Vitette y los oscuros secretos del Robo del Siglo: delaciones, peleas y “un botín mal repartido”

El ladrón del robo al Banco Río de Acassuso cuenta por primera vez sus peores sospechas. Su enemistad con un ex cómplice, su reconciliación con el resto de la banda y los misteriosos “ladrones fantasmas” que nunca cayeron

Entrevista a Luis Mario Vitette Sellanes, autor del "Robo del Siglo"

“Voy a contar los secretos más oscuros del robo al banco Río”, anuncia Luis Mario Vitette Sellanes, el ladrón del siglo, sentado en el sillón de su casa de San José, Uruguay, mientras come un plato de fideos con tuco. Pero de pronto, cuando el peso del enigma de sus palabras crea una atmósfera propia, ocurre algo inesperado.

Vitette cambia su expresión, se sobresalta y se levanta abruptamente de la mesa. Se asoma por la ventana y lo que ve es un caballo blanco desbocado que se acerca velozmente hacia su casa. Pareciera que va estrellarse contra el portón, pero a pocos metros cambia de rumbo y corre alrededor de la casa. Parece una coreografía absurda e improvisada. Vitette sale y trata de calmarlo. El caballo se tranquiliza.

“Seguro se le escapó a algún vecino”, dice mientras mira por las cámaras de seguridad la escena del caballo que casi se estampa contra su casa. La ralentiza, la retrocede, la adelanta. Como si fuera una película de la vida real.

Su pequeño hijo, de cinco años, mira las imágenes con él. Y luego abre la puerta y se queda mirando al caballo.

-Este matungo me interrumpió, ahora no me acuerdo lo que estaba por contar -bromea Vitette.

-Los secretos más oscuros del robo ocurrido el 13 de enero de 2006. Por si tampoco lo recuerda, usted y otros seis ladrones robaron millones de dólares.

-Sí -sigue la broma- y a si mi memoria no me falla negocié con destreza ante un negociador experto y un 300 policías y francotiradores que rodeaban el banco.

Luis Mario Vitette Sellanes disfruta del sauna de su hotel.

A Vitette le gusta jugar al misterio. Retirado del delito publicó El ladrón del siglo, libro que hasta la irrupción de la pandemia iba por su segunda edición. En su primera obra cuenta una historia de amor entrelazada con su vida delictiva. Antes del Robo del Siglo, Vitette fue un experto escruchante (entrar a robar en casas en ausencia de sus ocupantes) y un ágil “Hombre Araña”, el delincuente que asciende a pisos altos, se mete por ventanales y desvalija departamentos.

Ahora está entusiasmado con los proyectos: un documental sobre el robo y una película o serie sobre su libro.

El misterio que Vitette develará en esta entrevista, que fue hecha pocos días antes de la cuarentena, tiene que ver con la banda que lo tuvo como cara visible. Dirá que está enemistado con Fernando Araujo, el ideólogo del robo del siglo y artífice de la película El robo del siglo, protagonizada por Diego Peretti y Guillermo Francella y que fue vista por más de dos millones de espectadores .

Vitette dice que ahora habla con el resto de sus compañeros, después de más de 14 años de distanciamiento. Uno de ellos es Julián Zalloechevarría, alias El Paisa, el que robó dos autos para la logística, esperó a la banda en una combi refaccionada y que siempre se lamentó no haber podido entrar en el banco porque aun se recuperaba de una herida ocasionada por un balazo policial.

Vitette también tiene contacto con “El ladrón fantasma”, una pieza clave del asalto. Un delincuente que nunca fue detenido y que habló con Infobae en exclusiva. Es el que logró que Marito, como le dicen sus compañeros, entrara en la banda y además invirtiera 100 mil dólares para la planificación.

Lo que resulta llamativo es que se reconcilió con dos de sus ex cómplices. Retomó la comunicación con Rubén Alberto de la Torre, a quien criticaba en la prensa por ser el responsable de que su ex esposa, Alicia di Tullio, delatara a la banda. Todo comenzó cuando estaban reparando la combi en el garage de De la Torre y apareció su mujer con platos de fideos para todos. Los ladrones se miraron sorprendidos. Nadie debía saber del robo que se iba a cometer. Pero De la Torre los tranquilizó: “Es del palo, no va a decir nada”.

