No hubo huevos ni harina. Faltó el beso de su novia y el abrazo de sus amigos. Recibirse en tiempos de cuarentena no fue lo que imaginaba, pero Pablo Enríquez (25) está feliz y agradecido por haber tenido la posibilidad de rendir su última materia por videoconferencia y convertirse en ingeniero mecánico. “Esperé tanto este momento que cuando decretaron el aislamiento obligatorio pensé que no me recibía más”, admitió a Infobae.
Fueron 6 años de cursada y tras aprobar 4 materias anuales en 2019, sólo le faltaba rendir el coloquio de Proyecto Final. Pero tras la suspensión de clases a partir del 20 de marzo, Pablo vio frustrada su ilusión de presentarse en la fecha estipulada para mediados de abril.
Finalmente, la universidad hizo una excepción con aquellos que debían un único examen y habilitó una mesa para el jueves 30 de abril. De su camada se presentaron 3 alumnos y Pablo pasó a ocupar un lugar destacado en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Buenos Aires por ser el primero de su historia en recibirse de manera virtual y encima con un 10.
A diferencia de otras evaluaciones, donde Pablo solía esperar en el pasillo de la facultad intercambiando conocimientos con sus compañeros, se quedó en su departamento de Villa Urquiza esperando recibir el llamado de los profesores a través de la plataforma Hangouts Meet de Google.
A pesar de que le dieron la posibilidad de compartir el enlace con quienes quisiera, prefirió no hacerlo y conservar la privacidad. Es que rendir de una manera poco convencional y encima ante la mirada de sus familiares no le pareció convincente más allá de las buenas intenciones de la universidad.
“Ni siquiera les comenté. Era algo que no estaba en mis planes. Estoy seguro de que a mis viejos les hubiera gustado, pero yo les dije que me esperaran en el living y me dejaran rendir tranquilo”, recordó.
Cuando se concretó la conexión, el joven se vio compartiendo pantalla no solo con los docentes sino también con las máximas autoridades de la UTN BA; entre las que se encontraba su Decano, el ingeniero Guillermo Oliveto.
“Fue una presentación de 15 minutos con un Power Point, que consistió en explicar el trabajo que había desarrollado y defendido la semana anterior. En ese pre-final me hicieron preguntas durante una hora y media acerca de cómo pensé y elaboré mi proyecto, que consiste en una máquina que te permite sacar embarcaciones medianas del agua, de hasta 20 metros de largo - ipo yate o velero-, y poder transportarlas por tierra”, explicó Pablo.
Más allá de los nervios de todo examen, estaba confiado porque había hecho previamente una muy buena exposición. “El proyecto me lo sabía de memoria y lo tenía recontra estudiado. Además, mi profesor Germán Suppo me ayudó mucho en la preparación y después me fue guiando para hacer la presentación”, recordó. Lo que nunca se imaginó era que iba a obtener la máxima calificación y cerrar con un “broche de oro” su promedio de 7,4.
“Esto es un hecho inédito, impulsado por una situación que no nos gusta, pero con hechos como este estamos demostrando que la facultad sigue abierta, sigue viva, sigue dando clases, sigue evaluando y sigue aportando ingenieros al sistema productivo”, destacó el Decano Oliveto.
Al finalizar su exposición, el flamante ingeniero Enríquez abrió la puerta del cuarto de estudio y permitió que su padre y su madre se sumaran a un distendida charla virtual junto a los profesores. Visiblemente emocionado, el hombre recordó que cuando toda la familia se iba los fines de semana al Delta, Pablo se quedaba en la casa estudiando. “Les agradezco mucho esta transferencia de conocimiento”, les dijo.
Apenas terminó la videoconferencia, la hermana mayor de Pablo irrumpió en la habitación para festejar con papelitos, serpentina y espuma, y colocarle el típico sombrero de graduado, mientras transmitía todo el acontecimiento vía Zoom para sus familiares y amigos más cercanos.
“Fue un momento inolvidable. Mi hermana me organizó una videollamada con unas 20 personas y me dio una linda sorpresa”, señaló Pablo, quien a su vez había soñado antes de la cuarentena con un mutitudinario festejo. “Tenía planeado hacer un asado en casa”, admitió bastante resignado.
Con el título bajo el brazo, Pablo aspira a seguir creciendo en su trabajo. Desde octubre del año pasado se desempeña como pasante en la empresa de neumáticos Fate, situada en Tigre, y se mostró confiado en seguir superándose en el corto plazo.
“Estoy en el sector que hace el mantenimiento productivo y correctivo de las máquinas que fabrican las cubiertas. Tratamos de optimizarlas para que tengan la mayor vida útil. Ahora estamos viendo la posibilidad de que arranque como efectivo, así que estoy abierto a todas las opciones que se presenten”, dijo esperanzado.
Mientras continúa haciendo home office desde la misma habitación en que se recibió, Pablo observa en su computadora las capturas de pantalla de uno de los momentos más importantes de su vida. Quizás, en algunos meses, pueda retomar su rutina diaria y todo vuelva a ser como antes. Lo que no podrá es modificar es el destino que le deparaba su carrera: recibirse sin el “aguante” de sus amigos pero con todos los honores de haber hecho historia en su facultad.
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