¿Se puede terminar con las colas ante los bancos? ¿Se puede frenar ese sufrimiento de los jubilados? Claro que sí, dice Mariana Franza, una ejecutiva de larga experiencia en Wall Street que está convencida de que Argentina puede poner fin, y en no demasiado tiempo, a ese lastre que le hace perder tiempo y productividad a buena parte de la población. Esa atávica costumbre nacional que la semana pasada puso en riesgo a cientos de miles de jubilados en medio de la crisis por el coronavirus.
“Los jubilados no están condenados, no tienen por qué seguir haciendo colas ante los bancos por mucho tiempo más”, dijo Franza a Infobae antes de desplegar sus recetas para que esas colas se conviertan en un tema del pasado.
¿Qué propone Franza? Dejar de subestimar a los jubilados y capacitarlos para que aprovechen las nuevas tecnologías. También insiste en apostar por las billeteras virtuales, por lo que da en llamar un “criptopeso”. Cree también conveniente cerrar sucursales bancarias e incluso cobrarle al cliente por ir al banco. Y entretanto, hasta que el plan se ponga en marcha y funcione, plantea como imperativo incorporar un dispositivo interno de sanitización en los cajeros automáticos, porque los billetes son “algo tremendamente sucio”.
La ejecutiva financiera no está de acuerdo con la teoría de que “los abuelos” son alérgicos a las nuevas tecnologías. Hay que darles una oportunidad, y si tienen dificultades, ayudarlos, capacitarlos. Pero no es cierto que una persona de la tercera edad no pueda manejar una computadora, no entienda el home ranking o sea incapaz de utilizar un smartphone.
“Mi padre tiene 87 años, tiene un iPhone y lo utiliza. ¡Usa zoom! Tampoco subestimemos a la gente mayor diciendo que no tiene capacidad de aprender... ¡Han aprendido tanto durante su vida, se han adaptado a tanto! Han vivido más que todos nosotros, ¿por qué creer que no pueden aprender?”.
Franza sabe que hay un porcentaje importante de los jubilados que no podrían aprender, pero insiste en que se le den las herramientas a los que sí pueden (“que son muchísimos”) para facilitarles la vida e ir reduciendo las colas ante los bancos. Y ayudar y acompañar a aquellos que definitivamente no pueden vivir sin dinero en efectivo. Son, insiste, muchos menos de los que se cree.
Con larga experiencia en Finanzas, Franza fue uno de los ejecutivos más importantes de Godman Sachs hasta 2016. Pasaba horas y horas en sus oficinas de Wall Street como responsable mundial de todas las operaciones de tasas de interés y bonos, y en esos años también trabajó intensamente con América Latina, en especial Brasil y México. Son muy pocos los países del mundo que tienen los cuellos de botella que tiene la Argentina con los bancos, dice. La vida, añade, no tiene por qué ser tan complicada.
“En los 16 años que viví en Estados Unidos habré ido en total seis o siete veces al banco. No más que eso. Y mi cuenta bancaria la abrí y la cerré por teléfono, no pisé la oficina bancaria”.
Franza fue, hasta hace pocas semanas, gerente general del Mercado Abierto Electrónico (MAE), que concentra el 75 por ciento de todo lo que se mueve en el mercado argentino de capitales. En tres décadas de existencia del MAE, nunca una mujer había llegado a ese puesto: “Transformé una empresa que tenía mentalidad de centro de costos en una empresa más profesional, que tiene hoy sentido comercial y visión de cliente”.
¿Le fue sencillo, como mujer, estar en esa posición? “Nunca es sencillo estar al mando, y es además difícil en una industria que es netamente masculina. Los cambios culturales son un trabajo extra. En América latina solo el diez por ciento de las posiciones de alto nivel están a cargo de mujeres”, destaca.
Una semana atrás, Franza quedó impactada ante las imágenes de las interminables colas de jubilados frente a los bancos.
“Cuando vi las colas pensé que faltó un poco más de preparación para entender las consecuencias de una decisión. Si los bancos no abrían desde hacía 15 días en una sociedad que, como mucho, está bancarizada al 50 por ciento, y si tenemos millones de jubilados y pensionados... Es como que hay entonces que saber qué se puede esperar, ¿no? No sé si se hizo un modelo de lo que podía pasar, no se lo hizo o, pese a tenerlo, se siguió adelante. En todo caso, de esto que pasó tenemos que aprender”.