Vitette hasta dice haberse amigado con Sebastián García Bolster, el “ingeniero” que construyó el dique del túnel y las modernas herramientas para abrir las cajas de seguridad del banco en pocos minutos. Se llevaron mal durante toda la planificación. Y ante los medios, el uruguayo lo llamó “gil y delator” por la versión según la cual Bolster nombró a sus compañeros ante un simulacro de fusilamiento policial, algo que siempre desmintió.

El libro “negro” del robo del siglo

Vitette escribe su segundo libro y tiene la idea para el tercero. Su ritual es relajarse en el sauna de su hotel Don Quijote, a un kilómetro de su casa, y luego ir a un altillo a escribir. “Es mi lugar sagrado y secreto, nunca será fotografiado”, dice. Desde allí mira la ruta y los campos con ganado a través de una ventana.

Si bien es experto en jugar al misterio y en no develar información, esta vez anticipó sobre su nuevo proyecto literario.

-Empecé a escribirlo. Son muchísimas cosas, cuestiones relacionadas con la verdadera historia del robo del siglo. Son un montón de sinsabores, de traiciones, de quedadas con cosas ajenas, de mucho crédito escondido, adjudicado a un solo protagónico. Es decir, una persona que quedó como que ella sola hizo todo. Pero en realidad hay un conjunto de personas (Aclara: poné personas entre comillas porque somos delincuentes) que llevó esto adelante y por suerte fue un éxito. Después hubo muchos problemas por lo que fuimos todos detenidos. Delaciones, traiciones y cosas que contaré en mi próximo libro.

En su casa San José tiene alarmas y cámaras de seguridad.

-Cuando se refiere a una persona que quedó como que hizo toda sola, ¿se refiere al líder Fernando Araujo?

-¿El líder?

-Es el líder. Fernando Araujo fue el líder.

-No, no, no (con énfasis). Esa persona se presenta como el líder, pero no es el líder. El otro día hablaba con el señor Rubén Alberto de la Torre, alias Beto, muy conocido en toda esta historia.

-¿Se amigó con De la Torre?

-Sí. Nos mensajeamos. Yo hablé mal de él en la prensa y él hizo lo mismo. Pero ya arreglamos todo. Entiendo lo que dice de Di Tullio. Yo tampoco la hubiese perdonado. Pero quiero decirte que hablo con todos, hablo con De la Torre, hablo con el ladrón fantasma y hasta con El Nene, otro de los personajes que nunca apareció…

-¿No había muerto El Nene?

-No, no, está vivo. Es el séptimo hombre de la banda. Y uruguayo como yo. También tiene muchas cosas para decir que ya te contaré. También hablo con Julián Zalloechevarría. Con todos los protagonistas de esta historia. Es más, va una primicia: tengo varios audios con el señor Sebástián García Bolster, en los que hemos ajustado algunas cuentas. Me he enterado de cosas que me decepcionaron y enojaron mucho. No sé si contarlas.

La banda del robo al Banco Río; Mario Vitette, Fernando Araujo, Sebástián García Bolster, Beto de la Torre, Julián Zalloechevarría

-No respondió por qué dice que el líder de la banda no fue el líder.

-Yo creo que el líder del robo del siglo fue Beto de la Torre, que es el que entró primero empuñando una réplica de escopeta, que es el que tomó posesión del lugar. En la jerga del hampa, el que va adelante es el líder. Después entró “El ladrón fantasma”, al que has entrevistado tu. Un personaje que ha desaparecido en el tiempo, porque otro de los personajes captó todas las cuestiones que hizo “El ladrón fantasma” y se las adjudicó. Después entré yo, después entro el Nene. Y cinco minutos después entró el que ahora dice que es líder. No voy a quitar su autoridad como ideólogo. Es el ideólogo, pero punto. Después, es un ejecutor como cualquiera. Que, repito, entró cinco minutos después de que lo hiciera De la Torre, el líder del robo. Después yo fui el líder en la negociación. ¿O también van a decir que no fui yo el de la negociación? Yo sé que capaz todo este tipo de cosas vos las cortás y no las publicás…

-¿Por qué las cortaría?

