Eran las 4 de la mañana del miércoles 20 de mayo. La oficial Mariela Canteros (38) y el oficial Nicolás Castro (28) realizaban la ronda habitual por el Barrio Galicia, en el sur del Conurbano, cuando los sorprendió un aviso al 911. Estaban a dos cuadras de la dirección cantada por radio y el pedido decía que se trataba de “cuestiones de salud”. Por el horario y esa aclaración, la policía se dejó guiar por su intuición y allí fueron: al llegar vieron a una mujer embarazada parada en la vereda, las manos sobre su viente y con un bolso al lado, pudiendo apenas sostenerse en pie. Había comenzado con el trabajo de parto.
Mariela es mamá -de Juan Pablo (5)- y reconoció en la respiración de Roxana el momento previo a la llegada de un bebé. Los nervios y el sudor de la futura mamá indicaban que el nacimiento estaba próximo. “Le pregunté si quería entrar a la casa y esperar a la ambulancia en su cama, y me dijo que no”, recuerda a Infobae la oficial Canteros sobre el momento que quedará grabado para siempre en su memoria.
“Ella quería esperar en la vereda, pero cuando noté que empezó a transpirar mucho, sin decirle nada y después de ver a una vecina con unas toallas en las manos, fui hasta el móvil y acomodé la parte de atrás improvisando una cama. Limpié todo con alcohol, puse unas toallas extendidas y con otra armé una almohada. Luego volví junto a Roxana y le dije: ‘Ya te armé el móvil. Cuando no puedas más me avisás y yo te ayudo. La ambulancia está viniendo así que quedate tranquila’”, recuerda Mariela, que en ese momento habló por lo bajo con su compañero.
“'¡Ya está por tener!', me dijo mi compañera, pero la vi tan segura que no sentí nervios aunque para mí era la primera vez que estaba tan cerca de una mujer a punto de dar a luz ", revela a Infobae Nicolás Castro, el oficial que hacía la ronda junto a Mariela y quien también asistió en el momento en que nació la primera hija mujer de la pareja que también tiene tres nenes.
Roxana ya no toleró los dolores. Las contracciones eran cada vez más fuertes y seguidas. Agarró la mano de Mariela y avisó: “¡No aguanto más!".
Los oficiales la llevaron hasta el interior del patrullero. La ayudaron a acomodarse mientras el marido ingresaba por la otra puerta para sostenerle la mano y contenerla.
Mientras la oficial le pedía permiso a Roxana para desvestirla y le avisaba que ella la ayudaría para que naciera su beba, Castro se comunicaba por radio para avisar de la situación, pedía por la ambulancia del SAME y de ponía a disposición para ayudar a su compañera que estaba atenta a la madre.
“Cuando le saco la ropa interior, veo que Roxana estaba muy dilata y le dije que era la hora de que su beba naciera. El marido, asustado, me miraba y preguntaba si sabía lo que estaba haciendo”, cuenta la oficial. “Nosotros tuvimos un entrenamiento para asistir partos cuando estudiamos Primeros Auxilios, pero no en caso de que se complique... Le dije al hombre que no se preocupara y que estaría todo bien”.
Todo esto pasó en minutos. La ambulancia aún no llegaba y Roxana ya había comenzado a pujar en el asiento trasero de móvil que cumplía ronda en el barrio luego de avisos de robos durante la cuarentena.
“Pujó tres veces y la beba nació. Apenas salió empezó a llorar... ¡Fue una experiencia hermosa! ¡La vi y me enamoré!”, admite Mariela aún emocionada. Además, reconoce que siempre deseó ser madre de una nena, pero debido a que ella y su marido -el hombre trabaja en el Servicio Penitenciario- están solos en Buenos Aires porque sus familias viven en el Chaco, provincia en la que se conocieron y enamoraron de adolescentes, tomaron la decisión de no tener más hijos “porque no queremos un bebé que crezca en una guardería mientras nosotros trabajamos”.
Distinta es la situación de Castro. “No tengo hijos, solo sobrinos, y ese fue el momento más cercano a la paternidad que viví hasta hoy. ¡Fue una de las experiencias más maravillosas que me tocó vivir!”, cuenta el oficial a 4 años de iniciar servicio. Además, revela orgulloso que ayudar en un parto es una de las tareas más reconocidas y agradecidas entre policías.
“Luego de que la beba nació la envolví en una manta y después en otra, y se la mostré a la madre. Cuando se la estaba poniendo en el pecho llegó la ambulancia con la médica que le cortó el cordón umbilical”, relata Mariela que acompañó a la beba en la ambulancia hasta el Hospital Gandulfo. Los padres fueron en el móvil.
“En el camino al hospital, me preguntaron cómo se llamaba mi compañera porque le quería poner ese nombre a la nena”, reseña emocionado el oficial.
Tímida, Mariela les dijo que no debían sentir ese compromiso. “Es la primera hija mujer que tienen y seguro ya habían pensado en el nombre para ella, pero la abuela de la nena me dijo que le quieren poner Mariela como segundo nombre y parece que se llamará Sofía Mariela”, admite conmovida.
“Yo no quiero perder el contacto con Roxana ni con la beba porque sentí una conexión muy linda con ellas. No tengo aquí a mi familia y me gustaría saber de ellas”, confiesa Mariela.
El mismo deseo tiene Nicolás: “Cuando les den el alta, porque siguen internadas, vamos a ir a conocer a Sofia. Los dos queremos seguir en contacto con ellas".
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