"La inclusión financiera es clave. Hay que insistir en que las personas tengan acceso, si no a un banco, a una billetera digital. ¿Para qué una tarjeta física? ¿Por qué no crear tarjetas virtuales y exclusivas para pensiones y jubilaciones, tarjetas que los comercios estén obligados a tomar? Todos: los almacenes, los taxis, los kioskos".
Franza está al tanto de la billetera virtual anunciada el miércoles por el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. “Es que no la lanza Kicillof, ya existía. La hizo Juan Curutchet, presidente del Banco Provincia en la gestión anterior. Ahora se acordaron, pero está bien: si las herramientas existen hay que utilizarlas. Hay que apostar por las tarjetas de crédito y débito prepagadas. Imagínate el plástico que se ahorraría el país si apostáramos por lo virtual, por tener tus tarjetas cargadas en el celular. Los plásticos no pasarían de mano en mano, algo muy importante en el momento que vivimos”.
¿Es realista la propuesta en un país con amplios sectores marginalizados en las periferias de las grandes ciudades? Franza cree que sí. “Hay que mirar los números, esos datos están. Ver las áreas marginalizadas y trabajar en ellas también. Porque la gente tiene ahí también teléfonos inteligentes, los tiene. Las cifras dicen que, tomando el promedio, toda la gente mayor de 15 años tiene un celular”.
“Insisto: la data es clave. Si tenés los datos podés actuar. Hay que trabajar con Movistar, Claro, Personal, que tienen esos datos de sus clientes. Nos vamos a encontrar con que te quedan afuera un número de jubilados y otras personas, pero lo que hay que hacer es darle soluciones para la mayoría y trabajar además específicamente sobre el resto”.
“No sé si en un mes se podría avanzar con fuerza en resolver problemas, pero una mayor utilización de billeteras virtuales ayudaría. Ayudaría también que le permitieran a una empresa como ‘ualá’ recibir el pago de jubilaciones. De los 44 millones de argentinos, el 40 por ciento vive en el área metropolitana de Buenos Aires. Bueno, se puede empezar por ahí y con los centros urbanos más críticos. Que empiecen a cobrar por billetera virtual. Hay que transformar la AUH y las jubilaciones en una tarjeta prepago que sirva para comprar en todos lados, con los criterios lógicos de que una AUH sea solo para determinado tipo de comercios. Y hay que crear una línea de denuncia para aquellos comercios que no acepten las tarjetas”.
“Empecemos a pensar en criptopesos o pesos virtuales. Digitalicemos el peso, hagámoslo más virtual. En vez de imprimir billetes, hagamos pesos virtuales, eso ayudaría a liberar los bancos”.
Suena interesante, aunque Franza sabe que la visita al banco es, en parte también, un hecho cultural argentino derivado de su turbulenta historia económica. Mucha gente solo está tranquila si tiene en sus manos el efectivo.
“La gente va al banco por un hecho cultural, es cierto. Pero en este país ya existe la firma digital, ¿por qué no digitalizar los bancos? ¿Por qué no crear aplicaciones y trabajar desde ellas? Y los bancos deberían cobrar un dos por ciento cada vez que se haga una operación por ventanilla. Y que si lo hacés por billetera virtual no te cueste nada. Hay que convertir en difícil ir al cajero y al banco. Complicarlo y que cueste más caro”.
“También es cierto que uno puede preguntarse cuál es el incentivo del banco para mejorar y actualizarse. Esa es la pregunta. Si se promueve la competencia entre bancos y se les van bajando las comisiones a los clientes, seguramente vos también las vas a bajar. O si existiera un mercado de capitales y financiero en el país con muchos más productos. Hoy hay poco crédito en la Argentina. Y los bancos ofrecen poco: plazo fijo, algún descuento... Los bancos argentinos no se dedican a lo que deberían, que es el crédito Y es no es culpa de los bancos, sino de la Argentina”.