-Y yo que sé, porque capaz defendés intereses de alguna otra persona, no creo que te quepa presión de nadie. Vos sos un periodista, te manejás en la vida libre y has publicado un montón de situaciones, sos muy conocido en el hampa, cualquiera te puede decir: “Uh, Rodolfo, te equivocaste en esto y aquello”, y si es una cuestión ofensiva o una difamación, capaz que vos tomás el buen tino de sacarla. Pero esta es la verdad, publicalo si querés. Pero hasta que no lo lea en Infobae... no sé.

-Siempre lo dejé hablar libremente...

-Mirá, creaste un monstruo. Te lo tengo que decir. Con algunas notas de Infobae y con el libro que escribiste, Sin armas ni rencores. Creaste en la figura de Araujo algo que Araujo no es. Inventaste desde la ficción a una persona que es “Super Fer”, que fuma un porro y le busca la solución a todos los problemas. Sólo le falta volar. Y eso es falso, es un personaje de ficción, como el de las películas.

-¿En qué se basa para decir eso?

-Primero, hacer apología de la droga a mí no me gusta. Y, segundo, el que fue mi compañero, que se jugó la vida conmigo a robar un banco con armas de plástico, por más que haya entrado cinco minutos después, él no me puede faltar el respeto e incluir a mi hija en el guión de la película El robo del siglo. Eso lo puede hacer uno que no es ladrón y es libretista y que no tiene nada que ver con nuestra vida. Araujo fue libretista también de la película, que además es chorro y que conoce a mi familia. Y por eso tiene que respetar a un viejo ladrón. No debería de haber incluido al personaje de mi hija en la historia. Es todo un invento. Las cosas no fueron así. A partir de ese momento, es con el único de la banda que no me hablo, con el único. He tenido buena relación, ha venido a mi casa, le presenté a mi familia, pero no puede incluir a mi hija en esa película.

-Pero es una ficción...

-¿Y qué tiene que ver? Al final tanto criticamos La casa de Papel y la película es como La casa de Papel. Esa serie española tomó cinco o seis cosas del verdadero robo del banco Río de Acassuso e hicieron una ficción y la reventó. Y con El robo del siglo pasó algo parecido. Hicieron una ficción del robo al banco Río tomando cinco, seis cosas, hicieron una película, que la gente mucho no le ha gustado, pese a tener dos millones de espectadores.

En Uruguay no hay cuarententa y el ex ladrón atiende su joyería.

-¿Por qué dice que a la gente no le gustó?

-La gente va a ver cómo los ladrones nos vamos haciéndole pito catalán a la policía, a los grupos de elite. Y en la película, prácticamente, se van juntos los ladrones y los policías. Yo no sé qué necesidad de resaltar la figura policial o de disminuir el accionar del delito. Nos fuimos sin que se dieran cuenta, la verdad está en la historia. Tres horas después irrumpieron los policías en el banco. ¿Ahora quieren decir que irrumpieron justo cuando nos estábamos por ir? Bueno, vaya a saber a qué intereses se debe eso, cosa que yo desconozco.

-Más allá de eso, ¿la interpretación de Francella te gustó?

-Me encanta. Es el comediante del millón de entradas. He tenido algunas charlas con él y me comentó que lo convocaron para que hiciera de otro personaje. No sé de quién. Y Francella dijo: “No, ese es un personaje oscuro, no lo conoce nadie, yo quiero hacer de Vitette”. Eso me halaga. A veces salgo a caminar y la gente me grita “¡Francella!”. Capaz que a él le gritan Vitette (risas). Lamentablemente su hija, una actriz con un gran futuro, me bloqueó en Twitter. Ella interpreta a mi hija en la película.

-¿Por qué cree?

-Ella desempeñó espectacularmente el papel, cuidó a mi hija. O sea, de mi hija no es que hayan dicho que era una prostituta, una adicta, una traidora. No, está en su rol de dueña de su familia, ama de casa. Dicen que vivía en Buenos Aires y la realidad es que vive en Uruguay. Dicen que estaba cuando me detienen a mí, y la historia sabe que a mí me detienen solo en el aeroparque. Entonces digo, nunca hablé mal de ella. Ella cumplió un rol que es de actriz. No estoy hablando mal de ella, estoy hablando de la persona que permitió o incluyó la historia de mi vida en esta ficción.

