gracias!”, decía el pedido de Rodrigo en sus redes.
Gracias a su amor por la cocina, para Rodrigo siempre fue fácil organizar acciones que tuvieran como objetivo dar de comer a quienes lo necesiten.
“Soy chef y todo lo pienso desde la comida, por eso muchas ideas nacieron a través la cocina y, por suerte, siempre hubo gente que se sumó a cada una de esas actividades. Agradezco que en mi camino hayan aparecido personas que me ayudaron a concretar cada una de las locuras que se me ocurrieron”, añade emocionado.
Su recuerdo lo lleva a las terribles inundaciones de 2017, que afectaron seriamente a la localidad de Villa Paranacito, en Entre Ríos. “Cuando supimos que había gente viviendo debajo del agua, llegamos hasta allí en 10 autos repletos de comida. Con todo el grupo de la ONG cocinamos para más de 450 inundados, los que estaban viviendo al costado de la ruta y la gente que seguía en sus casas, cuidando lo poco que les quedaba... ¡Eran kilómetros de hogares bajo el agua! ¡Parecía Venecia!”.
Rodrigo pidió prestada una lancha para recorrer la zona y conocer las necesidades de todos esos “kilómetros de hogares”. “Fue tan doloroso... Por suerte, entre la desgracia, las construcciones eran altas".
Ver tanto dolor y desidia lo hizo pensar en otra “idea loca”, como asegura son las suyas. “Antes de irme les prometí a todos: ¡en 15 días regreso y hacemos una fiesta! Me miraron diciendo ‘¿estás loco? ¿no ves cómo estamos?’. Pero hablé con la dueña de la estación de servicio de la ruta y me prestó lugar para organizarla. Me fui con una libreta con los nombres de cada familia y un listado de todo lo que necesitaban”.
A los 15 días, una caravana de 50 automóviles llegó con donaciones que cubrían todas esas necesidades, con bolsones personalizados y, además, músicos y profesoras de Educación Física que se quedaron con los más chicos. Armaron una peña en la estación de servicio de la Ruta Provincial 46.
“Cociné locro para todos, unas 200 personas. Fueron unas horas en las que, al menos, pudimos regalarles un momento de alegría y diversión”, recuerda sobre el hermoso gesto solidario.
Rodrigo no registra exactamente el momento en que supo que su madre no iba al hospital para atender pacientes. “Un día noté que no llevaba puesto el guardapolvo de siempre, el blanco, sino un delantal cuadrillé. Y nos contó a mi y a mis hermanas lo que hacía. No recuerdo mucho, pero sentí orgullo. Crecer con esa madre para mi fue ejemplificador. Creo que la solidaridad es una forma de vida, puede haber actos solidarios, acciones solidarias, pero uno es solidario o no lo es. Yo puedo tener actos solidarios, pero si en mi vida cotidiana no, entonces no lo soy. Así lo mamé, así lo sentí y así lo siento”.
“¡Fue un día increíble!”, cuenta Rodrigo sobre el final del día a Infobae, cansado, pero feliz por la tarea realizada que superó sus propios objetivos: pensaba cocinar 150 viandas, pero gracias a las donaciones que recibió logró hacer 240 y todas con un hermoso detalle: en cada bandeja escribió ¡gracias!
Las viandas entregadas llenó muchos corazones y las que casi 100 que sobraron serán repartidas durante este miércoles. “Las vamos a entregar en el parque de Lomas, donde también instalaron camas y está lleno de médicos”.
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