Cuando la vida es normal, Tomás Abraham vive a saltos entre sus pasiones: los libros, la filosofía y los partidos de fútbol por televisión. Pero la vida ya no es normal, tampoco para el filósofo y escritor de 73 años, al que solo le quedan los libros y la filosofía. Abraham pasa la cuarentena obligada por el coronavirus con dos certezas y varias preguntas abiertas. Su primera certeza es que el silencio de Cristina Kirchner es muy beneficioso para la Argentina. La segunda, que el mundo está tomando un camino peligroso.
“La seguridad le está ganando a la libertad”, dijo Abraham durante una entrevista con Infobae, en la que analizó el manejo que Alberto Fernández está haciendo de la crisis, el futuro de un mundo con resonancias a los Black Mirror, la necesidad de los besos y los abrazos y lo que está pasando con el sexo en tiempos de encierro obligado en casa.
Nacido en Timisoara, Rumania, Abraham vivió en su juventud La Noche de los Bastones largos y el Mayo francés de 1968. Vio mucho, y quizás por eso se ríe de sí mismo en ciertos tramos de la entrevista. Le sirve para compensar la dureza y heterodoxia de algunos de sus análisis. ¿Un par? Los despidos de Techint constituyen “una provocación”. Y Diego Simeone es un “símbolo de la libertad”.
- ¿Cómo vive esta situación? ¿Con temor? ¿Con respeto? ¿Con distancia filosófica?
Soy persona de riesgo. Tengo para rato. Tengo la suerte de vivir en un departamento cómodo, estar con mi esposa, con recursos que me permiten abastecerme de lo que necesito. Con una familia que está bien y con la que me comunico todos los días. Estoy bien de salud. Mi actividad es escribir y leer, me jubilé como docente. Tengo el proyecto de escribir un libro sobre un tema que me apasiona. Decidí armar un seminario de filosofía en la web con amigos. Extraño a hijos y nietos, tengo mucho temores por lo que puede llegar a pasar. Temas que tienen que ver con el trabajo de la gente, con la salud, con la violencia social.
- Usted es un reconocido adicto al fútbol. No hay partidos en la tele, ¿cómo compensa eso?
En una situación así no sé si podría ver un partido de fútbol con el mismo placer que antes. De todos modos tengo una rutina en la que hago ejercicios físicos escuchando programas radiales deportivos, de fútbol. Selecciono alguno que no me hiera los oídos ni me haga sangrar el cerebro. A veces me fijo en la tele de cable si pasan un partido de la historia, lo veo unos minutos y no me da para más. Veo series y películas por televisión, que por ahora las hay muy buenas. Y me gusta el “Canal Gourmet” porque me relaja. Los noticiosos los recorro a cuenta gotas, además de estar encerrado no me da ganas de que me hablen todo el tiempo de los muertos por coronavirus.
- Ve la forma en que la Argentina lidia con esta crisis. ¿Qué ve?
Lo veo bien. Las informaciones de Italia y España, como de la China, eran de terror. Había pánico. El Gobierno debía tomar medidas sin megadatos indiscutibles. Los datos cambian cada día y las proyecciones se contradicen. No hay una ciencia del futuro única e indiscutible. En un primer momento se criticó al Ministro de Salud por haberse demorado en dictar la cuarentena, ahora se critica al presidente por prolongarla. Hasta el momento veo a un presidente al mando, sereno y firme, construyendo un poder que no lo tenía al asumir, porque se observaba que era de prestado. Es una buena noticia que se lo esté ganando.
- Lo que más lo sorprende, lo que más le gusta, lo que más lo alarma...
En cuanto a sorpresa, de más está decir que la tuvimos todos estás últimas semanas. Lo que más me gusta es la convivencia con mi esposa, la disfruto y no tengo pudor en decirlo. Lo bien que llevamos este encierro, cómo nos cuidamos y la libertad que nos damos aún en esta situación. De alarmas tengo a montones, por mi edad, por el mundo que me rodea, y por el contexto mundial en general.
- Hay sectores que hablan del peligro de una "malvinización". ¿Ve ese peligro?
No sé qué es una malvinización. ¿Una guerra que en nombre de la patria, quiso prolongar ad infinitum una dictadura y mandó a morir a cientos o miles de jóvenes? No veo la relación.
