“Ya estamos más cerca”, dicen aliviados Pia Rodríguez y Alejandro Russatti. Acaban de aterrizar en Buenos Aires, después de volar 12,800 kilómetros desde Kiev. Aún les queda otro camino hasta su casa en Villa Maria, Córdoba, cumplir los días de aislamiento, pero están a un paso de festejar su sueño.
El 3 de marzo nació Sofía, la tercer hija del matrimonio. Pesó un poco 4.000 kilos y midió 50 centímetros. Y lo hizo en Kiev, Ucrania, porque los Russatti-Rodríguez tuvieron que optar por la subrogación de vientre para poder completar su familia.
Ella es licenciada en Administración de empresas, él comerciante. Y llevan quince años juntos. Se conocen desde la adolescencia y reconocen que el flechazo fue absoluto. Una vez casados quisieron ser padres. Tuvieron un largo recorrido de intentos fallidos por vía natural, tratamientos de fertilidad, trámites interminables de adopción (uno con éxito -Valentina, de siete años- y otros frustrados). Hasta que las averiguaciones los llevaron por el camino del alquiler de vientre en el exterior.
“Hicimos un segundo intento para adoptar, y no solo en Argentina. Abrimos la puerta de la búsqueda internacional, algo que se convirtió en un verdadera odisea. Por una recomendación dimos con la clínica BioTexCom, en Ucrania, donde te aseguran la llegada de un hijo. Viajamos, dimos todos los pasos que nos dijeron, y a los dos años llegó Lorenzo, que hoy tiene un año y medio”.
En 2019 quisieron agrandar la familia. "Después de la buena experiencia que habíamos tenido con nuestro segundo hijo, nos dio tranquilidad volver a probar. Milagrosamente, con Sofía todo fue mucho más ágil, porque la gestante quedó embarazada en el primer intento. Seguimos toda la evolución a la distancia, súper entusiasmados”.
Pero de pronto llegó la pandemia. A diferencia de otros 17 matrimonios argentinos, Pia y Alejandro pudieron volar el 5 de marzo, previo al cierre de frontera, y conocieron a su tercera hija con 48 horas de vida. Otros no corrieron con la misma suerte, Andrea Díez y Fernando Montero, que debieron conocer a su hijo Ignacio, que nació el 29 de abril, a través de una pantalla. “El día a día a la distancia fue desesperante. Teníamos videollamadas de 10 minutos con un pésima conexión. Lo quería ver, pero cuando lo veía solito en la cuna me quebraba. Qué injusto todo”.
Con viento a favor, el 29 de mayo partieron rumbo a Madrid y de ahí, a Kiev. “Estallamos en llanto cuando nos llamó el embajador para avisarnos que viajábamos. Lo sentía tan lejano e imposible porque fueron muchos días de angustia”, explican ansiosos por tener en brazos a su hijo.
El anhelado encuentro tiene aún otra instancia: la cuarentena obligatoria dispuesta por el gobierno extranjero. “Contratamos un hotel para los días de aislamiento. Al octavo día nos harán un hisopado, si el resultado es negativo, recién ahí podremos buscarlo”. Mientras tanto, siguen pagando los 25 euros diarios por los gastos de bebé.
Este matrimonio estuvo nueve años buscando a su primer hijo, en ese tiempo se hicieron 12 tratamientos de fertilidad, 6 embarazados que no prosperaron, intentos de adopción fuera y dentro del país. Nada resultó.
Con los vuelos comerciales cancelados hasta septiembre, y el cierre de fronteras en ambas naciones, para poder viajar -tanto la ida desde la Argentina como la vuelta desde Ucrania-, hubo que coordinar la logística. En primera instancia, las Cancillerías de las dos naciones debían facilitar la salida y entrada a sus territorios. Y no hay vuelos directos entre Kiev y Buenos Aires, lo que sumaba un problema más a resolver.
La ayuda vino de manera impensada. Un empresario argentino -Ricardo Nuñez Fernández, que vive en Ucrania- conmovido por la compleja situación de las familias y sus bebés, puso a disposición un vuelo privado para el traslado de Kiev a Madrid “El periodista de Villa María Darío Rodríguez, nos contactó con él. Se puso a disposición, y resolvió algo que parecía imposible de coordinar. Nos cayó del cielo, como un milagro de la cuarentena", explicó Pia.
Este gesto altruista tuvo doble impacto: aprovechando el vuelo privado que hizo escala en el Aeropuerto Adolfo Suárez Barajas en Madrid, también se realizó un salvoconducto para que -además de Andrea y Fernando- otros nueve matrimonios argentinos que están en su misma situación pudieran llegar a Ucrania.
Después de casi 10 horas de vuelo Pia y Alejandro aterrizaron en Ezeiza con Sofía en brazos. "Todavía tenemos que viajar a Córdoba, hacer el aislamiento de dos semanas, para finalmente reencontrarse con Valen, pero ya siento un alivio. Este gran periplo va formar parte de la historia de nuestra hija”, contó la feliz mamá desde el aeropuerto.
Mientras tanto, en Kiev, Andrea espera ansiosa el primer encuentro con Ignacio. “Le voy a dar todos los besos que no le pude dar nueve años que lo busqué, le voy a contar todos los proyectos de felicidad que tengo para él.”
Tuvieron que luchar para concretar el sueño de ser padres, Cuando lo lograron, la pandemia casi no los deja festejar. Entonces volvieron a luchar para viajar a conocerlos, para llevarlos a casa... y lo lograron. Ellos saben bien lo que es no bajar los brazos.
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