Desde Santa Fe, el bioquímico y profesor Claudio Prieto (49) avisa que cuando recibió el llamado de Infobae estaba completando unos formularios que la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+I) le había pedido en relación al proyecto que presentaron él y un grupo multidisciplinario de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral, el CONICET y las empresas incubadas en la institución santafecina Cellargen Biotech SRL y Biotecnofe SA. Dicho trabajo se refiera a la “Producción rápida, simple, eficiente y biosegura de proteínas recombinantes de SARS-CoV-2 con fines bioterapéuticos y diagnósticos para Covid-19”, y fue elegido entre 900 proyectos junto a otros 63 para ponerse en marcha con los 100 mil dólares que le entregarán del organismo que depende del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.
“Son formalismos sobre lo que va a suceder con el proyecto a medida que lo vayamos haciendo”, explica desde su oficina del Centro Biotecnológico del Litoral de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas. Sabe, en medio de la pandemia por este nuevo coronavirus, que la ansiedad por llegar a una vacuna es grande. “Tenemos que entender que la gente está buscando respuestas a preguntas que nosotros también tenemos. En esto no es fácil dejar contentos a todos, y no es bueno preocupar a tantos. es difícil a veces…”, sintetiza.
-¿De qué se trata el proyecto que encararon ustedes?
-Desde hace varios años, en la Universidad del Litoral desarrollamos una plataforma para investigar y producir vacunas de enfermedades virales a base de partículas de “virus like particles (VLP)”. Son partículas similares a los virus. Es algo que normalmente ocurre en la naturaleza de las infecciones virales. En algunas en particular, las células que son infectadas por los virus producen ese tipo de partículas, que llevan componentes o proteínas del virus. Lo que nosotros comenzamos a hacer allá por el 2008, aproximadamente, fue trabajar en un candidato vacunal para rabia, que es una enfermedad mortal para la que no existe cura ni tratamiento, salvo la prevención a través de la vacunación.
-¿Y cómo harán ahora contra el Covid-19?
-Normalmente, los procesos para el desarrollo y producción de una vacuna comprenden la infección de un cultivo celular, de una célula en particular. El virus infecta a la célula, se reproduce, sale de esa célula infectada, vuelve a infectar a las células vecinas y se va amplificando en un recipiente que está en un biorreactor. Luego, esos virus se inactivan con diferentes métodos para transformarlos en una vacuna. Pero lo que nosotros hacemos en el laboratorio no es trabajar con un virus directamente, sino modificar un genoma de las células para que produzcan proteínas del virus. Esas proteínas, que luego tienen la particularidad de ensamblarse, forman las VLP y es lo que nosotros utilizamos como antígeno vacunal. Por eso en el proyecto dice “de producción rápida”, porque en ningún etapa del proceso productivo se utilizan virus para generar la vacuna, como ocurre en otros casos. Uno le estaría administrando a las personas una partícula, una estructura compuesta por proteínas del virus, pero que no son el virus, y el organismo las interpreta como si lo fuera, y a partir de ahí desencadena una respuesta inmune. El sistema inmune lo que hace es tomar esas partículas, las procesa como si fuera una infección natural y genera las defensas.
-¿Y específicamente en el caso del Covid-19 que tendrá de particular la vacuna?
-En este caso, lo que haremos es generar VLP donde tendríamos una parte de la proteína de envoltura que el Sars-Cov-2 tienen para interactuar con las células. Cuando un virus quiere ingresar a la célula, la proteína que tiene en la superficie entra en interacción con un receptor celular. A partir de eso ingresa y se produce el proceso de infección. Lo que sucederá con estas partículas es aportar esas proteínas al virus para que funcionen como una vacuna. Entonces, cuando ingrese el organismo va a generar anticuerpos contra esa estructura, y cuando el día de mañana el virus llegue a tu cuerpo, vas a tener elementos para neutralizarlo y evitar la infección.
