Antes de que supiéramos los alcances del coronavirus, antes de que se anunciara la cuarentena en nuestro país o antes incluso de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia, a todos nos había llegado ya alguna cadena de Whatsapp con recomendaciones de lo más estrambóticas.
Los mensajes sugerían hacer gárgaras para matar el virus, bañarse mucho o tomar té porque la alta temperatura del agua ayudaba a prevenir el contagio, respirar profundo y probar mantener el aire diez segundos… Los mensajes llegaban en audios, textos, animados, entre gritos…
¿Quién era el primero en mandarlos? ¿Realmente eran consejos de un experto taiwanés o de un médico italiano que había descubierto lo que nadie más sabía? ¿O eran puras mentiras mal intencionadas? Imposible saberlo, como imposible también rastrear el origen de esa cantidad de información que pobló nuestros celulares.
Luego la pandemia avanzó, todos tuvimos que aprender de golpe sobre epidemiología, y las alertas sobre las fake news se volvieron fundamentales.
En ese sentido, una de las personas que más militó por la responsabilidad a la hora de informar fue el biólogo Fabricio Ballarini. Recibido de Biólogo en la Universidad de Buenos Aires y becario de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Ballarini colabora periódicamente en Maldición va a ser un día hermoso, el programa de Mario Pergolini en radio Vorterix y usa activamente sus redes sociales para difundir información científica.
Pero su preocupación por la COVID-19 creció de manera importante en febrero, tras leer un artículo en una revista científica que advertía sobre la rapidez con la que se movía el virus. “Ahí tomé conciencia del riesgo y ya en marzo no me quedaban dudas de lo que iba a suceder”, cuenta.
Además de informar en la radio, una de sus primeras reacciones fue armar una cuenta de Twitter en conjunto con especialistas (@coronaconsultas) para compartir información de calidad y combatir las cadenas de desinformación que proliferaron prontamente.
“Una persona que graba un audio diciendo que es la directora del Malbrán y auspicia que en dos semanas va a haber tal o cuál cosa es muy dañino, distintos audios auguraban otras cosas también… eso tiene mucho de ignorancia y de mala intención. Las teorías conspirativas también. Y eso propició un caldo de cultivo muy peligroso a partir del cual decidí meterme más en el tema”, dice.
Pero su misión no quedó ahí. De pronto comenzaron a surgir entrevistas a famosos o publicaciones de influencers que daban información falsa o incluso presentaban teorías peligrosas en tiempos de pandemia (como puede ser lo que sucedió con la entrevista que le hizo Nicole Neumann a una doctora que discutía el origen y utilidad de algunas vacunas).
En ese contexto, Ballarini decidió armar su propia liga de influencers pero que compartan información científica verificada. Hizo un llamado en sus redes sociales a personas que quisieran participar de la convocatoria y en poco tiempo contó con la respuesta de figuras de todos los ámbitos: Fernando Dente, Narda Lepes, Grego Rosello, Migue Granados, Florencia Etcheves, Dalma Maradona, Connie Ansaldi y muchas personas más.
Todos ellos ofrecieron sus propias redes para llevar a cabo una idea sencilla pero potente: comunicar la misma información cada cual en su propio lenguaje, adaptado a su arte u oficio, y acompañarlo con el hashtag #Infodelabuena. La primera edición es hoy viernes y trata sobre la importancia de las vacunas.
-¿Cómo te parece que se está tratando la información sobre la COVID-19 en las redes sociales?
-La pandemia rompió todo: los tiempos de los métodos científicos, las tratamientos de algunas enfermedades, el vínculo entre la política y la ciencia… Creo que en ese contexto las redes sociales tuvieron una actuación dispar también: propagando mala información por un lado pero también poniendo en relevancia a cuentas especializadas a las que nadie les daba bola hasta ese momento porque nadie miraba a la ciencia.
-¿Cómo surgió esta convocatoria a influencers para ayudar a comunicar?
-La iniciativa de #Infodelabuena surgió por una lógica bastante simple y es que a nosotros los investigadores o los científicos nos cuesta mucho explicar determinadas ideas. Y a veces una persona que tiene dos o tres millones de seguidores con un Instagram live o con una historia cargada de información falsa tira por la borda campañas enteras de salud. Así que se me ocurrió abrir una especie de solicitada en las redes y sumar gente con ganas de ayudar -y muchos seguidores- para pasarles un contenido que está curado por investigadores y especialistas en el área, y que puedan ceder una parte de sus publicaciones para compartir ese contenido.
-¿Desde que empezó la pandemia, cuál fue la información, cadena o posteo más disparatado o irresponsable que viste?
-La información de que el virus vivía determinadas horas en el aire fue terrible. La paranoia que le puede generar a un montón de personas es criminal. O cuando le hacen una nota a cualquier famoso antivacunas me parece muy terrible también. No solo por el famoso sino a su vez por el periodista y el editor que deciden ponerlo en portada.
-¿Qué opinás del concepto “la dictadura de los epidemiólogos”, que utilizan algunas personas para criticar las políticas del gobierno o el lugar que el presidente les da a los médico en el manejo de la crisis?
-Durante mucho tiempo no se escuchó a la gente que sabía. Nunca los políticos ni los economistas ni los empresarios ni la sociedad contempló escuchar el conocimiento. Y el conocimiento te dice con cierto error la probabilidad de que sucedan ciertas cosas. Lo más cerca que tenemos de rozar una verdad es de esa manera. Es una de las cosas más fantásticas que tiene la humanidad. El tema es que no estamos preparados para esa realidad. Cuando te dicen: si pasa esto va a pasar lo otro, y vos nunca antes escuchaste a la ciencia… es probable que lo tomes como una dictadura. Pero espero que esa gente que opina desde la negación, o desde el no reconocer que la realidad es otra, tenga después el decoro de permitir que investigadores de distintas áreas se metan en sus temas de incumbencia, para que se sientan en las mismas condiciones.
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