Victoria Donda pensó en la novela El cuento de la criada de Margaret Atwood y trazó analogías con los leprosarios y los manicomios. Incluso percibió semejanzas en las primeras reacciones a la epidemia del VIH, a la que alguien llamó “peste rosa”. La directora del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) encontró en la literatura, en las infraestructuras, en las denominaciones y en las construcciones culturales rastros comparables con la persecución a los profesionales de la salud en tiempos de coronavirus.
El INADI lanzó la campaña “si el virus no discrimina, no discriminemos nosotrxs”. Su directora firmó una carta en donde advirtió la reedición de un comportamiento nuevo, pero no original. Enumeró casos de discriminación adaptados a tiempos de aislamiento y pandemia: “Dueños que buscaban especular con alquileres, personas de origen chino que denunciaron discriminación étnica, personas trans que necesitaban alimentos y antisemitismo en los medios”. Pero apareció otro con más vigor y virulencia -apuntó-. El señalamiento a médicos y enfermeras que asisten a personas contagiadas del virus Covid-19.
Donda notó un incremento de las denuncias desde la intervención del coronavirus y calificó de “desconcertante” a los nuevos actores estigmatizados. “Las primeras que fueron llegando tuvieron que ver con discriminación a miembros de la comunidad china y personas de origen asiático. Fueron aumentando paulatinamente y, hoy, la verdad es que la situación es bastante preocupante. Luego, las denuncias que aumentaron tuvieron que ver con la especulación en época de emergencia y cómo esa especulación perjudica a las personas y a determinados grupos sociales a la hora del pago de sus alquileres. Y últimamente hemos registrado muchas denuncias a personal de la salud o familiares de personal de la salud. Esto es algo que nos ha desconcertado mucho”.
A la inquilina del departamento 16 del tercer piso de un edificio en la calle Amenábar del barrio porteño de Belgrano le dejaron una carta por debajo de la puerta. La inquilina es médica y la carta, amenazante. “Ante el alto riesgo creado por su actividad se ha comunicado a la autoridad correspondiente la situación de riesgo generada al edificio y que, hasta tanto se tome otra medida, se la intima a evitar el tránsito y permanencia en zonas comunes así como tocar elementos tales como picaportes, barandas de escalera, acceder a la terraza y demás elementos que atento a la gravedad de la pandemia pongan en riesgo a quienes habitan el edificio”, reza el primer párrafo de la intimidante misiva.
Una semana después, otro suceso provocó conmoción pública. Otra vez una carta dirigida a habitantes de un departamento, esta vez más autoritaria y severa, en un edificio sobre la calle Pellegrini de Venado Tuerto. La pegaron en el ascensor. Exigía: “Si sos médico, enfermero, farmacéutico y/o trabajás en salud: ¡¡¡Andate!!! Nos vas a contagiar a todos”. Hacía referencia a Agustín Haeffeli y Francisco Szeifert, residentes que están cubriendo guardias en el Hospital Gutiérrez.
Durante la entrevista, Donda reparó en la historia de ficción distópica de la escritora canadiense. En El cuento de la criada se imparte un nuevo régimen en la población: el color de la vestimenta distingue el rol de cada ciudadano, con especial vulneración hacia las mujeres, a quienes clasifican entre fértiles. La funcionaria distingue que el relato, según su propia autora, se sostiene en casos de un pasado real y próximo y no en un horizonte ajeno. Y asoció los casos de segregación a los médicos a tres paradigmáticas del siglo pasado: los leprosarios y los manicomios, dos instalaciones de aislamiento de padecimientos no contagiosos, y la marginación a los enfermos de HIV.
Para la directora del INADI, no es necesario cavar mucho en la historia con mayúscula para identificar puntos comunes: “Me recuerda a lo que sufrieron las personas que contrajeron VIH, a lo que sufrieron los médicos y médicas que atendían a estas personas. Me recuerda a esa sociedad que denominó a una enfermedad como ‘la peste rosa’, como una forma de estigmatizar a aquellos que la contraían y a aquellas que la contraían. Me recuerda a esa sociedad que construyó guetos, que construye muros para dividir personas. No son eventos del pasado, sino eventos que lamentablemente están en el presente y los vemos reflejados en esas cartas pidiéndole a los médicos hoy que se vayan de sus hogares por ser parte del sistema de salud pública y atender a aquellas personas que contraen Covid-19 o cualquier otra enfermedad”.
