Las demandas fueron aumentando con el paso de los días. Al principio, cuentan Ariel Eichbaum (presidente de AMIA), Miguel Kiguel (presidente de la Fundación Tzedaká) y el Rabino Tzví Grunblatt (presidente y director general de Jabad Lubavitch Argentina), les sorprendió la poca cantidad de requerimientos. Después entendieron: a muchas personas les daba vergüenza pedir ayuda.
“Pensaban que iban a poder llevar adelante la situación pero, con el tiempo se les empezó a hacer cuesta arriba. Las demandas son de alimentos, medicamentos y vivienda: hay gente no tiene dinero para pagar el alquiler. Por otro lado, se dieron cuenta que la AMIA, la Fundación Tzedaká y la Fundación Jabad siempre tienen un oído y una mano para dar. Somos muy receptivos y la ayuda es confidencial. En general se trata de personas que trabajan, personas que, hasta que empezó la pandemia, tenían sus ingresos y su vida social y, de repente, todo eso se derrumbó”, advierte Miguel Kiguel.
A su derecha, en la pantalla de zoom a través de la cual se realiza esta entrevista, el Rabino Rabino Tzví Grunblatt asiente con la cabeza. “Respondimos rápido para que no se auto marginen. Tratamos de darles el sostén para que sepan que esto es transitorio y de acompañarlos para que entiendan que de esta vamos a salir”, agrega. Finalmente, cuando la ayuda se materializa, las respuestas son conmovedoras. “Me salvaron”, le aseguró uno de los beneficiarios. “No sabía que me podían dar tanto. Muchas gracias”, sostuvo otro.
Desde que se decretó el “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, el pedido de ayuda social dentro de la comunidad judía se triplicó. “Hay muchos monotributistas, trabajadores informales y pequeños propietarios que históricamente no tuvieron necesidad, pero en este contexto de crisis se han acercado para pedir ayuda”, agrega Kiguel. De cara a esta situación, Ariel Eichbaum, presidente de AMIA, destaca el trabajo en equipo por parte de estas tres organizaciones sociales con amplia trayectoria y expertise a la hora de asistir en situaciones de vulnerabilidad y de pobreza.
“Frente a este tipo de situaciones críticas, es común que cada uno quiera ayudar desde algún lado. Pero si las actitudes individuales, por más nobles que sean, carecen de coordinación, pierden efectividad. Nuestra clave está en optimizar los recursos y saber bajo qué programa está cada familia o persona que recibe asistencia. Por ejemplo, Jabad se concentra en el Programa leladeinu, que protege a los niños; para los medicamentos o asistencia social, está Tzedaká; y, si hay algo que tiene que ver con adultos mayores o gente en situación de calle, interviene AMIA que tiene un Centro de Día”, dice Eichbaum.
-A lo largo de estos dos meses, ¿recuerdan algún pedido de ayuda o asistencia que los haya marcado?
Ariel Eichbaum: -No sé si una situación puntual, pero te puedo dar algunas cifras. Antes de la pandemia, en AMIA veníamos haciendo 40 altas por mes. Solamente en los primeros 30 días de la pandemia recibimos consultas de altas para 500 personas. Es decir: tuvimos un incremento del 1200 por ciento en pedidos de asistencia.
Rabino Tzví Grunblatt: -La semana pasada se acercaron a la Fundación Jabad dos familias que no tenían nada para comer. Uno nunca se hubiera imaginado que estaban en esa situación. Inmediatamente se les dio una cifra importante de dinero para que puedan llenar la heladera. Otro caso: la angustia de un hijo por miedo a que sus padres, que son adultos mayores, se quedaran sin cobertura médica porque, por tercer mes consecutivo, no estaba en condiciones de pagarles la cuota.
-Dentro de la comunidad judía hay un gran porcentaje de adultos mayores. ¿Cómo los asisten?
