Marisa Saravia tiene 33 años y, desde hace seis, trabaja como enfermera del Hospital Austral de Pilar. El 23 de marzo, luego de haber estado en contacto con un paciente que dio positivo de COVID-19, supo que ella también había contraído el virus. Lo que no se imaginó, es que iba a estar infectada durante 60 días. “Llegué a hacerme once hisopados. Recién el décimo me dio negativo. Fue muy traumático”, apunta en charla con Infobae.
Además de contagiar a su marido (que se recuperó antes que ella), Marisa perdió el gusto y el olfato. "El olfato todavía no lo recuperé al 100%. El olor a lavandina, por ejemplo, no lo siento tanto. Cada vez que limpio mi casa, me doy cuenta de que se me fue la mano con el ‘Ayudín’ porque me empiezan a llorar los ojos”, explica.
Todo comenzó el miércoles 18 de marzo, una semana después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como pandemia. Aquella noche, Saravia recibió un paciente con colangitis (una inflamación o infección de los conductos hepáticos y biliares). Según el relato de la enfermera, en ese momento los Protocolos de Seguridad del hospital no eran del todo claros y el hombre, que había estado en contacto con personas que habían viajado al exterior, se presentó en la Institución sin haber cumplido con el aislamiento y sin informarlo.
El sábado 21 de marzo, tras hacerse un hisopado, el paciente dio positivo de coronavirus. Para ese momento, Marisa estaba cumpliendo con el aislamiento en su domicilio en el barrio Lambertuchi en Escobar. "Me dijeron que me quedara en casa y que chequeara mis síntomas. El lunes 23 empecé con fiebre, tos leve y molestias en la garganta. Le avisé a la directora de enfermería y enseguida me internaron”, cuenta la enfermera, que tiene dos hijos de 3 y 7 años.
El 5 de abril, a Marisa la dejaron regresar a su casa con la condición de hacerle un seguimiento telefónico con un médico clínico y el equipo de infectólogos del Hospital. “Cada cuatro cinco días me repetían los hisopados, pero seguía dando positivo. Con el tiempo, decidieron esperar un poco más para hacérmelos porque era muy traumático: nadie tenía respuestas, nadie sabe cuánto dura el virus en el cuerpo. Además, me molestaba: en el último me sangró la nariz”, cuenta. Recién el 21 de mayo tuvo su primer negativo. El segundo fue cuatro días más tarde. Finalmente, tras 60 días, la enfermera fue dada de alta y pudo volver a trabajar.
Ayer, 1 de junio, Marisa celebró su cumpleaños número 33. Jamás se imaginó iba a pasar el día junto con el Presidente de la Nación. Mucho menos que Alberto Fernández iba a cantarle el ‘Feliz Cumpleaños’ y a mencionarla en su discurso de inauguración de un “hospital solidario” destinado a pacientes sin cobertura médica montado en el predio del Hospital Austral.
“No sabía que iba a venir Alberto. Me enteré anoche y me agarraron unos nervios... Su visita fue muy agradable. No solo porque se hizo un tiempo para recorrer el lugar, sino que además pudimos contarle todo lo que atravesamos. En mi caso particular, se quedó muy impactado por la cantidad de días que fui positivo de COVID-19”, cuenta Marisa a este medio.
Viviana Barrios tiene 40 años, es madre de cuatro hijos y vive en Presidente Derqui, en el partido del Pilar. Egresada de la Universidad Austral, se formó como licenciada en enfermería y, desde hace cinco años trabaja en el Hospital.
El 18 de marzo, Viviana estuvo en contacto con el mismo paciente que su compañera Marisa Saravia. “Dos días después me avisaron que el hombre era un caso sospechoso de COVID-19 y me mandaron a aislarme. Lo que más me preocupaba eran mi marido y mis cuatro hijos. En ese momento el más chico tenía cinco meses y le estaba dando de amamantar”, cuenta Barrios a Infobae.
Tres días más tarde, la mujer empezó con síntomas: fiebre, tos, dolor de garganta, dolor abdominal y vómitos. “Me fui al Austral, donde estuve internada 17 días”, cuenta Barrios que, al igual que su colega, perdió el gusto y el olfato. “El virus me anuló los dos sentidos. Daba igual comer pollo, carne o pastas: nada tenía sabor”, explica.
Tras un segundo hisopado negativo, la enfermera pudo regresar a su casa con su familia y permaneció aislada durante un mes. Volvió a trabajar hace tres semanas y hoy se sorprendió con la visita de Alberto Fernández. “Fue muy lindo conocer al Presidente. Se detuvo a saludarnos y conversamos un rato: es una persona que tiene una escucha activa”, apunta Viviana.
Este lunes al mediodía, tras recorrer el Hospital Austral y familiarizarse con las historias de las enfermeras, Alberto Fernández dio por inaugurado el Hospital Solidario COVID-19 Austral, donde se atenderá a personas que no pueden acceder al sistema privado de salud. “Esta es una muestra de la mejor Argentina, donde todos remamos para un mismo lado”, sostuvo el Primer Mandatario.
En el predio -que corresponde al Hospital Austral (ubicado en Perón 1500, en Pilar, a 50 kilómetros al noroeste de la ciudad de Buenos Aires)-fue construido un dispositivo que cuenta con 60 camas, de las cuales 40 son para observación y las restantes 20 para terapia intensiva e intermedia.
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