- El Presidente tomó el mando de la crisis y es, además, el “comunicador en jefe”. ¿Comunica bien?
Creo que sí. Es una buena noticia. Está al frente y con frecuencia. No usa su poder mediático para insultar, gritar, acusar y dividir. Por el contrario, mostró que considera necesario que las fuerzas políticas y las dirigencias entiendan la gravedad de la situación e intenten actuar coordinadamente. Y su tarea no es sencilla. En una cultura canibalística, que vive de la llamada grieta cono si fuera el pan de cada día, de municipios e intendentes que se sabotean entre sí, de sectores de la oposición que aprovechan cada gesto o mirada del gobierno para desprestigiarlo y con medios de comunicación que viven del estrés de la gente, la tarea presidencial es complicada.
- El Presidente ha hablado también de miserables, de tontos y de idiotas. Y ha dicho que iría a buscar y encerrar personalmente a gente que no cumplía la cuarentena. Ahí sí hay insultos y acusaciones...
No lo veo así. No me gusta que use la palabra “miserables”. Está mal. Pero considero que lo que hizo Techint es una provocación. No le pido a Fernández que sea impecable y con una prolijidad que no tiene antecedentes en nuestra historia. La ciudadanía argentina desprecia al tibio. Espero que el presidente mantenga un tono firme y respetuoso, pero no olvidemos que si algo caracteriza a nuestra sociedad es la falta de respeto y violar reglas cada vez que se puede.
- No es sencillo ser presidente en esta situación, no existen manuales. ¿Cuáles son los tres ejes de los que no debería salirse un líder para no sucumbir ante las enormes presiones que existen?
Tener convicciones democráticas bien firmes, respetar la Constitución y tomar decisiones, aunque no reciba aplausos.
- ¿Le hace bien el silencio de Cristina Kirchner a Alberto Fernández? ¿O no?
No sé si a él le hace bien o mal, a mí me hace bien. Su modo de operar en política es destructivo y divisionista, es lo menos que necesitamos ahora.
- Se habla de que todas las recomendaciones acerca del coronavirus se destinan a gente de clase media. Ni el agua, ni el alcohol en gel, ni el distanciamiento social son factibles para una vasta cantidad de argentinos. ¿Ni el peronismo puede en este caso ayudar a los desposeídos?
La única nota que publiqué en un medio fue el 22 de marzo y tenía que ver con este tema. Me preguntaba qué tipo de recomendación era la de quedarse en casa para millones de argentinos. Luego sí, poco a poco, se comenzó a analizar las medidas para el conurbano, y para los sectores sin recursos. Estimo que después de Semana Santa se volverá paulatinamente al trabajo, se volverá a poner en marcha el sector productivo, de a poco, a funcionar con mayor normalidad el transporte y a abrir las aulas para los más chicos y quizá la secundaria. Nosotros, los mayores, seguiremos adentro.
- De China se pueden decir muchas cosas, pero es indiscutible que la crisis del coronavirus se originó allí. Donald Trump habla insistentemente del “virus chino”, ¿que le genera eso?
¿Qué me genera? No sé. Es llamativo que el lugar en el que se generó aparezca ahora con la virtud de quien más rápido lo controló. Trump es un lanzador de tuits y se basa en el impacto de dichos escandalosos. Espero que ese virus llamado chino, no sea el primero de otros que le sigan. Imaginar distopías puede ser un entretenimiento gratuito y divertido, pero me las reservo.
- El historiador israelí Yuval Noah Harari contrapone el valor moral de las democracias liberales con el control cada vez más minucioso de los países asiáticos. Y el filósofo surcoreano Byung-Chul Han destaca que los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que la big data salva vidas humanas. ¿De quien estás más cerca?
Harari advierte los futuros males y tiene una salida utópica con la que siempre se sale bien. La idea de un Gobierno mundial en el que los principales líderes se pongan de acuerdo en la gestión de problemas que nos son comunes. Es como dar la solución sin que haya problemas. Chul Han me sorprendió. Un crítico de la sociedad de consumo, que llamaba a través de sus libros a que los mismos individuos dejen de exigirse un rendimiento que los sabotea y deteriora, ve ahora con beneplácito a un Gran Hermano tierno como un oso herbívoro, un panóptico al servicio de la gente que con su manipulación de big data y doscientas cámaras auscultando cada gesto nuestro, nos cuida, vela por nosotros. Un disparate.
