Álvaro Bulacios (36) es Ingeniero Industrial. Su camino para construir su propio emprendimiento fue de mucho trabajo, estudio e inversión. Mientras cursaba en la universidad, comenzó a trabajar en IBM y luego en una petrolera americana. Más tarde, recibió una propuesta para incorporarse a una empresa de telecomunicaciones. La experiencia en esas tres industrias -software, petróleo y comunicaciones- lo ayudó a tomar la decisión de lanzarse como independiente. Para lograrlo, se asoció con Aconcagua Software Factory, una empresa argentina. El emprendimiento personal le permitió ahorrar y luego invertir ese dinero en la construcción corporativa. Finalmente, logró tener una franquicia de post venta y servicios de Peugeot en la provincia de Buenos Aires.
La pandemia lo afecto directamente desde el día uno, ya que tuvo que cerrar el jueves 19 de marzo. “Estamos sin tener un panorama de cuándo vamos a volver a abrir y si cuando eso ocurra los usuarios de Peugeot van a poder ir para hacer sus mantenimientos o reparaciones. Ya que nuestra clientela se divide entre consumidores finales y Pymes de la Zona Norte (estamos en Panamericana km 39, Ramal Escobar) que están todas cerradas”, dice angustiado Alvaro.
“Sin una ayuda concreta del Gobierno, no podré pagar sueldos, proveedores y alquileres. Los pasivos siguen creciendo por intereses y llevamos casi un mes sin poder brindar servicios. Va a ser imposible afrontar los compromisos impositivos. Sé que el equipo está comprometido y van a dar todo lo que ellos puedan para reactivar, pero el tiempo que estemos parados es nuestro peor enemigo”, dice preocupado.
Bulacios recuerda lo duro que es trabajar en la Argentina. “De cada peso que facturamos casi el 50% va directo al Estado, con lo restante tenemos que arriesgar, trabajar, pagar sueldos y proveedores e intentar ganar dinero”.
“Hasta el lunes 13 intenté sacar créditos con varios bancos para pagar salarios. Con el único que he podido ir avanzando es con el BICE ya que es un crédito con garantías recíprocas. Todo lo anunciado por Alberto Fernández no es cierto”, dice enojado.
Alvaro es mendocino pero vive en la Zona Norte de la provincia de Buenos Aires desde hace muchos años. Es hijo de un ingeniero en petróleo y una abogada. “Siempre viví en San Isidro, ahora alquilamos en Vicente López, porque estábamos remodelando nuestra casa, lo cual obviamente ha quedado postergadísimo”, relata. Está casado con Josefina y son padres de Juan y Tomás, gemelos de un año y medio. Además, esperan a Catalina que nacerá a mediados de agosto. La familia Bulacios hoy logra sobrevivir gracias a sus ahorros, ya que Josefina es azafata y tampoco está trabajando.
Su concesionaria tiene 8 empleados. “De nosotros no se habla nada, somos Pymes de servicios que ya veníamos re mal y esto nos mata. No entramos en ninguno de los anuncios del Gobierno, los bancos no te dan créditos. Que no haya flujo de capital arruina a las Pymes. Tengo a mi propia familia y la responsabilidad sobre al menos otras 10 familias que tampoco están contempladas en los anuncios que hace Fernández”.
Si bien el panorama económico es sumamente crítico, la vida en la cuarentena junto a los suyos es una experiencia positiva que jamás olvidará. “Nunca había podido pasar tanto tiempo en familia. Josefina como azafata y yo con mi trabajo hacía que fuera muy difícil pasar tiempo en casa. Ahora nos tenemos que encargar de todo, pero ha sido divertido. Entre pañales y mamadera me tocó agarrar la plancha”, dice con una sonrisa buscando algo positivo ante tanta incertidumbre.
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