Agustin Troncoso (28) es de Tucuman. Desde hace 30 años su familia se dedica al rubro de los juegos electrónicos infantiles. Llegaron a tener seis locales en todo el norte argentino. Pero el tiempo y las crisis hicieron que tuvieran que cerrar cinco de esos negocios. Desde 2010 viven con lo que les da el único local grande que conservan, instalado en el patio de comidas de la terminal de ómnibus de la Provincia de Catamarca.
El Australian Park cumple hoy 21 años, y Agustín lo cuenta con orgullo: “Son contados con los dedos de las manos los negocios de Catamarca que tienen mas de 20 años, gracias a Dios nosotros somos uno de esos".
Por la pandemia del COVID-19 hoy deben permanecer cerrados. “A nosotros nos hicieron cerrar 7 días antes de que se dictara la cuarentena obligatoria. Al igual que a todos los comerciantes que cerraron hoy nos toca endeudarnos para poder pagar sueldos, proveedores, alquiler, servicios y mantenimiento. Nuestro ingreso mensual es 0 y día a día nuestra deuda aumenta”, detalla el joven.
Los Troncoso hoy se pregunta si los clientes volverán a ir cuando llegue el momento de abrir las puertas: “El miedo al contagio quizás haga que muchos no quieran volver a locales donde se concentra la gente”, dicen.
La recuperación, estiman, les llevará entre 12 y 18 meses. '"Sin créditos en los bancos y sin ayuda del Estado, esto va a ser muy difícil. Nuestro rubro particular viene con crisis desde hace años. Las devaluaciones son terribles para nosotros particularmente, ya que es un rubro en el que casi todo se cotiza en dólares (máquinas, insumos, repuestos, premios, peluches). En el 2016 compramos máquinas con dólar a 14 y la terminamos pagando a 65, mientras que el negocio recibe pesos y cada vez menos”, cuenta.
Toda la familia Troncoso -padre, madre y tres hermanos- vive en Tucumán y todos trabajan en Australian Park. HoCon sus padres jubilados, son los hijos quienes se hacen cargo del día a día del negocio. Para Agustin, su hijo mayor, Australian Park es la herencia que le dejaron sus padres y lo cuida como si fuese oro. Sueña con que sus hijos puedan mantener este negocio como una tradición de familia, “aunque hoy lo veo difícil sigo apostando”, resume.
La cuarentena la pasan en sus casas, saliendo lo menos posible y viendo como enfrentar los gastos diarios sin tener ingresos. “Yo estoy en casa desde el comienzo de la cuarentena con mi novia y mi hija. Mi viejo en su casa con mi hermano más chico y mi madre en su casa con mis 2 hermanas. El único que sale eventualmente soy yo para llevarles mercadería. En Tucumán tengo un bar que también tuve que cerrar y está funcionando solo con delivery. No dan los números, pero lo mantengo para sostener a los empleados. Hoy todo mi grupo familiar está viviendo de sus ahorros, pero los ahorros no alcanzan para pagar las deudas que genera tener los negocios cerrado”, explica Agustin.
“Hay un dicho que dice ‘mal de muchos consuelo de tontos’. Antes nos conformábamos con no perder, hoy cada día que pasa es una deuda que crece. La única solución, que tendría que venir por parte del Estado, sería eliminar impuestos, subsidiar servicios, ayudar a nuestros empleados y bajar las tasas. Lo único que espero es que nuestros dirigentes se iluminen y traigan soluciones”, agrega.
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