En 1818 se había establecido en la ciudad de Buenos Aires un maestro de grabados, el francés José Rousseau, quien había abierto una tienda en pleno centro. Atendía un local sobre la calle del Cabildo, a una cuadra de la plaza mayor “hacia el campo”, decía el aviso en el diario. Él tuvo a su cargo la impresión del primer billete de banco, cuya entidad emisora era el entonces Banco de Descuentos (hoy Banco Provincia), fundado con capitales ingleses durante la gobernación de Martín Rodríguez, en 1822. Durante 20 años sería la única entidad bancaria del país.
Rousseau trabajó sobre una antigua lámina de cobre que en su anverso tenía una imagen de Nuestra Señora del Rosario, realizada en 1786. Tenía un diseño muy simple, con espacios en sus ángulos superiores para anotar a mano el número y el valor en cifras; una cinta o banderola al centro con el nombre del banco y más abajo, el texto.
En la imprenta de Pedro Ponce hizo una tirada de 7.002 billetes y se lanzaron a la circulación el mismo día de la apertura del banco, el viernes 6 de septiembre de 1822.
Para regular los alcances de la circulación de billetes de banco, la autoridad monetaria podía manejar los valores faciales mínimos y máximos de la emisión, para lograr que la masa de billetes sólo circulase entre hombres de negocios, o se generalizase al sector de los consumidores, tal como aconsejaba Adam Smith, quien es considerado el padre de la economía moderna. Con ese propósito, se imprimieron billetes de $20, $50, $100, $200, $500 y $1000.
Su gran defecto: eran la tentación perfecta para los falsificadores.
Al grabador Marcelo Valdivia lo sorprendieron dos veces. La primera en 1824, con una muy buena falsificación de un billete. Desde los tiempos de Felipe IV la pena para esta clase de delitos era la de muerte; pero como se descubrió que era menor de edad, se lo sentenció a 8 años de cárcel. Antes debió permanecer atado todo un día en la plaza mayor con un cartel que decía “Detenido por falsificador”, y ser sometido a las burlas y al escarnio popular. Si bien fue liberado, nuevamente fue atrapado por el mismo delito y ya no pudo salvarse del pelotón de fusilamiento.
Por eso, las siguientes remesas se encargaron a la casa Henckell & Du Buisson, que había sido fundada en 1697 en Londres, con el escudo argentino como único dibujo, palabras con caligrafía romana, gótica y cursivas, orlas, y fondos de seguridad. El primer embarque llegó a Buenos Aires el 10 de julio de 1823.
Billetes yankis
Solían circular catálogos de casas de moneda de otros países, que servían para orientarse sobre a quién elegir a la hora de imprimir. En 1827 se encargaron los billetes a quienes los confeccionaban a prueba de falsificadores. La responsable del trabajo fue la American Bank Note Co., con sede en Nueva York, que había iniciado sus actividades en 1795 en el negocio de la impresión de papeles de seguridad.
Consideraban que sus billetes eran imposibles de falsificar ya que incluían dibujos de personalidades de la independencia americana. Fue así como circularon billetes de 1 peso, de 10, de 20 y de 50 con los rostros -uno en cada extremo- de George Washington y Simón Bolívar, que aún vivía (moriría el 17 de diciembre de 1830). En los de 5 pesos aparecían Benjamin Franklin -quien se había ganado el mote de “primer americano” por su prédica a favor de la independencia- y William Penn, cuyas ideas de democracia no solo sirvieron para fundar el futuro estado de Pensilvania, sino también que fueron sustento intelectual de la constitución estadounidense.
Seguramente le habrán pedido también que incluyeran motivos de fauna autóctona, aunque evidentemente no estaban muy interiorizados con los animales que retozaban por la América del Sur. En las remesas incluyeron billetes con dibujos de una llama y de un canguro.
En 1829 se incorporó el dibujo del Escudo Nacional. Y en el gobierno de Juan Manuel de Rosas se adoptaron las figuras de animales. El ñandú en el de 5 pesos, la oveja en el de 10, el caballo en el de 20 y la vaca en el 50. Fue también en ese período que se incluyó, por primera vez, un rostro femenino.
Durante el gobierno de Bartolomé Mitre se imprimieron billetes con cabezas de perros, de toro, mientras que el de 500 pesos tenía un dibujo combinado: una mujer junto a una oveja.
Durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento finalmente aparecieron los próceres: Florencio Varela, Juan Lavalle, Juan Gregorio de Las Heras, José María Paz, Carlos María de Alvear, Juan Martín de Pueyrredón, Guillermo Brown y Dalmacio Vélez Sarsfield.
Curiosamente, durante la gestión del sanjuanino se emitió el billete de 5 pesos con el dibujo de gauchos, de los que solía referirse en forma peyorativa. Los clásicos José de San Martín y Manuel Belgrano aparecerían en los últimos años del Siglo 19.
En los últimos días se supo que el Gobierno analizaba la posibilidad de emitir billetes de $5.000 para abaratar los costos de imprimir dinero. Ante la suba de precios y el deterioro del tipo de cambio -explicaron- la inyección de efectivo acompañaría los intentos por impulsar la economía en medio del aislamiento “social preventivo y obligatorio”. Aunque luego el presidente de la Nación, Alberto Fernández, descartó la posibilidad ("Fue una idea que circuló, pero no lo vamos a hacer”, aseveró), trascendió que el billete ya tiene diseño y fue pensado para rendir homenaje a los médicos y científicos argentinos.
Una, Cecilia Grierson, la primera mujer recibida de médica en la Universidad de Buenos Aires en 1889, y que los prejuicios de la época la hicieron luchar a brazo partido por los derechos de la mujer, transformándola en una verdadera precursora, con méritos indiscutibles. El otro, Ramón Carrillo, el primer ministro de Salud que tuvo Argentina y un precursor de la medicina sanitarista. La trayectoria de este santiagueño puede describirse en una parábola que recorre 25 años: médico a los 24 años, profesor a los 36, ministro a los 37 y exiliado a los 49. Las autoridades del Centro Simón Wiesenthal -institución dedicada a la memoria del Holocausto y la lucha contra el antisemitismo- alzaron la voz y rechazaron la elección del sanitarista. “Si bien son dos médicos prominentes, Ramón Carrillo también fue un admirador de Hitler: se sacó fotos con él”.
En cuanto a los billetes con personalidades extranjeras, dejaron de emitirse a mediados de 1830 aunque sus figuras seguirían siendo familiares, tanto en nuestro país como en el mundo.
Fuente: Historia del Banco de la Provincia de Buenos Aires 1822-1997 - Tomo I - Buenos Aires, 1997
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