-¿Cómo se extrae la partícula del virus?
-No la extraemos de un virus. Lo hacemos a través de ingeniería genética. Modificamos el genoma de la célula e insertamos en la misma un gen del virus. Una secuencia que replica la proteína del virus. Entonces, la célula va a ir produciendo esa proteína en forma recombinante y va formando la partícula. Luego, a esa partícula se la separa del tejido celular y se transforma en una vacuna. Pero en ningún momento nosotros trabajamos con el virus, sino que le decimos a una célula que produzca determinada proteína. Nuestra intención es aprovechar el desarrollo que ya tenemos en el laboratorio. Sabemos que en el mundo se está trabajando también con este tipo de vacunas de carácter recombinante, con el objetivo que no tener el virus.
-En qué han avanzado hasta el momento?
-En el diseño o modelado de las proteínas que vamos a utilizar para la conformación de las partículas. Ya lo tenemos hecho para otras vacunas, como la de la rabia, hepatitis B y aftosa. Vamos a ir por el mismo camino, y esperamos resultados similares.
-¿Y cómo les fue con esas vacunas?
-Muy bien. Por eso es que hicimos la presentación del proyecto basándonos en resultados previos. Ya tenemos un candidato vacunal de rabia presentado ante el SENASA para comercializarla. Y en el caso de hepatitis B y aftosa estamos en fase de laboratorio.
-¿Cuál es la dificultad que enfrentan los científicos a la hora de tener una vacuna contra el Covid-19?
-Hay una a nivel biológico. Debemos hallar el talón de aquiles del virus, la forma de poder producir una estructura que anule al virus y que produzca una respuesta inmune y que sea protectiva. Y luego hay dificultades de aspectos regulatorios, que tienen que ver con los análisis, la evaluación y los estudios necesarios para asegurar a la población que el producto que se está generando sea bueno y no peor que la enfermedad misma. Todo eso lleva un tiempo. Generalmente el desarrollo de vacunas es un proceso largo, que nunca es menor de diez años en promedio y requiere mucha inversión y conocimiento.
-¿Cuáles son los pasos que se siguen para producir una vacuna?
-Primero hay que conocer el comportamiento del virus. Luego se plantea una hipótesis de cómo neutralizarlo. Llega la etapa de laboratorio, hay que generar las partículas o antígenos necesarios como para hacer los ensayos, existen etapas que tienen que ver con los procesos propiamente dichos y con los escalados, porque no es lo mismo trabajar con un frasquito de 10 ml de un cultivo que con reactores de 5.000 litros, hay otras de purificación que son complejas. Eso es lo técnico, y lleva un tiempo considerable. Y una vez que tenés tu candidato vacunal elegido y que las pruebas con animales son concluyentes hay que ver como pasar al humano. No es sencillo. La primera fase se prueba en un pequeño grupo, luego una segunda y una tercera donde los grupos son mayores, de manera tal de tener un resultado abarcativo y seguro. Y eso no es automático. Todos pretendemos que esto concluya lo más rápido posible. Hoy son cinco los proyectos en etapa clínica, pero hay 90 candidatos vacunales que están en proceso, ahí ves lo complejo. El inconveniente es que ocurre en la mitad de una pandemia.
-¿Qué expectativa tienen?
-En nuestro caso, queremos tener en un año los resultados en animales. Si son positivos, si vemos que somos capaces de generar anticuerpos neutralizantes y una buena respuesta inmune contra el virus, ahí deberíamos ver la forma de escalar el proceso para que sea productivo y llegar a las pruebas en humanos. Esto requeriría una mayor infraestructura e ingeniería y vinculaciones otros organismos.
-¿Habrá una vacuna en el corto plazo?
-No es real, aún los grandes grupos que están en esto no se animan a decir que la tendrán antes del 2021. Gran parte de las noticias que lanzan anticipándose a esa fecha son para movilizar fondos para continuar con la investigación y el desarrollo.
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