Agustín Vázquez lleva puesta una boina, una campera deportiva y unos joggins. Está sentado en un carrito de madera (al que llama “jaula”) sobre el que se dispone a cruzar el Río Grande. El viento sopla fuerte en Portezuelo, Mendoza, y del otro lado de la cámara el preceptor Pablo Martin describe la situación.
“Ahí al fondo se ve su puesto y ahora está por cruzar con la mercadería y las cartillas. La cartilla (N. de la R.: cuadernillo con ejercicios de cada materia) es lo más importante: ¿no es cierto?”, le pregunta el hombre. “¡Que no manden más tarea!”, replica el adolescente entre risas y se despide con un saludo. Después, hace fuerza con los brazos, como si remara en el aire, jalando de una polea y cruza el Río Grande.
El video, que dura apenas 55 segundos, llegó a ojos del Intendente de Malargüe, Juan Manuel Ojeda, quien lo publicó el domingo 26 de abril en su cuenta de Twitter. Un día después, ya tiene más de 6 mil visualizaciones.
“Para mover la jaula hay que tener mucha fuerza en los brazos y en espalda. Nosotros lo hacemos varias veces al día. Es como un auto que tenemos”, cuenta a Infobae Agustín Vázquez, que todavía no puede creer la repercusión que tuvo su historia. Mientras su travesía para buscar la tarea se viraliza en las redes sociales, el chico de 15 años está en el campo, donde su familia cría chivos, sin conexión a Internet.
OTRA REALIDAD
Hijo de Roxana González (31) y de Ángel Vázquez (37), Agustín es hermano mayor de Jesús (12), Adrián (11) y Melina (7). Desde 2018, cursa el secundario en la Escuela 4206 Mapu Mahuida de Bardas Blancas, una localidad ubicada en el distrito Río Grande del Departamento Malargüe al sur de la provincia de Mendoza.
Con 15 años de antigüedad, la institución educativa funciona como una Escuela Albergue a la que asisten 84 alumnos. "Durante 12 días del mes somos un colegio secundario y los 18 restantes un colegio primario. En ese período de tiempo condensamos las clases en jornadas dobles de 14 horas por día: de 8 a 13 y de 14.20 a 19.15 horas”, cuenta a este medio Mercedes Núñez, docente de Matemática y directora del colegio desde hace un año y medio.
Este año, debido a la cuarentena total, el colegio no logró comenzar con el ciclo lectivo. “Como no pudimos empezar las clases y más de la la mitad de los alumnos no disponen de computadoras ni de una conexión segura a Internet, les armamos una cartilla con las tareas de cada materia que, en el caso del secundario son once”, explica la directora. Para imprimir las cartillas, agrega Núñez, gastaron 8 resmas de hojas: el equivalente a lo que tenían previsto usar durante todo el año. “En 2019 rifamos un chivo y, con el dinero que juntamos, pudimos comprar nuestra primera impresora. El tema es que ahora no disponemos de suficiente dinero para costear las hojas y la tinta”, advierte.
Junto a la cartilla con las tareas del mes de marzo, el colegio también preparó un bolsa con alimentos, de manera que cada alumno pudiera llevarse algunos víveres a su casa. Para coordinar las entregas, cuenta Núñez, pusieron como punto de encuentro la terminal de Malargüe. Para algunos chicos, no es tan complicado llegar hasta ahí. Para Agustín en cambio, implica una verdadera hazaña. ¿Su trayecto? Desde el puesto donde vive con su familia, cabalgó un kilómetro hasta la jaula, cruzó el río y, desde ahí, fue hasta Malargüe. "Antes hacía todo el recorrido cabalgando. El sistema de las jaulas es un poco mejor, pero no deja de ser un riesgo. A veces se nos caen las cosas y no podemos recuperarlas”, explica Agustín a este medio.
#QUÉDATEENCASA
Unos días después de haber entregado las cartillas, Mercedes Núñez recibió un mensaje de texto de Agustín. “Había conseguido señal y necesitaba que lo orientara con la tarea de Matemática”, explica la maestra sin poder ocultar la emoción. "Así son los alumnos de esta escuela. Por momentos me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero esta es nuestra realidad”, agrega.
Roxana González, la mamá de Agustín, ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que vio el video de su hijo cruzando el río. “Se me eriza la piel. Agustín es mi mano derecha. Nos ayuda trabajando en el campo y, además, estudia. Buscó señal para comunicarse con la maestra, se sentó en una piedra en la orilla del río y con un lápiz se puso a hacer la tarea”, cuenta a Infobae la mujer. “Nosotros somos una familia muy humilde y trabajadora. Vivimos en una casita de piedra con techo de nylon”, cuenta.
Acerca del día en que se comunicó con la maestra, el joven de 15 años explica que, a veces, se le dificulta interpretar las consignas sin tener un maestro que lo oriente. “Estamos acostumbrados a verle la cara al profesor, a preguntarle y, si no entendemos, le volvemos a preguntar. Por eso la llamé a Mercedes: necesitaba que me explicara algunas cosas para terminar los ejercicios”, dice.
Las materias que más le cuestan a Agustín son Física e Inglés. Cuando termine el secundario, dice, quiere ser veterinario, aunque también le gustaría ser jugador profesional de fútbol. Hincha de Boca (el único de la familia), su sueño es viajar a Buenos Aires para conocer la Bombonera. Actualmente, integra la séptima división del Club Atlético Ferrosol de Malargüe.
El año pasado, cuenta su mamá, Agustín se llevó dos materias a diciembre por primera vez. "Me gustaría que vayas y te presentes a rendir”, le dijo ella que, en el fondo, no quería exigirle de más. “Habíamos pasado unos meses complicados en el campo y Agustín nos estuvo ayudando un montón. Creo que por eso descuidó un poco el colegio”, repasa la mujer. El joven estudió lo que pudo y se fue a la escuela dispuesto a hacer lo mejor.
“Al día siguiente me llamó la directora para darme la buena noticia: Agustín había pasado de año. Lloré, no sabés cómo. Yo solamente pude cursar hasta segundo año, porque después quedé embarazada y no pude seguir. No quiero que mis hijos vivan lo mismo que yo. El campo es muy lindo y tranquilo, pero no tiene beneficios y es muy sacrificado. Por eso le insisto en que estudie. Mi deseo es que tanto él como su hermanos tengan un futuro mejor”, concluye la mujer.
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