El domingo pasado se confirmó el primer caso de COVID-19 en La Rioja. La víctima, una pediatra de 52 años que falleció el martes, fue diagnosticada primero con dengue y luego con coronavirus. Sucede que, en algunas zonas del país, la pandemia llegó en medio de una epidemia, lo que conlleva varios riesgos, como la posibilidad de que haya una coinfección o análisis que arrojen falsos positivos.
“La epidemia de dengue crea una situación muy compleja, que no sólo se está dando en las provincias limítrofes con Bolivia, Paraguay y Brasil, sino en todo el país. La Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano están en la misma situación. En un hospital bonaerense hay una chica con dengue y coronavirus”, explicó a Infobae el infectólogo Claudio Strasorier. “Desde lo teórico se puede decir que donde tenemos casos de dengue y gente que viene recuperándose, la epidemia de COVID-19 puede que sea un poco más agresiva”, añadió.
En el caso de La Rioja, la epidemia es tan grande que se podría afirmar que todos conocen a un infectado. Conseguir repelente e insecticida se volvió un desafío, sobre todo en medio de la cuarentena por COVID-19. Cuando el doctor Strasorier conversó con Infobae, eran las 11 de la mañana y dijo que ya había atendido a su décimo paciente por dengue. Oficialmente, la provincia va camino a los 4 mil casos, entre confirmados y sospechosos, pese a que a nivel nacional se maneja una cifra mucho menor, pues el Ministerio de Salud no divulgó datos actualizados. En la capital provincial hay un caso cada 70 vecinos.
La pregunta es cómo influirá la llegada de la pandemia a las zonas más complicadas por el dengue. “En el ejercicio, son dos contingencias distintas, porque el dengue no te desborda la internación. El sistema actualmente está sobrecargado por la alta demanda de consulta, pero no la hospitalización. El COVID-19 es lo último que nos faltaba”, comentó a este medio el director de Epidemiología de La Rioja, Eduardo Bazán.
Otra cuestión que resalta Strasorier es que el aislamiento por el coronavirus puede provocar más contagios de dengue, debido a los hábitos domiciliarios del mosquito Aedes aegypti, principal vector del virus que lo causa. “Es raro que pique a una persona que está jugando a la pelota o en el parque. Es posible, pero principalmente pica cuando uno descansa. Por eso el confinamiento puede ser perjudicial”, planteó el profesional.
La medida más eficaz contra el dengue es la eliminación de los criaderos. Pero para Strasorier hay otra iniciativa que muchas veces se deja de lado: el uso de telas mosquiteras podría ser doblemente útil en estos momentos, porque el mosquito ingresaría a las viviendas, que a la vez se mantendrían ventiladas, algo valioso en tiempos de coronavirus.
El tratamiento por dengue sólo ataca a los síntomas. Es una enfermedad larga y dolorosa. Por eso en algunos lugares la llaman “fiebre rompehuesos”. “Es altamente invalidante. El que tiene dengue no puede hacer nada, porque tiene un gran dolor corporal, de cabeza, en los ojos, y siente un sabor desagradable, como metálico, que le quita las ganas de comer y le da náuseas”, enseñó Strasorier.
Según precisó el doctor Bazán, una vez que se declara la epidemia, el diagnóstico de dengue deja ser realizado a partir de análisis de laboratorio y “se utilizan criterios sintomatológicos y epidemiológicos”. ¿Qué quiere decir esto? Que si una persona tiene determinados síntomas y vive en una “zona caliente”, los médicos dicen que “tiene dengue hasta que se demuestre lo contrario”. ¿Por qué? Porque los test son muy costosos y el dinero puede ser destinado, por ejemplo, a una campaña de prevención. Así funcionan incluso los sistemas con más recursos.
¿Esto podría generar errores de diagnóstico? “Sí, nos podemos confundir, porque comparten síntomas, como la fiebre, que es un ‘síntoma guía’, o la fatiga. Pero se diferencian en los síntomas respiratorios del COVID-19, y el prurito, el dolor retroocular y la cefalea del dengue”, explicó Strasorier.
Al respecto, un grupo de médicos peruanos advirtió en un artículo publicado en la revista de la Universidad de Córdoba que “el dengue y el COVID-19 presentan una gran similitud con relación a los eventos fisiopatológicos, así como signos y síntomas, incluyendo a la erupción maculo-papular característica del dengue, ya reportado en casos de pacientes con COVID-19”.
En esa misma línea, en una carta publicada en la revista The Lancet, médicos de Singapur comentaron los casos de dos pacientes con falsos positivos en pruebas serológicas rápidas para dengue, que en realidad tenían el coronavirus que causa COVID-19.
A partir de eso, indicaron que a la hora de diagnosticar “no considerar COVID-19 debido a un resultado positivo en la prueba rápida de dengue tiene serias implicancias no sólo para el paciente, sino también para la salud pública”. Y finalizaron: “Nuestros casos resaltan la importancia de poder reconocer los resultados serológicos de dengue con falsos positivos en pacientes con COVID-19. Hacemos hincapié en la necesidad urgente de contar con pruebas de diagnóstico rápidas, sensibles y accesibles para el SARS-CoV-2, que deben ser muy precisas para proteger la salud pública”.
Por su parte, los investigadores peruanos citaron un caso en Tailandia de un paciente que falleció tras ser diagnosticado con dengue y COVID-19, y alertaron los peligros de una coinfección. “En zonas endémicas podría llevar a un retraso en el diagnóstico de la infección por COVID-19, produciendo mayor diseminación del virus y progresión hacia la muerte”, concluyeron. Y recomendaron la creación de un protocolo especial para pacientes con fiebre en esos lugares.
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