La huída en los gomones cuando robaron el Banco Río, en la película El Robo del Siglo

Lo que más enoja a Vitette es que, según él, en los códigos del ladrón de raza, la familia no se toca, debe estar apartada del delito. Siempre se jactó de no mezclar sus afectos con su vida criminal.

En su presente, lejos del delito, se siente feliz con su esposa Elicette y su hijo Luccianito. Hasta ella se enoja cuando habla de su pasado delincuencial. Dice que no la enamoró Marito, el personaje burlón y desafiante que habla con los medios, sino Luis, el hombre que convive con ella y tiene un perfil más bajo.

-El delincuente tiene una mala vida y no puede tener familia. Si tiene familia, tiene que cambiar de oficio. El delincuente, sobre todo el ladrón, como he sido yo, que he dejado mi vida en prisión. ¿Para qué querés a tu familia sufriendo contigo? Que tiene que ir a visitarte, recorrer los juzgados. El ladrón no puede tener familia, así que repito por si no quedó claro, la familia del ladrón es sagrada. Puede ser una prostituta, una adicta, vender papelitos, lo que sea, es la familia del ladrón. No se toca. Por suerte mi hija no es nada de eso, es una madre, tiene dos hijos, un esposo y una tremenda peluquería. No trabaja en una peluquería como dice la ficción. Es ella la dueña. Entonces, es una falta de respeto que la hayan mezclado en todo esto. Se enojó conmigo y tiene razón.

-¿Ese es el único motivo por el que se peleó con Araujo?

-No, por otro lado, estamos todos muy desconformes con el reparto de dinero. Llegamos a esa conclusión ahora que hablamos entre todos, o casi todos, los miembros de la banda. Porque antes estábamos todos divididos. Araujo tuvo la osadía de dividirnos para reinar, como dice el viejo dicho. Pero en realidad, como dice Araujo, en el libro que tu escribiste, todo vuelve. Todo le vuelve.

-¿Por iniciativa tuya decidieron limar asperezas?

-Se fue dando. Entre todos descubrimos algunas cosas que tengo para contar en mi libro.

-Dé un ejemplo.

-A ver... el reparto de dinero, que lo hice yo, personalmente, en presencia de todos. Y nadie reclama eso. Por ejemplo, quedaron las joyas para repartir y hay muchos problemas con eso. De la Torre me hizo un comentario que me instaló la sospecha fuerte. Si bien después le sacó las joyas la Policía cuando lo allanaron, él recuerda perfectamente lo que le dieron. También El Nene, el séptimo hombre, que entró conmigo, de camisa blanca y anteojos, que tuvo muy buena participación en todo esto y que también tiene un reclamo que hacer respecto de las joyas.

Dice que volvió a hablar con casi toda la banda, aun sus "ex enemigos".

-Para que se entienda el tenor de los reclamos. Creen que alguien de la banda se quedó con un vuelto o no repartió joyas. ¿Es así?

-Si, ahí está. No quiero cargar mis tintas por ahora. Quiero que cada cual se defienda. Voy a apoyar lo que dicen mis compañeros porque yo también lo pienso. Mi libro redacta claramente cómo se repartió el dinero. Lo repartí yo en partes iguales, en presencia de todos. Pero quedaron dos bolsas enormes, 80 kilos de joyas finas para repartir después, más adelante. Eso quedó en custodia de una persona. Después nos fueron llamando y nos dieron una bolsita a cada uno. Ahí está lo que le secuestraron a La Torre. Quiere decir que si eran80, éramos cinco o seis, y a La Torre le sacaron 5 kilos. Y te diría que era más bijouterie de Once que las joyas de las cajas de seguridad. No exagero. Hasta podrían haberle dado cualquier cosa. Algo pasó, porque yo estudié matemáticas. El séptimo miembro de la banda contará otros pormenores si algún día decide hablar. Para que no sea siempre Vitette… porque capaz que Vitette es un mentiroso, es un mitómano, tiene la necesidad de difamar. Pero yo viendo todo eso, es que detrás de cada uno de mis comentarios hay un compañero de causa que va a avalar lo que yo digo. Y respecto de esa repartija de joyas no hay quien pueda avalar nada, se hizo entre gallos y medianoche.

-Una pregunta que seguro no va a responder: ¿dónde está el botín?

