Tiempo de vals es tiempo hacia atrás / Donde ser lo de siempre
Es volver a empezar / Cuando el mundo se para
Y te observa girar/ Es tiempo para amar
Suena el vals de Chayanne en las calles de Chos Malal, una localidad a 403 kilómetros de Neuquén capital. Vestida de fiesta, con una tiara de princesa, Candela Rebolledo va a bailar el vals de sus 15 años. La toma delicadamente de la mano su papá, que se puso su mejor saco rojo para celebrar en esta tarde destemplada de sábado en el sur argentino. Los dos llevan barbijos.
Sin salón, sin cotillón, sin catering, sin DJ, sin posibilidad de hacer una gran fiesta por la pandemia y el aislamiento, esta familia decidió que el día del cumpleaños de su hija igual tenía que ser inolvidable.
El 16 de mayo Candela cumplió 15 años y como a muchas adolescentes le hacía ilusión festejarlo. Sabía que no iba a ser posible: no solo la cuarentena había golpeado a su familia. "Más allá de la pandemia, surgieron otros problemas”, cuenta María Rosa, la mamá de la homenajeada. “Mi marido fue despedido, y aun no cobro la indemnización, dinero que era indispensable para organizar una fiesta”.
Tenían motivos de sobra para posponer el esperado festejo, pero María Rosa no quiso bajar los brazos. “Unas semanas antes hablé con mi marido y le dije: ‘Vamos a homenajear a Cande. Ella es un pura chispa, siempre está cantando y bailando por la casa. ¿Por qué no le hacemos algo distinto que no implique un regalo material ni una fiesta que es imposible?’’.
Como si fuera un secreto de estado, sin que Cande supiera, sus padres comenzaron a organizar todo. Primero, hicieron algunas averiguaciones en el municipio para no infringir las restricciones de la cuarentena, hablaron con los vecinos y su madre consiguió un vestido. “Se lo pedí a una prima de Cande que había cumplido 15 unos años antes y lo guardaba”, confiesa. El plan estaba en marcha.
El sábado a las dos y media de la tarde se reunieron alrededor de mesa Candela, sus papás y sus cinco hermanos. Comieron un asado, cantaron el feliz cumpleaños y le soplaron las velas. Cerca de las seis llegó la sorpresa: el vestido de gala. “Ya empezamos a emocionarse”, rememoran.
Maria Rosa se encargó de vestir a su hija, maquillarla, peinarla e inclusive conseguirle la tiara. Su papá también lució de fiesta: se puso un saco rojo y un pantalón de vestir para homenajear a su hija. Mientras sonaban las primeras melodías del vals, que ella había elegido para la fiesta original que había soñado, caminaron hasta la mitad de la calle y se dejaron llevar por la música. Ni los barbijos pudieron esconder las sonrisas de todos los invitados.
Como indica la tradición, la homenajeada compartió la pista con cada uno de los integrantes de la familia. Hubo tiempo para los abrazos y muestras de afecto que rompieron con la coreografía del baile protocolar.
“Fue mágico, fue el regalo más lindo que pude haber vivido”, reconoce Candela. “Desde el primer día entendí que no podíamos hacer lo que habíamos planeado. Y la verdad es que de esta manera fue mucho mejor”
La idea de esta celebración tan especial no solo funcionó, sino que emocionó a toda la cuadra del barrio Cordillera de los Vientos. Porque María Rosa no dejó ningún detalle librado al azar. “El día anterior recorrí casa por casa tocando puertas para contarles a mis vecinos la sorpresa. La respuesta fue linda porque me alentaron y no dudaron en decirme que sí." Y todos salieron a la vereda, atentos y emocionados, para aplaudir a la quinceañera... manteniendo la distancia social.
Hasta hubo caravana de autos tocando sus bocinas y haciendo juego de luces para sumarse al festejo. Los primos y tíos que viven en en la zona, al no poder estar físicamente, se acercaron sin bajarse de los coches para felicitarla. "Cuando ví tanto movimiento me dio un poco de vergüenza, pero después pude disfrutar, fue tan hermoso...”, admite Cande.
Pero eso no fue todo, Candela y su hermano Brian coronaron la celebración haciendo lo que más le gusta: bailar. Deleitaron a los vecinos con una samba criolla. "Es mi gran pasión, participó del Ballet Municipal de Chos Malal y de la agrupación que tenemos con mi familia”.
Entonces, ¿querés seguir el camino de la danza?, quiso saber Infobae. “No”, responde segura. "Mi sueño es convertirme en abogada para resolver casos en la justicia, y ayudar a otros. Ojalá que lo pueda cumplir”.
Nadie pudo contener la emoción cuando comenzó a sonar el vals. Los vecinos sintieron que fue un instante mágico en medio de estos momentos difíciles. “Me agradecieron el gesto por la alegría que les trasmitió en este contexto de pandemia. Le llegaron hasta regalos a la puerta de mi casa", cuenta María Rosa.
Pero la repercusión que tuvo el video, la sorprendió. "Es algo que estaba muy lejos de mi propósito inicial -dice conmovida-. Solo quise que mi hija recibiera todo el afecto, porque sabía de su ilusión. Si en un futuro logramos reunir el dinero le voy a dar la fiesta que tanto soñó. Mientras tanto me guardo esta ocasión como algo muy especial”.
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