“Ayer me reencontré con los vecinos de Barcelona para compartir más canciones de balcón a balcón”, empieza su relato Pablo Sturba (30), músico y pianista argentino que reside en España desde 2018.
Desde el aislamiento obligatorio -que tiene confinado a medio planeta- este artista cambió el escenario de los subtes de la ciudad catalana, por el pequeño balcón de su departamento, en Carrer de Lepant, en el barrio Sagrada Familia. Ahora, sus presentaciones son al aire libre y llegan a todos los balcones de la manzana.
El horario es fijo, puntual a las 17.30, la extensión hasta media hora. En cambio, su repertorio es amplio y a pedido del público. Pese a que su formación es lírica, experimenta la música popular pasando por clásicos del rock argentino, hasta cantar en inglés.
"Pasamos por Argentina y cantamos un Tango: ‘Por una Cabeza’ de Carlos Gardel. Luego, viajamos al Reino Unido y rockeamos con la artista Adele para, finalmente, volver a España y emocionarnos con el gran Joan Manuel Serrat”, comparte desde su cuenta personal de Instagram acompañado de los videos de las presentaciones.
Cada vez que termina una canción llegan los aplausos, arengas e inclusive los silbidos de aprobación. Esta semana Pabl conmovió a todos con la interpretación de Amapola, un clásico de 1998 del artista dominicano Juan Luis Guerra.
Y una amapola me lo dijo ayer
Que te voy a ver, que te voy a ver
Y un arcoiris me pinto la piel
Para amanecer contigo
A metros de distancia conmovidos por cada melodía están sus vecinos que los primeros días fueron simples desconocidos. “Es un acto muy lindo de su parte, en momentos como estos, recibir una alegría o distracción es muy importante”, destaca Paula, también argentina que vive justo enfrente y lo sigue hace una semana.
Dicen que la música borra fronteras, y esta no es la excepción: el vínculo de Pablo con su vecinos-fans se volvió más estrecho, incluso le proponen temas para la siguiente sesión: “Cuando termina la presentación nos pregunta qué queremos escuchar al día siguiente”, agrega Paula.
“Yo le pedí temas de Soda Stereo, y cantó Persiana Americana. La verdad me cambió la tarde de encierro”, admite.
Pablo comparte su piso con una amiga italiana y como la mitad del planeta sufre por no poder salir a la calle, aunque destaca que el aislamiento tuvo consecuencias positivas. “Luego de un año y medio, ¡conocí a los vecinos de dos manzanas! Lo más importante es que nos conectamos. No todos hablan español, sino inglés y hasta chino, pero cuando uno canta un tango o una canción de Coldplay, aparece el lenguaje universal: la música”, destaca emocionado por la respuesta que tuvo.
El artista remata diciendo: “Me motivó lo único de lo que estoy seguro en la vida: que el arte cura.”
Y cierra su show. “¡Gracias a todos por estar presentes y por todo el cariño que me brindaron! Espero volver a verlas/os pronto para disfrutar más música juntos”. Y luego, se despide desde el balcón anhelando volver a verlos como dice la letra de Juan Luis Guerra.
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