En el piso 11 de la Facultad de Medicina de la UBA se esconde un tesoro poco conocido. Congelados en ultrafreezers a 80 grados bajo cero, y en tanques con hidrógeno líquido entre 150 y 180 grados bajo cero, los científicos del INBIRS (Instituto Nacional de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida) guardan muetras de plasma y suero -en el primer caso- y células -en el segundo- que contienen Sar-Cov-2, el virus que provoca la enfermedad de Covid-19. Dedicado desde su origen a investigar sobre Sida, hepatitis, tuberculosis y HTVL, en los primeros días de la pandemia del nuevo coronavirus se decidió que también se pusiera a disposición para combatir esta enfermedad.
“A fines de marzo, en el contexto de la pandemia, el doctor Horacio Salomón (director del INBIRS) decidió que debíamos tomar un rol activo tanto en el diagnóstico como el seguimiento de lo que sucedía con el coronavirus -cuenta Natalia Laufer, una de las investigadores del instituto-. El 27 de marzo empezamos a poner todo a punto, y el 6 de abril comenzamos a testear. Fue parte de la descentralización que se hizo desde el Anlis-Malbrán. Nos transformamos en un centro de diagnóstico”.
Ya llevan hechas mas de 5500 muestras -informan-, unas 250 por día, de lunes a lunes. Les derivan los hisopados de centros de salud de CABA y las regiones V y VI del Conurbano. “De esas, el 14 por ciento terminan siendo positivas -prosigue Laufer- Eso no significa que sean nuevos diagnósticos, ya que hacemos el estudio PCR para confirmación y también para seguimiento, que son los testeos a quienes ya tienen diagnóstico para ver, por ejemplo, cuándo se les puede dar el alta”.
Procesar esa cantidad de muestras les demanda 12 horas de trabajo por día y 20 personas dedicadas full time a esa tarea. “La recepción y la apertura de cada muestra lleva mucho tiempo, se debe hacer en forma muy segura, hay que fraccionarla, extraer el material genómico y después detectarlo. En menos de 24 horas tenemos listas las muestras”.
Pero además, dos de los proyectos que encabezan investigadoras del instituto son parte de los 64 que fueron elegidos por la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) que lanzó una convocatoria extraordinaria en el marco de la Unidad Coronavirus Covid 19, un dispositivo de coordinación impulsado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Lourdes Arruvito obtuvo esa posibilidad con su trabajo sobre “Prevalencia y patogenia en la infección por SARS-CoV-2 en la población pediátrica de Unidad Coronavirus 2 AMBA".
Natalia Laufer, junto a Gabriela Turk, Yesica Longueira y Florencia Quiroga, por la “Creación y caracterización de una colección de muestras biológicas obtenidas a partir de individuos positivos para la infección por SARS-COV-2 dentro del Biobanco de Enfermedades Infecciosas (BBEICOVID19)”.
Este segundo proyecto es muy importante para las investigaciones que se lleven a cabo en nuestro país. Fue, por ejemplo, de gran ayuda para que investigadores y científicos del Instituto Leloir y del Conicet lograran desarrollar tests serológicos (llamados Covid-AR) para detectar la presencia de anticuerpos contra el coronavirus.
“El Biobanco funciona como un lugar de guarda de muestras que permiten el desarrollo de investigaciones a partir de ellas, un nexo entre el donante y el investigador. Para ellos no es fácil tener acceso a un número suficiente de muestras conservadas con buena calidad”, explica Laufer.
-¿Guardan sólo el virus?
-No. Guardamos células, plasma y suero. En algunos de esos materiales biológicos puede estar el virus. Esto permite no sólo estudiar al virus sino la respuesta de las personas frente a él. El Biobanco empezó a generar la colección con muestras de personas que estén cursando o hayan cursado la infección de coronavirus. Además de lo que hicieron en el Instituto Leloir, estamos colaborando con el hospital de Clínicas para la generación de plasma convaleciente. Pero el biobanco va más allá, apunta a tener las muestras disponibles para estudiar en qué factores de la persona tenemos que actuar para mejorar la respuesta frente al virus, para poder generar una vacuna, da la posibilidad de estudiar al virus en muchos niveles.
“La primera colección del Biobanco fue de HIV Sida, que completamos el año pasado. Y al igual que con esta colección, fraccionábamos plasma y células de los donantes. El plasma lo almacenamos a -80 grados, y las células a -150 grados”, recuerda Yésica Longueira. La idea es que, en el futuro, el Biobanco tenga colecciones de HIV, Sar-Cov-2, dengue, zika, chikunguña y demás febriles que circulan por nuestro país.
Laufer es bien gráfica para explicar cómo se conservan las muestras: “como decían de Walt Disney: manteniendo el metabolismo tan bajito que la célula se mantenga viva y lo haga durante mucho tiempo. Para que si de acá a cinco años algún investigador requiere el material porque quiere investigar algo en particular con este virus, nos lo solicita y va a estar viable como hoy, porque lo vamos a mantener con la misma calidad durante todo el tiempo".
“Cada equipo cuenta con un sensor de temperatura. Si supera un determinado rango nos manda una alarma a nuestros celulares o mails. Y tenemos otro tanque de backup. El INBIRS y el Biobanco tienen certificado con norma ISO-9001”, se ufana Longueira.
“El virus necesita estar congelado para mantenerse viable. Tiene ciertas características que hace que se destruya muy rápidamente si no se lo conserva bien”, añade Gabriela Turk.
El grado de bioseguridad que tiene el INBIRS es 3. “El máximo es 4, para trabajar con virus como el ébola y otros que no hay tratamiento y tienen una mortalidad enorme. Nosotros tenemos el nivel anterior. Para la guarda de las muestras es apropiado”, explica Longueiras.
