La idea surgió durante una charla que mantuvo un matrimonio de Recoleta, en el balcón de su departamento, donde se preguntaban qué iban a comer las personas en situación de calle durante la cuarentena ya que muchas de las almas solidarias que antes los asistían en el barrio ya no iban a poder hacerlo.
Preocupados por la pandemia de coronavirus, comentaron su preocupación con los vecinos del edificio y rápidamente esas ganas de ayudar al prójimo se convirtieron en un pujante proyecto solidario. Arrancaron haciendo 60 viandas de comida por día y en menos de un mes la producción no solo trepó a 1.800 sino que además se expandió a otros barrios y llegó hasta el asentamiento Padre Mugica (ex Villa 31) de Retiro y la “rancheada” que está debajo de la Autopista Illia.
“Mi marido empezó a tocar timbre en los departamentos y pedirle a los vecinos si podían colaborar con platos de comida. Los invitó a cocinar de más, lo que pudieran, que él los iba a pasar a buscar para repartir. No había ningún plan, solo ganas de empezar a hacerlo algo. Nadie tenía ningún compromiso. Era cocinar cuándo se podía”, recordó Eloisa.
Con varias personas ya apalabradas, el matrimonio se contactó con su amigo Estanislao, un médico psiquiatra que ya venía colaborando con comedores, escuelas y centros de infancia la ex Villa 31, para contarle lo que estaban poniendo en marcha. "Él es la tercera pata de este proyecto. Es una pieza fundamental ya que con sus contactos nos permitió llegar a estas personas que tanto lo necesitan”, explicó a Infobae Eloisa, quien junto a su marido -apodado el “Chino”- lograron reunir a un numeroso grupo de voluntarios. Por expreso pedido ellos, no se publicaron sus apellidos porque prefieren mantenerse en el anonimato dentro de un grupo que ya reunió a 700 voluntarios.
Además de los cocineros, están los que se encargan de hacer la distribución y la entrega de los alimentos. Incluso hasta eligieron a un coordinador por barrio para que organice la producción y la logística.
Gracias al “boca en boca”, el grupo no para de crecer y de sumar lugares de asistencia. Muchas de estas porciones son llevadas a la organización civil Detrás de Todo, El Comedor del Fondo, la Escuela Fili Dei y la agrupación Barrios de Pie, hasta donde se acercan las familias de barrios vulnerables y la gente en situación de calle para buscar su porción. “A cada una de ellas les dejamos dos viandas, una para el almuerzo y otra para la cena”, remarcó el “Chino”.
“Al principio éramos un solo grupo de Whatsapp que nucleba a cuatro zonas. Tomábamos nota de las direcciones y acordábamos con los voluntarios los días en que pasábamos a buscar la comida. Pero como día a día se iban sumando de a decenas de personas de distintos lugares, tuvimos que armar subgrupos por barrios debido a la alta repercusión que se generó”, admitió Eloisa.
Actualmente cubren 16 zonas: los barrios porteños de Recoleta, Retiro, Puerto Madero, Barrio Norte, Villa Urquiza, Saavedra, Belgrano y Colegiales. Y en la última semana se ampliaron hacia Conurbano, con asistencialismo en Pilar, San Isidro y Garín.
Los interesados pueden participar con la elaboración -de una o dos veces por semana- de 25 viandas nutritivas. "Nosotros les acercamos las bandejas descartables unos días antes y las pasamos a buscar por barrio cada barrio el día acordado”, contó Eloisa, quien dijo que en el chat se intercambian recetas y fotos de los platos listos para entregar.
Aquellos que no se dan mucha mañana con la cocina o no cuentan con vehículo para colaborar con los envíos también se pueden sumar. ¿Cómo pueden ayudar? Entregando las bandejas a los domicilios o retirando las viandas ya hechas para acercarlas hasta un punto de distribución desde donde se hará la entrega. Y los que no dispongan del tiempo pero igual quieran aportar su “granito de arena” pueden hacerlo con dinero o con insumos desde la web de Convidarte 31.