“¿Vamos a repetir esa triste historia?”, se preguntó Donda. “Depende de nosotras y nosotros -dijo- tomar la pandemia como una posibilidad para ser mejores”. “Así como nos llegaron denuncias de un consorcio de vecinos que estigmatizan a un paciente infectado de manera leve, vemos en la sociedad emotivos actos de solidaridad y empatía con el personal médico y otros trabajadores que hacen posible que la vida siga en medio del aislamiento. Por fin ese trabajo es puesto en valor tal cual se merece. Pero no podemos aplaudir a las nueve de la noche y discriminar a las nueve de la mañana. Tenemos que informarnos bien para que las emociones que afloren no sean irracionales ante esta emergencia y no dejarnos llevar por el miedo”, concluyó.
Donda apeló al sentido de responsabilidad social de la comunidad: dijo que de la pandemia hay dos formas para salir. “Fortalecidos, juntos y juntas, entendiendo que si el virus no discrimina, nosotros no tenemos que discriminar y que solo nos puede salvar la solidaridad; o debilitados, en una sociedad individualista donde no sea el sentimiento colectivo el que gane, sino el sálvese quien pueda”. Y sobre ese refrán, desarrolló: “Ese sálvese quién pueda es quien pueda, y por ahí vos no podés, tu hijo no puede, tu hija no puede, el que está al lado tuyo no puede. La solidaridad es la única arma que tenemos para ganarle al coronavirus”.
Desde la dirección del INADI, promocionaron la campaña con una serie de placas ilustrativas. El propósito de estas imágenes es promover conciencia y solidaridad hacia los grupos de personas señaladas por contribuir a la transmisión del virus: los supermercadistas chinos, los repatriados y los profesionales de la salud. “Como predicamos desde el Gobierno nacional, es momento de ser solidarios y de entender que si no nos ocupamos de los adultos mayores todo puede terminar peor; que no vamos a solucionar nada estigmatizando a otras personas, sino al contrario”, escribió Donda en un mensaje que firma: “Si el Covid-19 no discrimina, vos no discrimines, porque de ésta salimos entre todxs”.
Datos de la discriminación en tiempos de coronavirus
El INADI compartió con Infobae las estadísticas relacionadas a las denuncias recibidas desde el comienzo de la cuarentena, decretada por el presidente Alberto Fernández desde el primer minuto del viernes 20 de marzo. En un reporte firmado por Demian Zayat, director de Asistencia a la Víctima, agrupó las consultas que llegaron a las guardias de Whatsapp. El 46,85% provino de la provincia de Buenos Aires y el 15,32% de la Ciudad de Buenos Aires. El resto, Santa Fe, Córdoba, Salta y Mendoza.
Casi la mitad de los llamados, exactamente el 46,46 por ciento, tuvo como consigna buscar información sobre diversos temas relacionados con la pandemia y las medidas económicas y sociales adoptadas por el gobierno: alquileres, Ingreso Familiar de Emergencia, permisos para circular, situaciones de violencia, entre otros. El 53,54% denunció una situación de discriminación. El 11% de esos casos fueron casos de xenofobia, con un incremento de los supermercados mayoristas que no dejaban ingresar a clientes dueños de supermercados por su origen chino. Por su parte, el 7% estuvieron relacionados con la discriminación a personas con discapacidad en el marco del aislamiento obligatorio: prohibición en el ingreso a supermercados o atención deficiente en obras sociales.
“En los últimos días comenzamos a notar un incremento en los casos de discriminación por ser positivo en coronavirus, o aún por ser familiar de un caso positivo. Vecinos que ‘escrachan’ y acusan a personas de estar infectados y personas a quienes les dio positivo el test pero que obtuvieron el alta hospitalaria. En estos casos se denunciaron insultos a estas personas y sus allegados por parte de sus vecinos”, advierte el informe del INADI, que concluye con una reflexión: “Sumar discriminación a una situación de salud ya crítica de por sí resulta una actitud repudiable”.
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