Tras haber dejado el pico de contagios, y con un registro de 25.435 casos de coronavirus y más de 31.000 muertos, Italia, retomó gran parte de las actividades comerciales del país con bares, restaurantes, tiendas de ropa e iglesias abiertas.
Para muchos de los residentes fue el día más esperado, luego de casi 60 de días de aislamiento obligatorio. Aunque el contexto sigue siendo complicado e inusual, la sensación de libertad y esperanzas reina entre los que volvieron a las calles para tratar de recuperar lo que quedó en pausa.
Infobae dialogó con residentes argentinos, en distintas regiones de Italia, para conocer cómo vivieron ese primer día de “vuelta casi a la normalidad”.
"Estoy tan emocionada, por fin eso que parecía tan lejano ahora se hace realidad”, reconoce Mariana Rispoli, argentina que viven en Treviso, al norte de Italia, hace 17 años. “Este lunes 18 de mayo es un día clave para toda Italia, esta fecha no me lo voy olvidar más”, agrega con ilusión.
Rispoli es periodista y emigró en 2003 al país Europeo siguiendo a su gran amor. Vive en una de las regiones más afectadas por el coronavirus, aunque desde hace varias semanas la situación parece estar controlada, con tan solo 13 contagios registrados.
Desde el domingo por la noche se encontraba ansiosa por su primera salida después de tantos meses de encierro. “Estaba por irme a dormir y pensaba todo lo que había sucedido desde el 23 de febrero cuando se desató la crisis. Sentí que era como el día previo al primer día de clases donde tenés una mezcla de emociones lindas por lo nuevo que se viene”.
Así fue como este lunes por la mañana, tomó su auto, y ahí experimentó la sensación de libertad. "Es un alivio poder salir manejando sin miedo a que la policía te pare o te controle, aquí los operativos fueron muy estrictos. Conduje hasta la zona de mi trabajo, y ya no noté esa sensación desértica. Ahora lo que hay que respetar es el uso del tapabocas, porque en esta región las multas para quienes no lo adoptan alcanzan los 4.000 mil euros”.
Lo único que permaneció en funcionamiento fueron los supermercados, las farmacias, las estaciones de servicio (que son de autoabastecimiento) y las tabaquerías, aunque con un protocolo estricto. Ahora se sumaron bares, restaurantes, tiendas y pequeños negocios.
Lo primero que quiso hacer fue entrar a un local de indumentaria ."Quería regalarme algo, como un mimo. Es llamativo cómo algo tan simple cobró un valor especial”, admite. Pero esta nueva normalidad exige algunos recaudos: “Entré con el tapabocas obligatorio, guantes, y respetando la distancia social. En vez de probarme la remera la elegí a ojo. Podría haberlo hecho, pero preferí no entrar en contacto. Hay un protocolo que indica que si lo hacés, después hay que higienizarla”.
Dentro de local de indumentaria pudo percibir cierto temor. "La gente es cautelosa trata de mantener toda la distancia necesaria. Hay algo implícito de que si uno da un paso, el otro da un paso al costado alejándose”.
También decidió ir a la peluquería. “No aguantaba mas verme mal, fue una cuestión de autoestima. Llamé para pedir un turno, ya que ahora solo te atienden con cita previa. Logré marcar para esa misma tarde. Había otras clientas sentadas haciéndose color, cortándose el pelo o realizando algún tratamiento de belleza. Lo disfruté cada instante del lavado, el corte de puntas y el secado. La única ‘incomodidad’ es el elástico del barbijo que puede engancharse en el pelo, para eso cuentan con la opción de tapabocas sin elástico. No note que me estuvieran lavando con guantes puestos”.
Algo similar describe Vir Priano, argentina y quien trabaja en la fundación Scholas. En enero su marido fue destinado a Milán por temas laborales, y poco después se desató la pandemia. “Hoy estuve todo el día en la calle. Ya no se ve una ciudad desierta. Todo volvió abrir, salvo los puntos turísticos".
En esa regreso a la normalidad quiso ir salir a caminar, hacer deporte e inclusive tomar una cerveza en un bar. “Bajé al local pegado a mi edificio y me pedí una cerveza helada. El clima acompaña a este día de plena celebración, por eso decidí brindar”, le cuenta a Infobae.
Al igual que Mariana ya dispone de un turno para el salón de belleza. “Saqué turno porque estaba desesperada de cómo me sentía, es algo que me repercutió de manera negativa. Saber que ya cuento con mi turno me entusiasma”.
¿Cómo actúa la gente en las calles? “Me esperaba más movimiento, aunque hay bastante tráfico. Veo que la población aún actúa con cierto temor, es lógico. Son respetuosos. Creo que con el correr de los días más gente va a querer salir”.
Este día especial Mariana lo va a coronar con su hijo. “Lo llevo a la juguetería para que elija lo que quiera. Creo que es un gesto que le va dar ánimo. Los chicos son los más afectados, les hace falta la escuela, sus pares... no tiene rutina”.
Vir lo cierra reunida con su marido en un restaurante de Milán. “Vamos a disfrutar del tradicional aperitivo milanés. Y si encontramos encontrar lugar -porque todo es con turno- vamos a un restaurante. No todos están abiertos pero tenemos que empezar a volver a la normalidad. Vamos a ver cómo nos sentimos con las mesas separadas, con el uso del barbijo y la pérdida de contacto con el personal... tendremos que aprender a convivir así. Pero es alentador retomar parte de la sociabilidad que pusimos en pausa”..
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