-Hay varias versiones. Una judicial. Y es según quién lo cuente. Lo único que sabemos es que a García Bolster le sacaron plata. Un escribano vino y entregó plata que era de García Bolster diciendo “esta plata me la dio García Bolster, está húmeda y yo no tengo ninguna duda de que es robada del banco”. Después le sacaron, creo que de adentro de una heladera, toda la plata. A De la Torre le incautaron toda la guita, hasta la que tenía en el horno. Y después creo que a nadie más le sacaron dinero. En cuanto a la cifra, no la diré. Pero tanto el banco como nosotros, los ladrones, la inflamos.

"Soy un hombre que cambió las sombras por la luz", confiesa.

-¿Cómo fue la impensada reconciliación con Bolster? El dice que no habló con usted.

-Quizá no quiera revelarlo. Ya le pedí perdón el otro día. En una charla telefónica le pedí perdón al Marciano, como le decíamos, porque dicen que me delató. Y si lo hizo, lo entiendo. Porque no es del hampa. Capaz yo hubiera hecho lo mismo. Te tiran al piso, te pegan unos gritos, te ponen una 45 en la cabeza y vos te ves morir, tenés mujer. El otro día le dije, tuve la oportunidad de redimirme, porque todo vuelve en esta vida. Le dije “ya está, Marciano". Y él me dijo: "Porque también dicen que yo delaté a Fernando cuando lo fueron a buscar allá al desierto, que el único que sabía era yo, que yo lo delaté y no es verdad”. Le creí.

-Ustedes ya tenían una relación distante previa…

-Sí, porque yo le dije a un secuaz de la banda: “Este nos va a mandar en cana”. Y me respondió: “Despreocupate que yo me le quedo con las joyas a éste, no le doy ni una”. “¿Por qué?”. Quise saber. “Cuestiones nuestras”, me respondió.

-¿Qué cambió para que ahora se hable con ex compañeros con los que estaba enemistado?

-Había una incomunicación entre nosotros. Lo único que hacíamos era insultarnos. Sin armas pero con rencores. Y ahora hablando entre todos nos dimos cuenta de una maniobra espuria, y eso por haber creído en los respetos de los delincuentes. Que los que no son delincuentes, son chorros cero códigos.

Peleas y reconciliaciones

Un tramo de la entrevista se hizo en su joyería “Verde Esmeralda”, donde tiene un aceitado sistema de seguridad, al igual que su casa. Cámaras, alarmas, sensores. “Robarme a mí es como sacarle la pelota entre los pies a Maradona”, dice orgulloso. El ex escruchante, ladrón de joyerías y de bancos, ahora se define como padre de familia, joyero, relojero y experto en redes sociales y escritor.

Aunque admite que tiene ego, siente que ya no necesita tanto protagonismo. Logró ser el ladrón de la Argentina más famoso. Tiene 22 mil seguidores en Twitter, dos cuentas de Facebook “estalladas”, como dice él, una cuenta de Instagram que maneja su esposa, y asegura haber dado más de 150 entrevistas. Enumera a la CNN en español, a la revista Society de París, a El País de España, a la cadena rusa Sputnik, entre otros medios. “Hasta de China me llamaron”, dice.

En su auto al que llama "Trueno negro".

-¿Por qué se ensañó tanto con la película? Lo de su hija no parece un argumento por sí solo como para que esté tan enojado.

-Estás equivocado. Es el principal motivo. El otro tiene que ver con una nueva traición. Cedí que los derechos fílmicos del robo, que lo contrataba la productora para hacer una ficción como hizo, eran repartidos en partes iguales entre los ladrones. Después alguien colaboró con el libreto y cobró. Eso es de él. Alguien fue productor de la película, y cobró, eso es de él. Nadie está reclamando eso.

-Ese alguien es...

-Araujo (interrumpe). De la Torre, Zalloechevarría, quien habló sobre esto furioso, García Bolster, El Nene, todos reclamamos la parte que nos debería haber correspondido. Divide y triunfarás. Este muchacho, Araujo, le dijo a la productora, porque me lo dijeron ellos mismos: “Ojo, que van a negociar con ladrones, con chorros, no se los aconsejo”. La productora, que no pertenece a este mundo, dijo: “Entonces vamos a negociar con vos y vos negocias con ellos”. Me lo dijo un productor acá sentado en mi tallercito de joyas. Y así fue, negociaron con él, el dinero y todo, y él después no habló con nadie.

