Las imágenes de médicos y enfermeros que piden a la población que se quede en su casa y cumpla con las medidas sanitarias se multiplican por estos días. En algunos casos se vieron pedidos desesperados, en otros explicaciones razonables de estos profesionales que a diario se enfrentan con un virus que por ahora sigue generando preguntas alrededor de todo el mundo.
Ahora se sumaron nuevas situaciones de sumo estrés en las que, una vez más, estos profesionales de todos los rubros de la salud quedan expuestos: muchos de ellos están siendo amenazados por sus vecinos, que les reclaman injustamente que se muden de sus domicilios. Este cuadro crítico no hace más que abrir interrogantes: ¿quiénes están cuidando a los profesionales de todos los rubros de salud, a algunos miembros de las fuerzas de seguridad, entre otros, que a diario se encuentran en la primera línea de trabajo contra la pandemia? ¿Cómo cuidar a quienes nos cuidan, más allá de aplaudirlos todas las noches? ¿Cómo podría verse afectada su salud mental?
El teniente coronel Martín Bourdieu es médico psiquiatra y veterano de la Guerra de Malvinas. A partir de sus propias vivencias logró especializarse en lo que se denomina “estrés postraumático” y en la actualidad es el director del Centro de Salud Mental para las Fuerzas Armadas ‘Veteranos de Malvinas’.
Consultado sobre los niveles de estrés y la posibilidad de que médicos, enfermeros y trabajadores de la salud en general puedan llegar a verse afectados psíquicamente por estar a diario poniendo su cuerpo para enfrentar al virus, asegura: “Cualquier persona que trabaje asistiendo a víctimas –no solamente el equipo de salud, también puede ser el personal administrativo o de limpieza– cuando se enfrenta a situaciones de catástrofe es potencialmente vulnerable. Por otro lado, no existe entrenamiento que pueda eliminar completamente la posibilidad de que una persona no sea afectada en el orden psíquico cuando es testigo este tipo de tragedias. Desde ese lugar, cualquiera puede sentirse afectado. De hecho creo que en un punto nadie sale indemne cuando vivencia específicamente una tragedia, de las características que fuera. Acá estamos hablando de una situación que tiene ciertos paralelismos con la guerra, aunque no lo pondría en esos términos. Se trata de un combate más simbólico, en todo caso”.
Luego de horas de guardia, de preocupaciones, de estar alejados de sus familias y de días de gran intensidad, ¿podrán verse afectados por el estrés postraumático aquellas personas que se encargan de proteger a la población?
“Para decirlo en términos no demasiado técnicos y que se entienda, el estrés postraumático es una enfermedad que como toda enfermedad está bien definida por signos y síntomas que un paciente presenta. El concepto fundamental es que la persona viva una situación que se considera por fuera de la experiencia normal”, explica el médico y veterano de Malvinas.
“Esto puede ser un accidente automovilístico, situaciones como la violación o el abuso y, por supuesto, todo lo que tenga que ver con catástrofes, ya sean naturales o provocadas por el hombre, como la guerra. Son experiencias que ponen al sujeto en la posibilidad franca de morir, en las que corren riesgo de muerte o con la presencia de muerte en seres queridos. Ese es el punto fundamental para hablar de un criterio mediante el cual un paciente puede presentar este tipo de enfermedad”, agrega en diálogo con Infobae.
El psiquiatra Enrique Stein, que también trabajó durante más de tres décadas acompañando a ex combatientes y asistió a familiares y de los 44 submarinistas del ARA San Juan mientras se llevaba adelante la búsqueda de la embarcación, por su parte apunta: “En el común de la gente aparece una idea que puede ser equivocada: se piensa que toda situación disruptiva puede necesariamente conducir a lo que se llama estrés postraumático. Partamos de lo siguiente: lo que estamos viviendo es un estrés agudo, es decir, una situación que impacta inmediatamente con todo lo que significa para los profesionales en su trabajo y para las personas en sus casas con el aislamiento. Pero para que una situación de estrés agudo se transforme en un cuadro clínico de estrés postraumático tiene que pasar un tiempo y, al mismo tiempo, que las personas que lo sufren no tomen medidas”.
Es por esto que, para los expertos resulta central analizar caso por caso y no caer en generalidades.
“Hay algo que yo he visto mucho trabajando con veteranos de guerra: la idea de que el veterano que ha vivido este tipo de vivencia psicotraumática sí o sí va a presentar estrés postraumático. Y eso es un error muy grave –afirma Bourdieu–. En estas circunstancias de hoy podríamos incurrir en el mismo error, es decir, pensar que todos van a presentar este tipo de enfermedad. Y no es así porque dos sujetos expuestos a una misma vivencia psicotraumática pueden reaccionar de maneras distintas: uno puede presentar con el tiempo enfermedad y otro no. O bien los dos pueden presentar una misma enfermedad y evolucionar diferente. O bien pueden presentar enfermedades diferentes. Por ejemplo, trastornos disociativos, síntomas de depresiones mayores recurrentes. Es importante entender que hay un abanico de enfermedades que depende de la predisposición del individuo”.
En este punto, Stein coincide: “No hay que estar alarmados por la posibilidad pensando que todos van a tener estrés postraumático. Para que se entienda: no toda situación de crisis va a llevar necesariamente a una patología”.
Sin embargo, las exigencias a las que se enfrentan quienes trabajan en el sistema de salud son altas y los profesionales sostienen que es necesario cuidar la salud psíquica a quienes se encargan, justamente, de proteger a la población.