Para tener una idea de la inversión que hacen estas almas solidarias, cada caja de bandejas de 400 unidades cuestan 3.500 pesos. “Eso ni siquiera nos alcanza para la producción diaria ya que estamos llegando casi a las 2000 porciones”, se lamentó Eloisa. Por eso, insiste en la necesidad de que haya más aportantes.
“Hace 3 semanas una amiga me reenvió un mensaje, se lo mostré a Lola mi hija y le pregunté si se copaba. Al otro día les escribí y nos sumamos a la movida. Fue como encontrarle un sentido al encierro. Ocupar el tiempo muerto en algo híper significativo para quien lo recibe”, relató una de las voluntarias en su cuenta de Twitter.
Su primera producción fueron de 25 viandas de arroz con salchichas y salsa. “Yo soy un queso cocinando pero la propuesta es muy simple. Me trajeron las bandejas y al otro día las pasaron a buscar”, contó.
Los platos de comida pueden ser variados y a gusto y conocimiento de cada cocinero/a. La idea es que la vianda sea lo más nutritiva posible, teniendo en cuenta que muchas veces es la única comida que muchos van a tener ese día.
Entre las sugerencias figura un plato base (con arroz -preferentemente integra-, lentejas, fideos o quinoa), un plato con proteína (carne, pollo, huevo duro o soja texturizada) y un plato ideal (que incluye salsa de tomates de tomate y vegetales cocidos como zanahoria, zapallo, cebolla y zapallitos).
“Armamos una iniciativa muy linda que involucra a toda la familia. En cuarentena la gente tiene más tiempo para cocinar, se muestra más predispuesta a ayudar y es realmente motivador”, resaltó Estanislao, quien está convencido que post cuarentena la gente seguirá colaborando. “Quizás lo haga desde otro lugar. Sabemos que el ritmo de producción va a bajar. En lugar de brindar su tiempo para colaborar puede aportar dinero o insumos. Todo va a ser bienvenido para seguir manteniendo el espíritu de la red”, agregó.
En la cuenta de Instagram de Convidarte, sus creadores comparten fotos de las tareas que realizan a diario en la ex Villa 31 y videos con agradecimientos de los vecinos. “A ustedes, los de Convidarte, les agradecemos el día a día. Gracias a ustedes nos están dando una mano con los alimentos. Muchísimas gracias y denle para adelante”, dijo uno de ellos. Mientras que Rodolfo reconoció el esfuerzo que hacen los voluntarios para que “las bandejitas lleguen calentitas y muy ricas”.
Con apenas tres semanas de vida, este proyecto solidario superó ampliamente las expectativas de sus fundadores. Por eso, le piden paciencia a los que se anotan en la web para ayudar. “Convidarte creció muchísimo y no disponemos de un ejército de teletrabajadores que le anda respondiendo la gente. No queremos que se enojen porque no reciben una rápida respuest. Por eso, insistimos en que las personas se organicen y se animen a hacerlo por su cuenta. Esto que hacemos nosotros se puede hacer en cualquier lugar y a cualquier escala”, ejemplificó Eloisa.
Aunque sus tres fundados coinciden en que “van improvisando sobre la marcha”, tienen muchas ganas de transformar a esta iniciativa en una ONG. “Queremos mutar el proyecto inicial de asistencialismo y hacer algo a largo plazo. Sabemos que aunque la gente deje ayudar cuando retome su trabajo y sus obligaciones vamos a poder seguir alimentando a los necesitados gracias a la ayuda de los restaurantes y cocinas industriales. Pensamos en trabajar con los chicos, la marginalidad y la drogadicción”, dijeron.
“Las ganas están y nos dimos cuenta que en este poco tiempo crecimos más que el coronavirus”, bromearon en alusión al motivo que los impulsó a despertar el espíritu solidario no solo en ellos sino en gran parte de la comunidad.
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