Un espectáculo atípico… que nadie podrá ver en vivo. Después de 15 años, las Cataratas del Iguazú mostraron su caudal más bajo de agua. Los saltos Bossetti, San Martín, Dos Hermanas, Velo de Novia, Alvar Núñez, Arrechea y Floriano, entre otros, mostraban los paredones de roca desnuda y musgo, pero apenas exhibía hilos de agua, que ha desaparecido casi por completo.
Inclusive, en los últimos días que las cataratas pudieron ser visitadas, las empresas que llevan a navegar con gomones a los turistas por el río homónimo hasta llegar debajo mismo de los saltos de agua habían dejado de hacerlo por la bajante.
Durante al 2019, el número total de visitantes alcanzó a los 1.635.237 de personas. Desde el 15 de marzo, por las restricciones que impuso el gobierno de Alberto Fernández a raíz de la pandemia de coronavirus, el flujo de visitantes disminuyó gradualmente hasta que la cuarentena total hizo cerrar el Parque Nacional Iguazú. El miércoles 25, además, una resolución municipal, rubricada por el intendente Claudio Filippa y distintos concejales directamente prohibió el ingreso de “personas y transportes de cualquier nacionalidad” por el puente internacional Tancredo Neves, que une esa localidad con Foz de Iguazú.
Habitualmente, por los 275 saltos que componen esta maravilla natural caen alrededor de 1600 metros cúbicos de agua por segundo. En este momento, se calcula un registro de 288 metros cúbicos, bastante menos de un tercio y similar al del año 2006, cuando tocó los 300 metros cúbicos. La sequía que se vivió ese año fue la peor que sufrió la región en dos décadas.
Las cataratas del Iguazú, de 70 metros de altura, están ubicadas entre la localidad brasileña de Foz de Iguazú y Puerto Iguazú, cuyas vistas compiten en belleza, y cerca de Ciudad del Este, en la llamada Triple Frontera que une a la Argentina, Brasil y Paraguay.
Pero ahora, la situación se agravó. No sólo la falta de lluvias que ocasiona una importante sequía en la región son las responsables de esta anomalía. Las empresas generadoras de energía eléctrica de Brasil, ante la falta de agua, cerraron sus compuertas. En el curso del río están las de Salto Osorio (1975), Foz de Areia (1980), Salto Santiago (1980), Salto Segredo (1992), Caixas (1999) y Baixo Iguaçu (2019), ubicada a sólo 30 kilómetros del parque turístico nacional, pese al riesgo ecológico que advirtió la Unesco.
Esto ocasionó, además, la bajante del río Iguazú, cuya altura, en Puerto de Andresito suele ser de un metro. Sin embargo, en estos momentos es de apenas 20 centímetros. Y también la del Paraná, que registró este año la marca más baja desde 1978, según las mediciones que se hicieron en la represa hidroeléctrica Yaciretá, ubicada en la localidad correntina de Ituzaingó. el caudal medio del 2019 finalizó como el segundo más bajo desde 1971, con unos 10.900 metros cúbicos por segundo, luego de los 10.500 de 1978.
Pero la pérdida de caudal del río no solo dejó al principal centro turístico del noreste argentino sin su habitual belleza, también afectó la provisión de agua potable en Puerto Iguazú, en medio de la pandemia de coronavirus Covid-19.
Las bocas de toma de agua para consumo de los habitantes de la localidad fronteriza, que se ubican en el arroyo Mbocaí, quedaron prácticamente en la superficie. El Instituto Misionero de Agua y Saneamiento informó que elevaron “el reclamo a Nación y a Cancillería para que intervengan ante el vecino país, ya que la bajante del río Iguazú está ligada al cierre de compuertas y retención de agua del río para la producción de energía eléctrica”.
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