Faltaban diez minutos para que se hicieran las cinco de la tarde en la Ciudad de Buenos Aires. Un joven de 33 años estaba sacando el auto del garage en Mario Bravo altura 1200, casi esquina De la Cárcova. Una mujer de 87 años caminaba sobre la vereda. El sumario policial dice que el acusado “no logró observar a tiempo a una señora mayor de edad a la cual conoce, impactando a ésta con el vehículo y posteriormente cayendo al suelo”. La llamada rápida al 911, la intervención del SAME y el traslado al Hospital Fernández no bastó: la mujer murió. El incidente ocurrió la tarde del sábado 14 de marzo de 2020. Desde entonces, no se registran muertes de peatones en las calles porteñas.
Seis días después del siniestro, Alberto Fernández decretaba el comienzo del aislamiento social, preventivo y obligatorio en todo el territorio nacional. Quedaba prohibida la circulación y instaurado el confinamiento para la población de trabajadores no esenciales: solo 24 actividades exceptuadas en la norma para garantizar el funcionamiento de los servicios básicos. El resto, a resguardo en sus casas. Las calles se vaciaron y la dinámica urbana se detuvo: la escenografía habitual de la cuarentena confundía los lunes con los domingos.
El coronavirus mató, según el último reporte del Ministerio de Salud de la Nación, a 373 personas. La pandemia atravesó cada capa del entramado social. Y así, sus efectos causaron, paradójicamente, una reducción notable de la tasa de siniestralidad en la Ciudad de Buenos Aires. La ecuación es lógica pura: menos circulación, menos choques, menos muertes en accidentes de tránsito.
El 13 de mayo el Daily Mail publicó que la ciudad de Nueva York, uno de los epicentros globales de la circulación del virus, había llegado a su día 58 sin registrar muertes de peatones. Desde 1983 no se alcanzaban estas estadísticas. El récord no obedecía a un proceso de conciencia vial, sino al tratamiento de una pandemia que había quitado a los vehículos de las calles.
En la capital del país, el fenómeno se repite. Pasaron 65 días del último atropello fatal, el período más largo sin muertes de peatones en el ámbito porteño del que se tenga conocimiento. La información proviene de un estudio del Observatorio de Movilidad y Seguridad Vial de la Ciudad de Buenos Aires, un organismo creado por ley en 2013 que dispone de una base de estadísticas completas desde 2015. El último período sin víctimas fatales en peatones se extendió 55 días, del 17 de diciembre de 2015 hasta el 10 de febrero del año siguiente.
Con las cifras de 2019 aún en proceso de clasificación, es menester retroceder a 2018 para conocer el significado de los 65 días consecutivos con cero peatones muertos en la urbe porteña. Aquel año, se contabilizaron 147 víctimas fatales con un lapso de 7 días a partir del siniestro vial: 65 (el 44%) fueron peatones. Después lo siguieron motociclistas con el 38 %, ocupantes de automóvil con el 13 y ciclistas con el 2. Los datos marcaban que 8 de 10 fallecidos en siniestros viales eran los usuarios vulnerables de la vía (peatones, motociclistas y ciclistas) y que el transporte de pasajeros era el principal actor involucrado en sus muertes: prevalecía el siniestro mortal entre colectivos y peatones.
Pero el impacto colateral de la cuarentena también incidió en la caída de los incidentes viales y los siniestros con víctimas. El porcentaje asciende a un 57% del período comprendido entre el 20 de marzo hasta la actualidad y en comparación a los mismos días del año pasado. En el caso en la avenida General Paz, la caída de los accidentes llega al 79 por ciento en contraste con el mismo período de 2019, según indicadores de la secretaria de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad de Buenos Aires.
La primera semana de mayo, la última que cuenta con registros comprobables, la circulación de autos experimentó una caída del 52% en relación a la movilidad habitual que registra la Ciudad de Buenos Aires. En virtud a los viajes en transporte público, el mismo período registró una notoria disminución de su uso: en subte se realizaron 56 mil viajes, el 5% de los habituales; en trenes hubo 147 mil viajes, el 10% de los que se suelen hacer; y en colectivos la cifra llegó a 2,3 millones de viajes, un cuarto de los que tradicionales.
El territorio porteño alberga casi el 37% del total de infectados en la Argentina. La tasa de incidencia de la jurisdicción es la más alta del país: hay cerca de 85 infectados por cada 100 mil habitantes. Ese indicador es 5 veces menor en la provincia de Buenos Aires, cuyo parámetro es de 14 contagiados por 100 mil habitantes. La tasa de positividad -la variable más adecuada para medir el impacto del virus según los epidemiólogos- en la Ciudad es del 12 %: significa que de cada 100 habitantes, 12 darían positivo en el test. En el área bonaerense, la tasa se reduce a la mitad y a nivel nacional asciende al 9%.
En ese sentido, Juan José Méndez, secretario de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad de Buenos Aires, es que reflexiona sobre la utilidad de los recursos sanitarios en tiempos de pandemia y la necesidad de reforzar los cuidados al volante: “El respeto por las normas de tránsito salva vidas y es una obligación siempre y en cualquier circunstancia. En un contexto como este, en el que el SAME orienta gran parte de sus esfuerzos a la lucha contra la pandemia, debemos ser más conscientes que nunca para evitar cualquier siniestro en las calles y prevenir su sobrecarga”.
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