Fue el domingo 2 de junio de 1884 cuando los vecinos de La Boca dijeron basta. Los incendios que devoraban las precarias casillas de madera, de techo de zinc, enseguida ardían sin remedio.
Un inmigrante genovés, Tomás Liberti, fue quien tomó la iniciativa cuando decidió que algo debía hacerse cuando las llamas convertían en cenizas a un conventillo, a pesar de la desesperada cadena humana de hombres, mujeres y niños que se pasaban baldes con agua extraída del río.
Liberti había nacido en Génova en 1827 y se había radicado en La Boca, en un conventillo de la calle Ayolas, por 1876, cuando en el barrio había una notoria mayoría genovesa, o xeneize.
Licorero de profesión y miembro de la logia masónica Liberi Pensatori, fue el impulsor de la producción de bebidas gaseosas sin alcohol en el país. El fue el creador de Naranjín Liberti y productor, además, de soda.
Sueños de libertad
Los genoveses tenían una presencia importante en la zona, a tal punto que en 1882 cuando la policía reprimió una huelga de trabajadores, los vecinos se reunieron en la Sociedad Italiana y decidieron que “el gobierno argentino no puede mezclarse en asuntos de genoveses". Izaron la bandera de Génova y hasta informaron al rey de Italia que habían constituido la “República Independiente de La Boca”.
El intento independentista terminó cuando el propio presidente Julio A. Roca fue personalmente al barrio a calmar los ánimos. Los genoveses, en señal de amistad, bautizaron una calle con el nombre del primer mandatario.
Junto a un grupo de vecinos, entre los que estaban Lázaro Paglieti, Andrés Benvenutto, José Ragoza, Ángel Descalzo, Luis Paolinelli, Santiago Ferro, Romeo Scotti, Esteban Denegri y su propio hijo Oreste, Liberti decidió tomar la iniciativa, y convocó a una reunión. Para ello redactó un comunicado en italiano, que decía:
“Ciudadanos: una chispa podría desarrollar un voraz incendio que reduciría a cenizas nuestras habitaciones de madera. Tenemos necesidad de una Sociedad de Bomberos que en los momentos de peligro salven nuestros bienes y a nuestras familias. Con tal motivo invitamos a la reunión que tendrá lugar el domingo p.v. a las 3 p.m. en el ateneo Iris. ¡Conciudadanos! La idea iniciada por pocos tiene necesidad de todos vosotros y de vuestro válido apoyo, y tendremos el orgullo de haber constituido una Asociación filantrópica. El domingo entonces, en el ateneo Iris, que nadie falte”.
Debió ser un día particularmente emocionante para la mayoritaria comunidad italiana del barrio, ya que ese 2 de junio se cumplían dos años del fallecimiento del general Giuseppe Garibaldi, uno de los artífices de la unificación italiana.
El Teatro Iris, fundado tres años antes por el empresario Rufino Pastor -quien adheriría a la Unión Cívica Radical en 1890- estaba ubicado en Almirante Brown al 1300, y tenía capacidad para 500 personas.
Ese domingo por la tarde quedó constituida, por aclamación, la “Sociedad Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca”. Liberti fue su primer presidente.
El primer cuartel se levantó en la calle Necochea, entre Lamadrid y Pedro de Mendoza. En la entrada había un cartel, escrito en genovés, que decía “Volere è Potere”: Querer es poder.
Su bautismo fue el 14 de noviembre de 1885 cuando debieron intervenir para sofocar un descomunal incendio en la fábrica de velas de M. Renner y Cía, en Barracas.
Liberti falleció en 1904, a los 77 años y vivió para participar de la inauguración, en 1900, del nuevo cuartel de bomberos. Seguramente, un sueño hecho realidad.
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