Corrientes: la bajante extraordinaria del río Paraná dejó embarcaciones sobre la arena

En la capital provincial la marca es inferior a 1,29 metros, un nivel que no se registra desde 2009

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En la capital de Corrientes la marca es inferior a 1,29 metros, un nivel que no se registra desde 2009 (Télam)
En la capital de Corrientes la marca es inferior a 1,29 metros, un nivel que no se registra desde 2009 (Télam)

La Prefectura Naval Argentina confirmó este miércoles que el río Paraná experimenta una bajante “extraordinaria”, que genera la aparición de múltiples bancos de arena sobre los cuales quedaron amarradas varias embarcaciones en el puerto de Corrientes, entre otras situaciones atípicas.

En la capital correntina la marca es inferior a 1,29 metros, un nivel que no se registra desde 2009, dijo el jefe de Prefectura de Zona Paraná Superior y Paraguay, Gustavo Daniel Díaz.

El Prefecto principal detalló además que la altura habitual en el puerto oscila entre los 2 y 2,30 metros y que el escaso caudal se presenta por “la falta de lluvia en la cuenca superior", debido a que en Brasil "no hay precipitaciones”.

Respecto de los inconvenientes que genera la bajante, explicó que “afloran los bancos de arena y la navegación nocturna se torna peligrosa”, aunque aclaró que debido a la cuarentena establecida por la pandemia del coronavirus, los riesgos se reducen. “No hay navegación por la cuarentena, es sólo navegación mercante”, remarcó Díaz.

La bajante “extraordinaria” genera la aparición de múltiples bancos de arena (Télam)
La bajante “extraordinaria” genera la aparición de múltiples bancos de arena (Télam)

Por otra parte, hizo alusión a la curiosa postal del puerto de Corrientes, donde embarcaciones allí amarradas, como veleros, quedaron literalmente sobre la arena por la histórica bajante del río Paraná.

En tanto, el oficial de la PNA señaló que la situación “anormal”, continuará un tiempo más, hasta que lleguen las precipitaciones, y agregó que no se registra un caudal normal desde el pasado mes de diciembre.

El escaso caudal generó además inconvenientes en la isla Apipé, ubicada en cercanías de la localidad de Ituzaingó, en el norte de la provincia. Allí, el viceintendente Juan Dacunda expresó que están empezando a tener “problemas de abastecimiento”.

El escaso caudal se presenta por la falta de lluvia en la cuenca superior, debido a que en Brasil no hay precipitaciones (Télam)
El escaso caudal se presenta por la falta de lluvia en la cuenca superior, debido a que en Brasil no hay precipitaciones (Télam)

“Empezamos a preocuparnos porque hay faltantes de insumos de primera necesidad que sólo llegan por balsa y en estas condiciones no pueden llegar”, expresó.

En otro orden, cabe destacar que desde hace unos días las Cataratas del Iguazú muestran su caudal más bajo de agua y gran parte de sus saltos más importantes –Bossetti, San Martín, Dos Hermanas, Velo de Novia, Alvar Nuñez, Arrechea y Floriano entre otros- son solo paredones de roca desnuda y musgo, con apenas algún hilo de agua.

Sin embargo, la pérdida de caudal del río no solo dejó al principal centro turístico del noreste argentino sin su habitual belleza, sino que también afectó la provisión de agua potable en Puerto Iguazú, en medio de la pandemia de coronavirus.

En el puerto de Corrientes, las embarcaciones allí amarradas quedaron literalmente sobre la arena por la histórica bajante del río Paraná (Télam)
En el puerto de Corrientes, las embarcaciones allí amarradas quedaron literalmente sobre la arena por la histórica bajante del río Paraná (Télam)

Esta situación atípica se da en el marco de las restricciones impuestas por el Gobierno desde el 15 de marzo último, que llevó al cierre del parque nacional y del puente Tancredo Neves, que une Puerto Iguazú con la ciudad brasileña de Foz de Iguazú.

Normalmente, por los 275 saltos que componen esta maravilla natural caen alrededor de 1.600 metros cúbicos de agua por segundo. En este momento, se calcula un registro de 288 metros cúbicos, bastante menos de un tercio y similar al del año 2006, cuando tocó los 300. La sequía que se vivió ese año fue la peor que sufrió la región en dos décadas.

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