“Hay que tener en cuenta que es importante cuidar la salud mental de las personas. Una tomografía puede dar bien, pero si el espíritu está complicado, estamos en problemas. Por eso es importante hablar en términos de salud psicofísica, desde un punto de vista psicosocial, para aquellas personas afectadas y hacerlo por etapas. Cuando tuvimos que atender a familiares del ARA San Juan trabajamos con una intervención inmediata, eso fue importante. Luego trabajamos grupalmente con los familiares y los submarinistas que estaban en tierra. Después detectamos a aquellos casos que pudieran tener un riesgo de vulnerabilidad más importante, porque había riesgo suicida. Y en cuarto lugar hicimos la historia clínica de todos para poder tener un seguimiento posterior”, detalla Stein.
¿De qué manera podría entonces el sistema proteger a quienes están día a día trabajando por la salud de los demás?
Para Bourdieu, es importante pensar en términos de resiliencia: “Las personas que hemos entrado en combate efectivamente, y lo cuento desde mi vivencia, en algún punto fuimos tocados psíquicamente por esa experiencia. Pero probablemente podamos, teniendo en cuenta este concepto de la resiliencia tan en boga, transitar ese tramo para convertirlo en algo positivo. La posibilidad de defenderte ante la agresión es una defensa psíquica. Entonces el médico o el profesional de la salud que está en primera línea puede terminar agotado, puede realmente salir alterado de su trabajo por estar permanentemente accionando y en el agotamiento. Pero, por otro lado, psíquicamente, lo que está haciendo es defenderse.
Según el profesional, las consecuencias pueden llegar a verse en el futuro: “Muchas veces, con el afán de ayudar a las víctimas nos sobrepasamos, no rotamos los equipos y terminamos dañándonos a nosotros mismos. Y debemos cuidarnos porque, como todos, somos limitados”.
Stein propone, mientras dure la contingencia, que los equipos de salud tengan espacios de reflexión en sus propios lugares de trabajo: “Deberían tener un tiempo aunque sea de 15 minutos por día para poder reflexionar sobre cómo se sienten haciendo lo que están haciendo. Esto es importante: que se tenga un momento de reflexión, que puede ser diario, semanal o quincenal, pensando no solamente en los propósitos profesionales. Creo que para encontrar eso hoy la virtualidad puede ser un espacio, siempre que nos demos el tiempo para poder hacerlo. También se debe apostar a reflexionar de manera grupal. Y esto no es tiempo perdido, es tiempo ganado”.
Según los expertos son múltiples los síntomas que pueden aparecer entre quienes se dedican a contener a los demás y que si son registrados a tiempo evitarían problemas mayores .
“El miedo al ‘me puede pasar a mí’ o ‘puedo contagiar a mi familia’ aparecen. También puede aparecer el enojo, la irritabilidad, la tristeza, la sensación de abatimiento. Y después existen innumerables síntomas que se ven en los equipos de respuesta: en el orden físico empezás a tener algunas reacciones y es importante porque a algunos profesionales se los ‘psicoeduca’ para los detecten en ellos mismos. Puede haber personas que trabajando empiezan a tener temblores, sudoración, dolores musculares, alteraciones de sueño, sobresaltos, alteración en la esfera cognitiva, empiezan por ejemplo a tener mala concentración. O se ponen tristes, pesimistas, con sentimiento de culpa o más irritables, se enojan. Cuando un profesional empieza con estos síntomas lo que se hace habitualmente es contenerse entre pares, hablar en equipo y, en todo caso, si se prolonga se piensa en una derivación a un profesional de la salud mental”.
Es por eso que los especialistas en salud mental sugieren que hay que ir en dos direcciones: “Ayudar a los que ayudan es que los profesionales o personas con posibilidad de infectarse por la tarea que realizan tengan los elementos necesarios para poder hacerlo sin correr riesgos permanente, por ejemplo, en términos de salarios o de condiciones de trabajo. Por un lado, es importante que sientan que están haciendo y contribuyendo de alguna manera en un momento muy importante, algo que potencialmente es fundamental para la autoestima. Porque cuando el enfermero o el médico está haciendo lo que hace la sociedad los aplaude. Pero claro, muchos querrían que ese aplauso no fuera circunstancial, que sea permanente, por ejemplo, en términos de salarios o de condiciones de trabajo”, sostiene Stein.
Por último, además de la emergencia actual, los psiquiatras coinciden en señalar que se debería estar pensando ya en un escenario futuro.
“El estrés agudo contempla todas las respuestas emocionales que tenemos frente a una situación que está fuera de lo habitual: una respuesta normal ante un hecho anormal. Cuando esto se mantiene durante mucho tiempo, que podría llegar a ser el caso, es cuando empieza a dañar. Por lo cual, la forma de prevenir es lograr pausas, contener a estos profesionales. Si esto no sucede, con el tiempo, esto se puede cronificar y dar lugar a las enfermedades. Por eso digo que nuestro accionar en la salud mental está ahora conteniendo en el agudo para minimizar a futuro. Pero en el futuro es donde más vamos a tener que accionar”, señala Bourdieu.
Por su parte, Stein concluye: “Creo que sería bueno trabajar ya en lo que viene después. Alguno me dirá que estoy apresurándome, pero no creo, de ninguna manera. Estoy seguro de que esta pandemia va a pasar, más tarde o más temprano. ¿Qué vamos a aprender? Bueno, tomemos lápiz y papel, anotemos, veamos qué conductas se han modificado, qué vínculos se han cambiado y empecemos a actuar”.
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