Ariel Eichbaum: -La AMIA tiene un Centro Integral de adultos mayores donde, todos los días, recibimos centenares de personas que participan de distintos talleres y cursos. También les damos el almuerzo, porque muchas veces son poblaciones vulnerables. Desde que se decretó el confinamiento, reconfiguramos rápidamente las actividades a través de plataformas digitales. A su vez, mediante un grupo de jóvenes, creamos un sistema de voluntariado (asesorado por los gerontólogos del Centro Integral) para dar acompañamiento telefónico y asistirlos en cuestiones digitales. Por otro lado, como nuestros comedores no están disponibles, les estamos mandando una vianda todos los días a sus casas junto con medicación, en caso de que la necesiten. La AMIA también recibió una donación de un laboratorio de tests de COVID-19, que hemos repartido entre los geriátricos de la comunidad para poder testar a todos los adultos mayores que están internados allí.
Miguel Kiguel: -Nuestros adultos mayores son los sobrevivientes del Holocausto. Para apoyarlos y asistirlos recibimos y administramos fondos que vienen del exterior. También contamos con el apoyo de nuestros voluntarios que, cumpliendo con las normas de seguridad e higiene, van hasta los domicilios de estas personas a llevarles alimentos y medicación porque, en muchos casos, tienen la movilidad limitada o viven solos. Sabemos que es un riesgo, pero el riesgo de dejarlos solos es mucho más alto.
Rabino Tzví Grunblatt: -Dentro de nuestros programas tenemos uno que es específico para adultos que viven solos. Es un programa previo a la pandemia y lo reforzamos con asistentes sociales que se comunican semanalmente con todos los beneficiarios. El trabajo que estamos haciendo entre las tres instituciones para potenciar recursos es fabuloso. Trabajamos con profesionalismo y muchísimo corazón dejando de lado cuestiones políticas. El interés está en ayudar al que necesita y, al que todavía no se acercó, ir a buscarlo y ofrecerle ayuda.
-A nivel presupuestario y de recursos, ¿cómo se están manejando para abastecer la nueva demanda?
Ariel Eichbaum: -En AMIA hemos redestinado presupuesto para atender esta emergencia. Es importantes destacar que estamos apelando a fondos o contribuciones locales o internacionales para reforzar programas nuevos para la nueva demanda.
Miguel Kiguel: -Las tres organizaciones sociales lanzamos programas especiales con asistencia del exterior para asistir a los nuevos necesitados, siempre pensando que es algo temporario. Tenemos que tenderles la mano en este momento tan difícil y, por suerte, estamos encontrando buenas respuestas de donantes tanto acá como en el exterior porque esto requiere de recursos adicionales tanto económicos cómo humanos.
Rabino Tzví Grunblatt: -En Jabad nos manejamos con donaciones que son un 90 por ciento locales. Podemos decir que la gente es muy solidaria y hoy está apoyando más que nunca porque entiende que esto es un momento especial y hay una gran parte del tejido social que se puede destruir si no lo manejamos como tiene que ser.
-¿Hubo algún tema en el que les haya costado ponerse de acuerdo?
Ariel Eichbaum: -Somos instituciones solidarias. Tenemos equipos de profesionales que están desde hace muchos años en cada una de nuestras instituciones, que se conocen y tienen diálogo permanente. Nuestro genotipo es el concepto de la otredad. Por eso, en una emergencia como esta, no hay lugar para tener diferencias logísticas. Trabajamos codo a codo.
Rabino Tzví Grunblatt: -No encontramos dificultades en el trabajo entre las tres instituciones y eso es encomiable. No haya superposición de tareas y, cuando uno no puede terminar algo, pero lo puede completar el otro nos ponemos contentos. Acá no hay un tema de celo institucional sino que se piensa en qué es lo mejor para los beneficiarios.
-En medio de toda esta movida solidaria, ¿cómo reciben las noticias de integrantes de la comunidad que rompen la cuarentena para , por ejemplo, hacer un festejo de casamiento?
Ariel Eichbaum: -Nosotros somos organizaciones sociales y, por ende, no podemos responder por las actitudes individuales de tres, cuatro o cinco familias. Lamentamos que no se haya tenido en cuenta la situación sanitaria. Tenemos que tener paciencia y respetar la ley. Todas nuestras instituciones están cerradas: los templos, las escuelas, los clubes.
Miguel Kiguel: -Creo que fue algo desafortunado, pero en la comunidad existe mucha solidaridad y hay un entendimiento de la situación. Este tipo de cosas también pasaron en otro lados, como por ejemplo el Baby Shower en Necochea.
Rabino Tzví Grunblatt: -Es parte de la vida. Si uno sabe que está en el buen camino, no tiene por qué asustarse.
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