- Un disparate que en muchos países es norma y en otros se extiende con fuerza. Muchos sienten que es el precio a pagar para vivir tranquilos...
Puede ser norma en muchos países, pero no en todos, al menos por ahora. Es una ilusión peligrosa creer que si a todos nos vigilan, a todos nos censuran, a todos nos controlan, vamos a vivir más tranquilos. Son sociedades cementerio, los únicos que la viven son los sepultureros, es decir, los adherentes al régimen.
- Por años y años fue fuerte la resistencia de los británicos a tener un ID, un documento nacional de identidad. ¿Es esa una batalla del pasado?
No sé tanto de británicos. Pero bien que han tenido un estado activo y presente gracias al laborismo, a su sistema de salud, a su plan Beveridge, incluso por su política colonial e imperial que necesitaba tanto de sus hilanderías como de sus naves de guerra. Que por afán de aristocratismo no quieran figurar en documento es gracioso, siempre fueron graciosos.
- Italia y España, Europa en general, están especialmente golpeados. ¿Qué significa eso para un país como Argentina, con tantas raíces y lazos en Europa?
Le doy más importancia a lo que puede suceder en Brasil, que a lo que acontece en Europa. Dependemos de Brasil, como también de lo que puede suceder en nuestras fronteras. Los lazos hoy son geográficos y de contacto poblacional, no de raíces culturales.
- Vuelvo sobre lo anterior: sensores de temperatura, cámaras omnipresentes, trackeo de todos los movimientos. ¿Es inevitable ir hacia ese mundo?
De inevitabilidades sabe la parca y ella si existe. Espero que no. De todos modos, al control total le corresponde la piratería, el hackeo, los corsarios, los polizones. Los sistemas nunca tienen el control total, son porosos, siempre funcionan mal por algún lado. Gracias a este factor es que hay historia. Pero, indudablemente, el tema de la seguridad le está ganando la batalla al de la libertad. En la primera mitad del siglo XX una situación así culminó en instalar regímenes totalitarios que llevaron a buena parte de la humanidad al Gulag y a la Shoah.
- La seguridad le está ganando a la libertad. ¿Podría extenderse en eso? ¿Cómo va ese partido, es remontable o se pierde ya por mucha diferencia?
Volvamos al fútbol. Pensemos en el partido Liverpool versus Atlético Madrid. Ganó “la libertad” en manos del Cholo (Simeone), que le metió tres pepas en el suplementario. Así que mejor no cantar derrota antes de tiempo.
- Y si vamos hacia ese mundo con más seguridad y menos libertad, ¿es tan malo?
No es malo, es pésimo. Lo lindo del mundo es que está habitado no sólo por especies sino por individuos. Un mundo de clonados, de robots, de bonsais y de mascotas es un mundo triste, previsible, oscuro, gris. Sin azar, sin imprevisibilidad, sin rasgos singulares, es monótono a rabiar, aburrido y sin belleza. La libertad individual no es una ilusión, es un encanto.
- Ese mundo existe en China y no solo allí. No ser como China, ¿puede terminar siendo una desventaja para las democracias liberales a la hora de competir con ese gigante?
No se sabe, no creo del todo en que China sea un megapaís en el que sólo hablan y se manifiestan los miembros del Partido y las fuerzas armadas. Ningún imperio duró para siempre. Los disensos internos serán inevitables y los pedidos de pluralismo acompañarán el proceso de acumulación de capital y diversificación social y productiva. A los chinos les encanta Occidente, los productos, las patentes, (Lionel) Messi. Es probable que no sólo copien como hasta ahora las mercancías de la sociedad de consumo y sigan enviando cientos de miles de científicos a las universidades de Estados Unidos, por ejemplo, sino que también se interesen por la teorías de Montesquieu y de Locke.
- Ya hay países en los que se plantea la posibilidad de la cuarentena selectiva e identificar y distinguir a los sanos de los enfermos. ¿Adónde nos puede llevar una sociedad así?
