Felipe González tiene una panadería en el barrio porteño de Recoleta. La cuarentena dictada por el presidente Alberto Fernández la noche del jueves 12 de marzo no le alteró la rutina: trabaja en un local gastronómico y de proximidad, un comercio exceptuado en el decreto de necesidad y urgencia. Descubrió, con el correr de los días, que el aislamiento social, preventivo y obligatorio había afectado a un grupo de personas que suele atender en su negocio. Dejó de ver el paso vertiginoso de los vecinos pero no a ellos: a las personas en situación de calle siguió recibiéndolos.
“Cuando pasó todo esto de la cuarentena, veíamos las campañas de ‘quedate en casa’ por todos lados. Si bien nos parece correcta y lógica la medida, nos empezamos a preguntar qué iba a pasar con esa gente -contó Felipe-. Ok, hay que quedarnos en casa pero no nos olvidemos de la gente en situación de calle que depende de los que caminan y de lo que le pueden dar los locales”.
Esos, los caminantes, los proveedores de recursos económicos y alimenticios de los desamparados, ya no pueden transitar las calles. Los comercios exceptuados de las medidas de confinamiento bien pueden servir de centros estratégicos de donación. “Con un amigo se nos ocurrió la idea de instalar una caja en la puerta del local donde poner nuestros propios alimentos ya terminados y donde la gente puede dejar sus donaciones”, explicó uno de los responsables de la iniciativa.
Y comenzaron a darle forma. Fundaron la Red Cuarentena Solidaria, “una campaña que busca conectar a quienes están en casa con los locales que siguen abiertos, para hacerles llegar de forma segura donaciones que puedan repartir a las personas que están en situación de calle”. La misión es ayudar a quienes carecen de previsión económica, quienes no pueden esperar el fin de la cuarentena, quienes subsisten el día a día. El auxilio puede ser de dos formas: ser un donante o ofrecer el local como punto solidario.
“Todos los comercios que están abiertos pueden ser centro de recepción de lo que la gente quiera donar”, relató Felipe. La movida empezó en su panadería y ya se extendió al conurbano bonaerense, a Córdoba, a Bahía Blanca y a Chile, desde donde se comunicaron para replicar la propuesta con el mismo formato y la misma plataforma de la Red Cuarentena Solidaria. Por ahora son 12 comercios fijos que adoptaron una iniciativa que fue lanzada hace apenas diez días.
La idea matriz, según la declaración de Felipe González, es que se convierta en un servicio comunitario, en el que cada interesado puede inscribirse y así formar parte de una red solidaria. En su página web, cada interesado podrá descargar un afiche para pegar en el frente del comercio que sirva para dar aviso tanto a los donantes anónimos y como a los beneficiarios.
“La intención es que pequeños comercios que siguen abiertos puedan ser puntos de donación para recibir paquetes de fideo, poyos, ropa. Nuestra idea es impulsar a que todos la armemos juntos. Somos algo así como el primer empujoncito. Después, la red depende de la difusión y la acción de cada uno para hacerse enorme y ayudar a las personas que no tienen casa”, reza su descripción.
Los puntos solidarios aceptan alimentos no perecederos (en caso de que los dejes en la caja de un restaurante para que puedan cocinar), alimentos listos para el consumo, alcohol, jabón y todo tipo de elementos para higiene personal, desinfectantes para superficies, vasos térmicos, cubiertos, tuppers, libros y revistas. “Antes de dejar tu donación en una caja, asegurate que esté desinfectada. Esta medida es la más importante de todas, podés desinfectar con alcohol al 70% o con lo que tengas, pero por favor no dejes nada sin desinfectarlo antes”, advirtieron.
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