El amotinamiento de la cárcel de Devoto no es una protesta pacífica ni espontánea. Desde que se autorizó el ingreso de teléfonos celulares -por una medida cautelar que se presentó en Mar del Plata pero se ejecutó en todo el país- se utilizaron para reemplazar las visitas, evitando el contacto personal y la propagación del coronavirus.
Sin embargo, como contrapartida, los presos armaron una red de comunicaciones basadas en audios falsos, sobre enfermos falsos, que ellos mismos se encargaron de viralizar.
Están todos el tiempo comunicados y graban todo lo que ven dentro de los predios como los cambios de guardia y/o servicios o cuestiones que muchos de los internos desconocían. De esta forma, las personas que están privadas de su liberta ahora cuentan con información sobre el trabajo del Servicio Penitenciario, sobre todo el ligado a la seguridad, a la cual no deberían haber accedido.
Además se les permitió la interconexión directa con los demás penales, una decisión que favorece la coordinación de acciones violentas como los motines. Por supuesto, en la trama no faltaron los rumores, como que en Devoto fue apartado el subprefecto Mancini -jefe del taller del penal- junto a su segundo, el alcaide mayor, porque negociaban los barbijos que confeccionaban los presos y no repartían lo conseguido con la plana mayor. Todo lo que irrita a los presos vale para que el motín sea más violento.
El centro de la conspiración está en los penales de Santa Fe, Devoto, La Plata y Florencio Varela. La idea de los delincuentes que promueven estos episodioss es desde allí propagar el conflicto a todo el país.
El otro problema es que, durante un traslado a Junín de presos hacinados en otras cárceles, se detectaron múltiples llamados de secuestros virtuales que obligaron a hacer requisas en los distintos penales, una decisión que calentó aun más los ánimos de los internos.
Por supuesto, los presos mandan mensajes de todo tipo y acusan al Servicio Penitenciario de abandono, por no cuidar las mínimas normas de higiene, algo que oficialmente se niega. De todas formas, es imposible que en un lugar donde hay hacinamiento haya medidas preventivas que sean eficaces en el marco de la pandemia del coronavirus, que además de medidas de higiene, exige distanciamiento social.
Desde Devoto, en mensajes confidenciales, relatan que existen personas con síntomas que no son tratados y que faltan insumos. Ponen como ejemplo la unidad 42 de alta seguridad de Florencio Varela. Esta conexión entre un preso federal y otro provincial, explica que la relación es directa y que tiene un fin: alcanzar la calle, como lo hicieron los 2.300 presos de la provincia considerados de alto riesgo.
En tanto, personas que están detenidas en distintos penales de Santa Fe publican en las redes sociales toda clase de fotos bajo el hashtag “la calle está más cerca”.
El Servicio Penitenciar Bonaerense y el Federal corren riesgos. Si estos reclamos tienen éxito y les conceden lo que piden, los próximos motines serán más virulentos. La carta a jugar es la de mayor rigor para abortar la incipiente escalada de motines que puede abarcar a todo el país. La clave está en inhibir el uso de los dispositivos móviles a los que ya accedieron los reclusos.
El reclamo de Mar del Plata que originó todo
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