Aguas claras en Venecia, animales que circulan por lugares que les estaban vedados. Mientras en todo el mundo las ciudades experimentan reducciones significativas de emisiones tóxicas y de la contaminación sonora habituales por el aislamiento a que la pandemia por Covid-19 obliga, la organización ambientalista Greenpeace denunció que los ecosistemas marinos están sufriendo un constante bombardeo acústico. Según informan, “la exploración sísmica de hidrocarburos despliega todo su desarrollo pese a las restricciones que impone la crisis del coronavirus”.
Y esto sucede, dicen ellos, por la acción de enormes buques que navegan el Mar Argentino y están generando fuertísimas y ruidosas ondas sonoras. Son, explicaron, “las llamadas exploraciones sísmicas: se trata de disparos con cañones de aire submarinos que emiten ruidos increíblemente potentes. Las ondas sonoras viajan al fondo del océano, se reflejan y son captadas por sensores remolcados detrás de los buques de exploración. Los datos recolectados se utilizan para crear mapas detallados del fondo submarino, que las compañías petroleras usan para determinar las ubicaciones para la posterior perforación y extracción petrolera”.
Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace Andino, añadió al informe que “los ecosistemas marinos y las especies que viven allí están sufriendo un bombardeo acústico sin precedentes. Hay enormes buques generando ondas extremadamente ruidosas bajo el mar para encontrar nuevas zonas de donde extraer hidrocarburos, que seguirán contaminando el planeta una vez que sean utilizados”.
Estos sonidos afectan a toda la biodiversidad marina, especialmente a mamíferos marinos como ballenas y delfines que habitan el Mar Argentino. Los sonidos pueden producir cambios en su comportamiento, estrés, reducción del crecimiento, discapacidad auditiva, lesiones masivas y hasta la muerte por ahogamiento o varamientos.
El ruido de un solo estudio sísmico de cañones de aire, alertaron desde Greenpeace, “puede cubrir un área de más de 300,000 kilómetros cuadrados -equivalente a la superficie completa de la provincia de Buenos Aires- y tiene la potencia de 8 veces el despegue de un avión. Son ruidos dos o tres veces superiores a la intensidad necesaria para romper el tímpano humano”.
“Mientras el país mantiene las restricciones dictadas por la cuarentena, hay actividades industriales destructivas que no descansan, como es el caso de la industria de los combustibles fósiles, que continúa con sus planes para expandir sus operaciones en aguas abiertas, a pesar de la crisis del precio del petróleo”, agregó Vueso. “Estas pruebas sísmicas son el primer acercamiento de una actividad altamente destructiva para los ecosistemas marinos y es más preocupante en un contexto de cambio climático, donde deberíamos reducir drásticamente nuestra dependencia a los combustibles fósiles. Todavía está fresco el recuerdo del accidente de la plataforma offshore Deepwater Horizon que hace 10 años provocó estragos en el Golfo de México y pasó a la historia como el derrame de petróleo más catastrófico: 780 millones de litros de crudo y la muerte de 11 trabajadores, más de un millón de aves, y muchas otras especies. Sus efectos contaminantes continúan hasta hoy, no podemos permitir el riesgo de algo así en el Mar Argentino”
Los ambientalistas aseguran que hasta los últimos días de marzo el buque “Hai Yang Shi You 760” (hoy navegando en el Atlántico Sur cerca de Sudáfrica) operó en aguas argentinas desde la desembocadura del Plata hasta frente a Península Valdés. Hoy continúan operando los buques “Polar Empress” y “Amazon Warrior” frente a la costa este de Tierra del Fuego. La empresa adjudicataria de estas exploraciones es la noruega TGS. El próximo paso, sin fecha aún, es continuar con estas actividades en zonas próximas a la costa de la provincia de Buenos Aires, donde no hay siquiera actividad petrolera activa.
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