“Cuando vivía en Estados Unidos podía pasar un mes entero con 20 dólares en el bolsillo. Podía pagar una fotocopia de 50 centavos con tarjeta, podía pagar hasta las propinas. No hay un taxi que te pida efectivo. Compraba un chocolate y todo era con tarjeta. Es por eso que allá la necesidad de cajeros es menor que acá. Y, volviendo a las tarjetas, mi experiencia con las tarjetas en Argentina es mala. Si tenés un problema, el banco te dice que llames a la tarjeta y la tarjeta te dicen que llames al banco. Yo perdí hace poco mi tarjeta de crédito, y no la voy a tener hasta que se levante la cuarentena y diez días después. ¿Es lógico?”.
Pese a su experiencia, Franza no tiene respuestas para todo. Si las mismas compañías de tarjetas de crédito funcionan bien en Estados Unidos y Europa, incluso en América Latina, ¿por qué ofrecen tan mal servicio en Argentina?
“¡Ojalá supiera por qué afuera funcionan bien y acá tan mal! Yo allá llamaba al banco y me lo resolvía. Perdía la tarjeta y la tenía de nuevo en 24 horas en mi casa”.
“Vuelvo al punto inicial: hay una cantidad muy importante de jubilados que están listos para una vida más sencilla y no hacer cola. Confiemos en ellos, creamos que saben, que entienden y que pueden aprender. La mujer de mi padre tiene 67 años, tiene twitter y está en todos lados en Internet. Y a aquellos que no puedan los ayudamos de otra manera. Los capacitamos. Con capacitación online, con mucha comunicación clara y transparente. Simple. Recurrente, constante. Un tutorial: ‘Aprenda cómo pagar sus cuentas desde casa’”.
“El dinero físico es tan sucio... Hay que poner un dispositivo de sanitización dentro de los cajeros, que te desinfecte el dinero. Tener cajeros biométricos para dejar de tocar teclas. Claro, la gente no quiere decir en voz alta que quiere sacar 5.000 pesos, pero también hay soluciones para eso. No recuerdo en los últimos diez años en que viví en Estados Unidos haber visto colas en los bancos y cajeros. La gente no paga yendo al banco. Si vas al banco a pagar tu tarjeta de crédito con efectivo te dicen que no, que hagas una transferencia”.
Tras tantos años fuera del país, Franza observa con cierta curiosidad sistemas como Rapi Pago o Pago Fácil. “Lo que hacen es desconcentrar, repartir las colas. No las eliminan. Hay que hacer un estudio de por qué la gente va al banco. Hay que hacerlo. En Estados Unidos se viene cerrando muchas sucursales, que son un costo gigante. Y cerrar sucursales baja los costos de los servicios bancarios que paga la gente. Cerrar sucursales significa reducción de personal, es cierto. Pero si no lo hacemos vamos a estar siempre en el mismo círculo vicioso”.
La ejecutiva financiera cree que los bancos argentinos maltratan o directamente ignoran -depende del caso- a las clases bajas. “Solo acceden a las buenos servicios aquellos que tienen un ingreso mayor. ¿Y qué hacemos para la gente que no tiene ese dinero? Esto incluye a los jubilados. Hagamos tarjetas y promociones para la gente que tiene menos, incentivos para que los no bancarizados se bancaricen”.
“En Estados Unidos, si te mandan un cheque físico, le podes sacar una foto al cheque y en la app del banco la toman y te lo depositan. O, si voy a un restaurante con un amigo y él paga la cuenta, yo después le paso el dinero por aplicaciones como Venmo, Paypal o Zelle. Algo que acá proponen Mercado Pago y ualá”.
“Porque en Estados Unidos el efectivo está mal visto, si pagas con billetes piensan que estás evadiendo impuestos, que sos un narco. A Al Capone, con todos los delitos que cometió, lo bajaron por no pagar impuestos, y no por el resto”.
“Si el Estado impulsara esto recaudaría más, porque la economía en negro se reduciría. Pero claro, mucha gente quiere estar en negro por una cuestión impositiva. Es así: cuando la gente ve que el Estado no utiliza bien su dinero, no se lo da. No paga impuestos. Pero empecemos a cambiar, a dejar los bancos y el dinero físico para pasar a lo virtual. Se puede”.
Seguí leyendo: