“Consideramos a todos los animales que registramos como centinelas del estado de la naturaleza: ellos nos indican qué es lo que ocurre mar adentro y no estamos viendo”. La conclusión pertenece a Ignacio Peña, médico veterinario de la Fundación Mundo Marino, y reflexiona sobre el operativo que llevaron a cabo el domingo 19 de abril en las playas de San Clemente del Tuyú: diez pingüinos pudieron regresar al mar luego de un período de rehabilitación de hasta cinco meses.
Habían sido rescatados de las localidades de Pinamar, Villa Gesell, Mar de Ajó y San Clemente del Tuyú. Los ejemplares fueron encontrados en noviembre, en su amplia mayoría, en diciembre y en febrero de este año, según lo confirmó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y jefe del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino. Presentaban condiciones similares: cuadros de desnutrición, anemia y alto grado de parasitosis, además del hecho de haber aparecido en soledad, distanciados de su colonia, lo que representa un signo de alerta.
“Estos animales poseen un comportamiento gregario, por eso debemos esperar que haya un número mínimo de recuperados para poder reinsertarlos en grupo. Pasan gran parte del tiempo en el agua, por lo que si aparecen solos en la playa es un mal síntoma. Lamentablemente, en su periplo migratorio, al no encontrar el alimento suficiente, salen famélicos a nuestras costas con cuadros de hipotermia y desnutrición”, explicó Rodríguez Heredia.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el pingüino magallánico (Spheniscus magellanicus) es una especie “casi amenazada”. Migran entre fines de marzo y principios de abril desde la Patagonia hacia latitudes más cálidas pudiendo llegar hasta Río de Janeiro, en Brasil. “Previamente, su ciclo de reproducción se lleva a cabo entre septiembre y marzo. Luego, mudan completamente su plumaje antes de iniciar el viaje migratorio”, relataron desde la institución san clementina.
Los pingüinos consumen agua mediante la ingesta de los alimentos. Al no encontrar mariscos, peces, crustáceos, calamares, plancton y otros cefalópodos, pequeños invertebrados marinos, dejan de absorber agua, lo que deriva en un cuadro de deshidratación y debilitamiento de su sistema inmunológico. “Esto los vuelve más vulnerables a cualquier tipo de patología y los hace salir famélicos a las costas con cuadros de hipotermia o hipertermia, dado que no pueden regular correctamente su temperatura”, precisó la Fundación Mundo Marino a través de un comunicado.
Lo primero que hacen al encontrarlos es trasladarlos al centro de rescate para combatir su deshidratación y trabajar en su rehabilitación. “Les suministramos agua con vitaminas, proteínas y azúcares. Una vez que recuperan el nivel adecuado de hidratación, se les da una fórmula con agua y pescado licuado. El siguiente paso, si lo toleran, es ofrecerles pescado en trozos y, finalmente, pescado entero”, amplió Peña.
Las aves marinas de las localidades de Pinamar y Villa Gesell fueron rescatadas, en primera instancia, por la Fundación Ecológica Pinamar y la Fundación Verdemar que trabajan de manera cooperativa con la Fundación Mundo Marino en el rescate de fauna silvestre. Fueron diez los pingüinos que regresaron a su hábitat en medio de la cuarentena.
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