A separar viejos de jóvenes... Ya hemos distinguido a judíos de arios, a negros de blancos, a griegos de bárbaros, a civilizados de salvajes, a cristianos de paganos, a mujeres de varones, tenemos una larga experiencia en discriminación. Que la medicina ponga su granito de arena en este pandemónium creo que ni siquiera es la primera vez que lo hace. Las teorías de la degeneración en el siglo XIX fueron una buena materia prima de tipo científico para los posteriores racismos.
- Viejos y jóvenes, arios y judíos, blancos y negros... ¿Qué divisiones, qué discriminaciones avizora en la época que se viene?
Linda pregunta, como para no responderla. Se la reenviaría a todos los que les gusta anticipar catástrofes. Si parto de un caso que me es cercano, lo que espero es que no se comience con una guerra del cerdo, en el sentido de Bioy Casares. Más bien que sea en el sentido de la Torah... ¿Capisce? Que no nos maten ni nos coman a los viejos.
- ¿Ha visto Black Mirror?
Nein. Algún episodio, pero no es mi género preferido.
- ¿No se parece demasiado lo que estamos viviendo?
No recuerdo, sé que es una serie que les gusta a los futuristas y a quienes se interesan por el modo en que la hipertecnología se apodera de lo que antes se llamaba ser humano. Yo trato de no perder de vista que esta noche vamos a cocinar un arroz a la cubana al que lamentablemente no te puedo invitar.
- El miedo es un poder con fuerza notable para modificar conductas sociales: ¿ves la posibilidad de que sean las propias sociedades las que pidan más controles, más mano dura y menos democracia liberal?
En un cierto sentido me doy cuenta que soy un poco maniqueo, algo agnóstico, como esas sectas dualistas que creían en una lucha entre el bien y el mal, antes que en el reinado de un bien con sus desobedientes herejes. El monoteísmo no es sólo universalista. sino también excluyente. Siempre hubo, hay y habrá los que piden mano dura, pero siempre hubo, hay, y espero que haya en el futuro, los que quieren un mundo sin crueldad y con dignidad para todos. Es cierto que la democracia liberal está en crisis, pero creo que lo ha estado desde hace mucho tiempo. Vuelvo a la experiencia de la modernidad del siglo XX. Después de la Primera Guerra Mundial, a la democracia liberal se la dio por muerta. El fascismo, el nazismo y el stalinismo fueron la respuesta. En nuestro país se llamó "década infame", que no sólo fue infame. Pero también fue la época del "New Deal". La democracia liberal se llama liberal porque históricamente ha separado la religión del estado, impuso el habeas corpus, el derecho a la libertad de expresión y a la asociación de las minorías, un liberalismo que se asoció a una idea de república con separación de poderes. Debemos acostumbrarnos a que este tipo de democracia seguirá viendo momentos críticos, debido a las nuevas tecnologías comunicativas y de producción. Pero no como una falencia, sino como un funcionamiento dinámico. Otro tipo de democracia, conservando el nombre pero nada más, es, para llamarlo de un modo algo anacrónico, un régimen policial.
- Está golpeada pero no herida entonces la democracia liberal... ¿O lo está?
Siempre estuvo herida, como una madre judía. Cuanto más llora, más la queremos.
- En Argentina nos abrazamos y nos besamos. Cuando esto pase, ¿eso será tema del pasado también?
Nunca renunciaré al beso ni al abrazo, es como renunciar al cuerpo, a la piel y al corazón. No besaremos con barbijos, ni nos tocaremos con guantes. La distancia social no es para siempre. Esperemos la vacuna y “calm down”, calmémonos.
- Las relaciones sexuales en una sociedad en cuarentena pueden dificultarse un tanto... ¿Qué enseñanzas en ese aspecto nos pueden dejar estas semanas?
No hablo de mi vida privada.
- Y jamás intentaría forzarlo a que lo hiciera... Pero mirando afuera de su casa, ¿qué ve, qué intuye?
Dicen que hay escasez de Viagra. Habrá que comer nueces y mirar Venus.
- ¿Tiene sentido la filosofía ante lo que muchos viven como un apocalípsis?
Me defino como profesor de filosofía y escritor de temas filosóficos. Si esta entrevista muestra a un pelafustán pedante que dice obviedades, bueno, ya saben para qué sirve.
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