Para generar la colección de Sar-Cov-2 es menester que muchos de quienes tienen o han tenido Covid-2 se acerquen a donar sangre. Lo que deben hacer es contactarse con el INBIRS a través del teléfono 1126487664, el facebook Biobanco de Enfermedades Infecciosas, el Instagram @biobancoinfecciosas o el mail covid19bbei@gmail.com. Algo fundamental es que los donantes son absolutamente anónimos. Una vez que se les extrae la sangre, ésta se identifica sólo con un código.
“Para este proyecto nos propusimos alcanzar las mil muestras, y vamos por 150 desde el 9 de abril. Así que necesitamos mucha más difusión para llegar a los objetivos en menos tiempo”, sostiene Longueira. “Nosotros hacemos hincapié en la necesidad de donantes -completa Turk-. Tenemos que tener muestras de personas con un espectro enorme de síntomas, desde gente que sólo sintió un poco de dolor de cabeza hasta gente que estuvo en un respirador. Es clave para cualquier investigador, poder tener estas muestras”.
“Nosotras hablamos con los donantes y entendemos que pasaron por una situación traumática -aclara Laufer-. Muchos tienen miedo a ser discriminados, a salir. Pero acá se les da todas las garantías que es muy poca cantidad y que sus datos son confidenciales”. “Incluso hemos ido a sacar sangre a sus domicilios porque su temor a salir”, revela Longueira.
“Y la cantidad que deben donar es muy poca -añade Laufer-. No es la donación en el contexto que se entiende normalmente, de 500 mililitros de sangre, es como una extracción para un análisis de laboratorio. Son 50 mililitros, cuatro cucharadas soperas. Pero nos permite caracterizar desde muchos puntos de vista tanto al virus como a la persona para distintos planeamientos como diagnóstico, tratamiento y prevención”.
-Antes contaron que también colaboran con el Hospital de Clínicas para una posible terapia con plasma convaleciente de quienes generaron anticuerpos. ¿Cómo es el procedimiento?
“Sacamos sangre, a partir de eso vemos junto al Instituto Leloir si tiene anticuerpos, cuántos tiene y si neutralizan al virus. Porque no todos los anticuerpos lo neutralizan, ni todas las personas pueden ser donantes de plasma, aunque sí todos pueden donarnos sangre a nosotros para el Biobanco. Si cumple con todos los requisitos, se los vuelve a contactar, van al hospital de Clinicas y se les hace una féresis: se les saca el plasma y se les devuelven los glóbulos blancos y rojos. Y eso se hace en varias sesiones, porque es más como la donación de sangre que se hace habitualmente”, explica Laufer.
Turk añade: “a ese grupo se le consulta si quieren y consienten hacer el procedimiento. Lo importante es reiterar que para el Biobanco sirven todas las muestras. No importa si tiene otro problema de salud u otra infección. Después se evalúa si es apta para un proyecto de investigación o no”.
-¿Qué futuro le ven a los tratamientos con plasma convaleciente?
“Acá hay mucho optimismo con las investigaciones que se llevan a cabo con el plasma, pero hay que ser muy precavidos -explica Turk-. En la Argentina hay experiencia previa con el uso de plasma convaleciente porque se usaba para el tratamiento de la fiebre hemorrágica argentina, para hantavirus… Pero a nivel global no hay datos que indiquen si va a funcionar o no. El mejor reporte que existe se hizo sobre el uso de plasma en cinco pacientes, cuatro se recuperaron y uno falleció. Es todo muy preliminar como para una conclusión definitiva.
Longueira completa: “Lo que se está hablando, pero no probando, es usar el plasma convaleciente como prevención, no sólo como tratamiento. Es decir, usar el suero de un positivo para aplicarle a sus contactos estrechos antes que empiecen los síntomas. Se llama una “profilaxis como suposición”. Es una idea por si el plasma funciona como terapia”.
El otro proyecto que será subsidiado con 100 mil dólares es el de la doctora Lourdes Arruvito en el contexto de evaluar la infección de coronavirus en la población pediátrica. “Es tanto saber cuántos niños están infectados, ayudar a una cuestión epidemiológica, como entender porqué es tan diferente lo que sucede en los niños de lo que sucede en los adultos -explica Laufer-. Y eso también tiene que ver con la necesidad de tantas muestras en el Biobanco, para que estén representadas las distintas respuestas de las personas, porque el virus es el mismo. Uno necesita sí o sí tener las muestras de estas personas para entenderlo. No hay otra forma. No podemos hacer un estudio de laboratorio o con animales porque es diferente, la respuesta es distinta y no hay tiempo.
Turk prosigue: “Después que esas muestras que se tomen, se harán distintos estudios de respuesta inmune para ver porqué los chicos tienen menos síntomas, son más asintomáticos. El virus, para entrar a las células, necesita asociarse a una proteína. Habría algunas de esas proteínas que están expresadas en adultos y no en niños o por lo menos no en la misma cantidad. Y tener muestras de niños es más difícil porque a ellos no se les puede sacar la misma cantidad de sangre”.
-Ustedes trabajan con HIV Sida y ahora con Sar-Cov-2 Covid-19. ¿Qué opinan sobre la idea que este virus es una combinación del HIV con el Sars?
“Eso lo dijo Luc Montagner, que se caracteriza por tirar bombas -sostiene Turk-. Él inició su estudio en Francia, pero se peleó con toda la comunidad científica y ahora está instalado en China. Dijo eso, pero no hay nada publicado que lo avale. Y los trabajos que sí están publicados y estudiaron la estructura genómica del virus dicen que este coronavirus deriva de otro coronavirus que aparentemente saltó de un murciélago a otro mamífero y de ahí a un humano. La hipótesis más fuerte es que es un virus natural, no fabricado en un laboratorio".
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