“Así como en otros edificios ahuyentan a los que prestamos servicios esenciales, en el mío Agustín demostró que todavía hay gente de buen corazón y que te hace seguir creyendo en la personas”, escribió María en su muro de Facebook, junto a la nota que pegó su vecino en el ascensor de su edificio de Caballito.
El lunes, Agustin Becci Costa (25), decidió dejar mensaje escrito en tinta verde que decía lo siguiente: “En este edificio apoyamos a lxs trabajadorxs de la salud y los servicios esenciales!! En estos días complicados seguro no tenés tiempo o estás cansadx. Si necesitás algo, comida o cosas del supermercado dejame la lista debajo de la puerta”.
Mientras que algunos lugares empezaron a salir a la luz historias de profesionales de la salud que denunciaron haberse sentido discriminados y rechazados por los propios vecinos de su domicilio o en la vía pública, en otros ocurre lo contrario: crece el espíritu comunitario en tiempos de crisis.
Así lo pensó Agustín y no dudó en poner en práctica su costado solidario. “Soy estudiante de psicología de la Universidad Argentina de Buenos Aires y dispongo de bastante tiempo libre. Dos veces a la semana salgo para hacer las compras, y pregunto entre los vecinos quién necesita algo de la calle, sobre todo a aquellos adultos mayores que tiene restricciones. Marta de 85 años, me escribe seguido. Pensé que podía replicar esta acción con el personal de salud que reside acá”, le cuenta a Infobae sobre su iniciativa que se hizo viral.
No solo organiza las compras, a veces hasta se anima a preparar algo de comer. “Trato de generar una contención social indispensable en estos días de miedo e incertidumbre. Somos muchos viviendo en este edificio, no conozco a todos, pero es importante hacer crecer esta red. El otro sabe que puede contar con vos, y eso da tranquilidad", agrega.
Agustín todavía no recibió “el pedido” de un médico o enfermero vecino. Pero está ansioso por ayudar. “Me emocionó ver que la publicación llegó a las redes sociales, eso quiere decir que alguien lo vio. Esta situación nos vuelve más humanos o nos saca nuestra peor versión... como pasó con algunos”, afirma.
Por fortuna, él no es el único. Agustina Robaina, de 28 años y maestra jardinera, vive en Cañitas y adoptó una modalidad similar con su vecino médico: Juan Manuel Chalup (40). “Compartimos los departamento de la planta baja. Estamos en comunicación constante. Soy de Tierra del Fuego y mi familia está muy lejos, él siempre estuvo muy pendiente, pero no sabía que era médico. Me enteré el primer día que salí a aplaudir al personal de salud”, le cuenta a Infobae.
Juan, es salteño y vive en Buenos Aires desde hace 10 años. Pasa largas horas en la guardia del Hospital Militar Central. A partir del intercambio de aplausos, entablaron un vínculo vecinal más estrecho. “Sé que es su trabajo pero lo hace con tanta dedicación, predisposición, nunca pierde la sonrisa”, agrega Agustina sobre su vecino.
Para homenajearlo ella pensó en un obsequio que tuviera un significado especial en estos tiempos. "Tengo un emprendimiento de accesorios pintados a mano. Se me ocurrió la idea de regalarle un mate decorado por mí, algo personal para que lo acompañe en la guardia. Se lo dejé con un dedicatoria: ‘Gracias por cuidarnos. Ojalá todo pase pronto y mientras te acompañamos en lo que necesites’”.
El médico siente el cariño de sus vecinos. “Trabajo al igual que tantos otros colegas y al regreso de una guardia encontré el regalo y también una notita de otra vecina (Rosario). Me conmueve realmente sentir el apoyo de la gente que te rodea, sobre todo de los desconocidos”, le explica a Infobae.
Emocionado agradeció el gesto de Agustina con un posteo en su cuenta personal de Facebook : “Mate para la guardia (sin compartir)". La repercusión fue masiva y tuvo más de dos mil Me gusta.
Juan no duda: "Debería haber una Rosario y Agustina en cada edificio del país. Tener actos de solidaridad con desconocidos es lo que me emociona. Por suerte estas cosas también son contagiosas”.
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