“Todos los domingos ordenaba mi ropero. Sacaba la ropa apilada, la doblaba y la volvía a guardar prolija. Pero, tenía que hacerlo todas las semanas. ¡No era eficiente!”, cuenta Estefanía Fryd, la primera consultora certificada en Argentina de la revolucionaria organizadora japonesa Marie Kondo.
“Siempre fui muy estructurada. Hago listas y disfruto al tachar. Anoto todo en mi agenda de papel y uso muchos post it”, agrega esta periodista y licenciada en Ciencias Políticas que trabajaba como productora de televisión cuando descubrió su pasión por el método del orden que le cambió la vida a muchas familias.
Embarazada de cinco meses y medio de su primer hijo (una nena), Stephy es de Capital Federal. Está casada hace tres años con Alejandro (“siempre fue muy desordenado”, acota), que se dedica al desarrollo web y la ayudó a armar su página (www.elartedeorganizar.com) y la cuenta de Instagram (@elartedeorganizarok). Sin embargo, para llegar a ser la Marie Kondo argentina hizo un largo camino.
–¿Cómo empezaste?
–Hace tres años, estaba en una cena familiar cuando un tío que viaja mucho me habló del furor por Marie Kondo. Se había comprado el libro y lo había aplicado en su casa. Entonces lo leí yo también, como para ver qué onda. ¡No imaginaba dedicarme a esto! Pero me lo tomé muy enserio. Organicé mi casa, resultó todo un proceso y noté que se mantenía. De pronto, me encontré haciéndole tours por mi casa a mis amigas para mostrarles cómo había quedado. Y empecé a ir a las de ellas a organizarlas. Después a lo de mi mamá y a lo de mi suegra.
–¿Cómo te volviste una profesional del orden?
–No fue de un día para el otro. Un día quise googlear cuántos años tenía Marie Kondo y terminé en su página, donde convocaban a una capacitación profesional. Hice click y me di cuenta que era muy difícil conseguir vacantes. Pero empecé a intentarlo. Entre los requerimientos, tuve que mandar videos para que vieran como había quedado mi casa después de aplicar el método. Logré que me aceptaran y junté el dinero para viajar a San Francisco en noviembre de 2018.
–¿En qué consistió el curso con Marie Kondo?
–Fueron tres días intensivos con ella y con su mano derecha. Era en japonés con traductora a inglés. Pero cuando volví, para que me certifiquen, tuve que hacer varias organizaciones de casas. Me las corrigieron, aprobaron e hice otro examen filtro. ¿Qué haría Marie Kondo en tal o cual situación? Querían comprobar si había captado la esencia del método. Finalmente, tuve una última entrevista con el área de recursos humanos. Fui la primera consultora de Marie Kondo en el Cono Sur. Desde entonces salgo recomendada en la página.
–¿Quiénes fueron tus primeras clientas?
–Las amigas de mi mamá. No les cobraba el servicio, pero sí sacaba algo de plata por comprarles los organizadores al por mayor. Mientras tanto, registré mi marca y eso también llevó tiempo. Recién después lancé la página y el Instagram, con los videos de todos los trabajos que venía haciendo. Y en enero del 2018 tuve mi primera clienta por redes sociales, que no me conocía de antes. Además, por mis contactos en los medios me hicieron notas. Y el verano pasado, cuando Netflix publicó el reality de Marie Kondo, empecé a trabajar muchísimo más. En un par de meses recuperé la inversión del viaje, de registrar la marca y comprar contenedores.
–¿Cómo es tu trabajo?
–Yo no creo en la forma tradicional de ser organizadora. No creo en ir a tu casa dos o tres veces al año para hacerte el cambio de ropa de temporada. La gente no quiere pagar un service cada seis meses. Yo ofrezco una esta nueva filosofía del orden. Un cambio de vida. No doy un servicio de manutención. El negocio está en que me llamen para otro ambiente porque ven que les dura el que organizamos o que me llamen las amigas de mis clientas. No pasa por volver a hacerte lo que ya hice. Me contratan para despertarse con el cuerpo de Pampita y después está en ellas entrenar para mantenerlo. La gran mayoría lo logra.
–¿Por dónde pasa el disfrute de ordenar?
–Una cosa es ordenar y otra organizar. Doblar una remera y guardar los platos, es algo que hacemos todos los días. Pero organizar es un proceso de una vez y para siempre. Tiene que ver con sacar, filtrar, clasificar y asignarle lugar. Organizar es más profundo que ordenar. El goce está en el momento final, cuando todo quedó perfecto. Claro que al principio es estresante y uno piensa que va a colapsar, junto con la clienta, pero cuando termina, ¡es un placer! Genera una gran sensación de liberación mental. Organizar la casa es organizar las ideas.
–¿Qué rol juega el desapego en este proceso?
–Puede costar. Pero cuando dejás ir a un objeto, el poder vuelve a vos y te sentís menos dependiente. Sin embargo, organizar no es desapegarse de todo. Marie Kondo no es minimalista. De hecho, creó una categoría que se llama “objetos sentimentales”. Eso que amas y te lo quedas, aunque no sea algo que uses mucho. Es lo que se guarda en un lugar particular y no a mano.
–Es decir que organizar un ambiente no tiene que ver con tirar todo...
–No, sino con quedarte lo que te hace feliz. Y eso es relativo a cada uno. Si a vos te hacen feliz las cartas de tus amigas cuando eran adolescentes, quédatelas. Y en el caso de tirar o donar, tiene que ser el cliente el que lo haga y con conciencia. Yo no puedo tirar fotos del ex de una clienta o donar la ropa de su abuela que falleció.
–¿Cuánto hay de cultural en el orden?
–Los argentinos estamos en un punto medio. No somos como los norteamericanos, que son compradores compulsivos y tienen casas grandes con baulera. Porque más espacio tenés, más acumulás. Tampoco somos como los japoneses que viven en departamentos de 35 metros cuadrados, como mucho, y tienen pocas cosas. Ellos aprenden desde chicos a ser organizados porque no tienen espacio.
–¿Padecés ir a casas de gente que tiene todo desordenado?
–Si y me da ganas de moverles todo, pero no opino para no herir susceptibilidades. Mucha gente se me acerca y me dice: “Mi casa es un caos. Si la ves, te morís”. Les contesto: “No vivo en tu casa. La que se muere, de última, ¡sos vos!”
–Y por momentos ¿no sos un poco TOC?
–No. Me ponen nerviosa los gatos arriba de las mesas, ¡no el desorden! Creo que las casas están para ser vividas. Sobre todo al tener hijos. Se va a desordenar, pero si está organizada, el orden diario es más simple y rápido.
–¿Qué es lo más extremo que viste en una casa desordenada?
–Una clienta tenía un aire acondicionado embalado dentro de un placard. ¡Y no lo sabía! Estaba abajo del sector de colgado, con mucha ropa arriba. ¡No lo podía creer!
–¿La cuarentena es un buen momento para organizar algún ambiente?
–Lo discutimos el otro día con las consultoras de Marie Kondo en América Latina. Muchas no estaban de acuerdo con hacerlo ahora porque podemos estar angustiados y no aptos para filtrar qué nos hace feliz y qué no. Yo pienso que no se trata de obligar a nadie, sino de hacerlo si uno está bien y para aprovechar que tenemos tiempo. Es algo que solemos postergar, ¡aprovechemos ahora!
–¿Por dónde le dirías que empiece a la gente que está ahora de cuarentena en su casa?
–Por el placard con la ropa. Y que termine por los objetos sentimentales. En el medio, que haga la cocina o el baño. El método de doblado de Marie Kondo te permite optimizar espacio y ser más consciente al comprar. Para la cocina hay que aplicar la utilidad y el sentido común, además de qué me hace feliz. Además, tengan en cuenta que lo que más usamos va en los lugares más accesibles: a la altura de los ojos. Y de ahí, un estante más arriba y otro más abajo. Sepan que antes de enseñarles a ser ordenados a sus hijos, lo tienen que ser ustedes. Si aprenden esta filosofía, naturalmente la aprenderán ellos. Como a hablar o a caminar.
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