-Esas son internas de la banda. Del otro lado le pueden decir que no sacar los trapitos al sol es no tener códigos.

-No tener códigos es otra cosa. Te cuento. Vino un productor acá a hablar de un nuevo proyecto, un documental muy importante, con una empresa que se llama Anima Films, que hizo El Jesuita, la película sobre el Papa Francisco, que tuvo mucho éxito. Estuvieron conmigo acá y les dije: “No, amigo, a mí ya me durmieron con esto de la película”. Y me dijeron: “Bueno, nosotros no tenemos nada que ver, nosotros vamos a hablar con cada uno de los integrantes, con cada uno de los que haya que hablar”. Entonces le dije: “Si es así, me sumo, ahí cuenten conmigo". Es la última vez que participo de algo en esta empresa que hizo nuestra película. Yo también leí un mail, donde Netflix dijo: “Mirá que si Vitette no firma, este proyecto no sale”.

-¿No cabe la posibilidad de que cobre lo que dice que le prometieron por la película?

-Mirá. encaré a una de las productoras de la peli. “Señora, ¿y la mía?”. “No, la tuya ya se la dimos a un compañero tuyo, el que trabajó con nosotros”. “Si él no te la dio, tenés que hablarlo con él”. Le dije: “Señora, a partir de ahora corto las relaciones con ese señor”. A mis 64 años ya no me cabe más nada.

-De hecho en la película se le da el protagónico...

-Es que no se puede contar la historia sin Vitette. Creé un personaje propio. De hecho en mi libro El ladrón del siglo, agotado en su primera edición, resolví no darle nombre propio a nadie. Sólo apodos. Para que vean que yo puedo escribir un libro verdadero sin apoyarme en la figura de nadie. Pero nadie puede hacer nada relacionado con esta historia sin apoyarse en la figura de El hombre del trajo gris, el ladrón del siglo, el negociador. No me sacaron el rol de negociador, porque el negociador del Grupo Halcón, Miguel Sileo, hizo un comentario respecto de la ficción. “Yo negocié con Vitette, con nadie más”, dijo. No me sacaron el rol de negociador porque él dice que negoció conmigo y con nadie más. Sino capaz que alguien se adjudicaba también haber hecho lo que hice yo.

"La repartija de las joyas se hizo mal", revela.

-¿Pero cómo opina con tantas certezas sin haber visto toda la película?

-No me hace falta. Me contaron y me hicieron llegar fragmentos fundamentales. A Araujo se le fue la mano en el libreto. Tendría que haber dicho que le rezaba a Papá Noel todos los días para que Marito no se bajara de esta historia porque es la cara visible, es lo que vende. Que él ahora quiera componer un personaje, a mí no me molesta. Pero vos y él dejen de inventar.

-Nadie inventa nada. ¿No serán celos?

-Me das risa, bo. Has publicado fotos y hecho notas sobre Araujo que mis seguidores en Twitter se ríen. Y me aparecen trolls que me dicen que nunca robé nada. ¿Raro no? Tienen un seguidor y la cuenta creada ese mismo día. Será alguien que me tiene bronca. Y cuando haces esas notas sobre Araujo, pienso que tenés intereses con determinada gente o te vendieron pescado podrido.

-Ninguna de las dos cosas.

-Pero conocés a toda la banda. Y andá a saber si tenés algún negocio con alguno.

-¿Qué querés decir?

-Nada. Regalías de libros, derechos audiovisuales, todo legal, por supuesto. Te lo digo con la sinceridad con la que siempre nos manejamos. ¿Esto lo vas a cortar?

-No.

-Hasta que no lo vea publicado... Mirá, vos sos el escriba del hampa, el periodista delincuencial que conoce a toda la mafia retirada, pero a veces te comés sapos. Y está bien, ustedes no tienen la visión que tiene uno, que yo sí participé. No te critico. Yo me pregunto ¿por qué la gente tiene que creer lo que yo digo y no lo que dicen ustedes, los escritores? Porque yo estuve y los periodistas que escriben no estuvieron. Ni un caramelo robaron. Y hablan del robo como si hubiesen estado.

-Hablé con toda la banda, incluido con vos.

-Sí, el único que lo hizo. Eso es cierto. Pero tienen que creer lo que yo digo. Porque les recuerdo que yo estuve, yo soy El hombre del traje gris, yo soy el que me gasté cien mil dólares... en mi libro hay detalle de todo lo que se gastó para invertir en el robo.

"Verde esmeralda", el negocio de Vitette, situado en el centro de San José.

Mientras sigue atendiendo su joyería porque en Uruguay no hay cuarentena, Vitette se ilusiona con su nuevo libro. El que revelará lo que nunca se contó del robo que se convirtió en película. Pero mientras tanto aprovecha para cerrar un contrato para que su primer obra sea filmada.

-Al libro lo escribí yo. Porque lo íbamos a hacer juntos, vos y yo, y te borraste. Pero la cuestión es que lo que cuento es verdad porque tengo testigos. Siempre aparezco acompañado de otro secuaz, como para que puedan ir a interpelar al paisano Zallocheverría y decirle: “Zallo, ¿usted salió a robar autos con Vitette?”, te va decir que sí. “De la Torre, ¿usted, fue a comparar una camioneta con Vitette?”, te va a decir que sí. Con García Bolster el otro día nos reíamos de un par de anécdotas, pero le pueden preguntar si fue a comprar gomones conmigo. Va a decir que sí. “Araujo, ¿usted fue a comprar el hidráulico?”, y lo mismo. Repito: gasté cien mil dólares, hasta ahora no reconocidos, nunca me dieron una moneda ni me dijeron “tomá por la que pusiste, por la que invertiste”. No la quiero. Saqué las patas del plato. Tengo una hermosa familia y miro hacia el futuro. No necesito que me inventen un superhéroe que vuela a Ibiza a tirarse en paracaídas, como escribiste vos de Araujo. ¡Cómo va a ir a Ibiza si ni pasaporte tiene!

-¿Usted siempre actuó bien con sus compañeros?

-Nunca traicioné a un compañero, nunca me quedé con un peso. Porque en el argot, como lo dijo De la Torre, quien se queda con un peso del compañero es un rastrero. “El que roba a un ladrón tiene cien años de perdón”... si no tiene antecedentes. Si tiene antecedente penales, no tiene cien años de perdón. Seguramente cualquier persona que rompa ese código, la pasará muy mal en las cárceles, cuando trascienda que rastreó a un compañero. Porque nada es para siempre. Yo he tenido, como ustedes saben, millones de dólares, no me los dieron, se sabe que los robé. Y no me quedó nada.

-¿No volvería a robar por nada del mundo?

-No. Asunto terminado. Sufrí e hice sufrir. Todo esto que digo es la pura verdad. Como dijo Araujo en el libro que tu escribiste, todo vuelve. Si estoy mintiendo algo me va a volver, te lo digo con muchísima naturalidad y empeño mi palabra con mi divino Lucciano Antonio, mi hijo. Mirá esta foto.

Vitette con un saco como el del "hombre del traje gris" que negoció durante el Robo del Siglo (Lihue Althabe)

Vitette dice eso y se emociona. Pasa de la decepción por la banda que integró a la alegría por la familia que formó cuando se retiró del delito.

En la imagen, su hijo Lucciano aparece sentado en el primer grado de la misma escuela donde él pasó parte de su infancia. “Hasta le tocó el aula a la que iba yo, pero hace 60 años”, dice. Compara esa foto con una suya de niño, en el mismo lugar. El parecido es notable. Tienen la misma sonrisa.

Ante cámaras, o rodeado por 300 policías y negociando con el Grupo Halcón, puede aparecer desafiante, altanero, o con el disfraz del personaje invencible en el mano a mano al que él llama Marito. Pero cuando algo lo conmueve, todo eso se cae como una máscara floja. Llora y se toca la cruz que lleva en el pecho.

-Hay cosas que digo y están en la causa. En las declaraciones. Te lo dicen De la Torre, El Nene, el ladrón fantasma, Zallo. Pero esta esta es la última nota que doy sobre el tema. Que hablen otros. Yo seguiré tranquilo con mi vida feliz y con los nuevos proyectos. El robo del siglo está empezando a ser pasado para mí. Un pasado que quiero dejar atrás para siempre.

Fotos y Video: Lihue Althabe

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