Los profesionales coinciden: “Nuestra salud mental se verá, de alguna manera, afectada”. Los avatares de la cuarentena social, preventiva, obligatoria y prorrogada, ahora, hasta el 13 de abril se ramifican. Los desafíos y las amenazas por la sostenibilidad de la infraestructura sanitaria y la capacidad de resiliencia de la economía argentina concentran la agenda pública. En una pandemia que interviene en cada rasgo de normalidad y en cada actividad cotidiana, la salud mental quedó atravesada.
La Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud de la Nación emitió una serie de recomendaciones. Son 12 en total: mantener viva la comunicación social, fomentar la empatía y la solidaridad, hablar con los niños, comprender que se trata de una situación transitoria, liberar los sentimientos que afloran en estas situaciones, entre otras. La 11 dice expresamente “pedir apoyo profesional en caso de ser necesario”. “Seguir las recomendaciones de protección y prevención proporcionadas por profesionales de la salud. Si todo esto no ayuda, considerar buscar el apoyo de un profesional de la salud mental o de una organización vinculada a la salud mental”, completa.
“Era previsible”, repiten los analistas. El confinamiento forzoso, el tiempo libre exagerado y la convivencia ininterrumpida derivó en una demanda de la atención psicológica a distancia. La reclusión y la incertidumbre requerían que las consultas no se suspendieran. Pero, paradójicamente, las medidas de aislamiento y los riesgos de contagio impedían las visitas a los consultorios. Brotó así la necesidad de una atención virtual a las inquietudes de los pacientes, los viejos y los nuevos, víctimas del encierro.
Pablo Hirsch es director del Centro Privado de Psicoterapias (CPP). La atención presencial involucra a miles de pacientes y profesionales, pero desde hace varios años percibe un número crecientes de consultas virtuales para las prepagas y obras sociales que adoptaron estas metodologías. “Unos días antes de la cuarentena percibimos dos fenómenos: por un lado, muchas nuevas consultas para saber cómo manejarse en esta nueva situación y, por el otro, la mitad de los pacientes que ya estaban en tratamiento presencial decidieron continuar de manera virtual”. Los casos de tratamiento online se multiplicaron por 12 desde el comienzo de la cuarentena. “En el CPP realizamos aproximadamente 800 sesiones terapéuticas por semana. De las cuales hasta la primera semana de marzo 55 eran sesiones online. Desde el 16 de marzo hasta hoy hemos realizado 656 sesiones online”, especificó Hirsch.
Para Claudia Borensztejn la experiencia es nueva. Es médica psicoanalista y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Infobae se contactó con el número de Whatsapp que la asociación publicó en sus canales oficiales. Es una línea de atención gratuita para la comunidad y los profesionales de la salud. Respondió la misma Claudia. “Estoy haciéndome cargo porque el llamado es constante. El teléfono está abierto desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche. No es una guardia, sin embargo atiendo todo lo que puedo. Muchos preguntan simplemente ‘hola, ¿estás ahí?’. Contesto todos los mensajes y cuando alguien pide una consulta porque se siente angustiado, encerrado, nervioso, deprimido, ansioso, lo derivo a una lista importante de profesionales que se han ofrecido voluntariamente”.
Su red se teje de más de 100 profesionales. Las consultas, repite, son gratuitas. “Pensamos que ante esta cuarentena todos tenemos que colaborar -expresó-. Es una experiencia nueva. Nunca nos ha tocado algo así. Se nos ocurrió ayudar de este modo porque sabemos que las iniciativas de grupos chicos pueden ser efectivas. Desde que empezó la cuarentena he atendido más de 100 llamados, muchos de los cuales solo querían saber solo si estábamos ahí, y una derivación de consulta a las que llamamos contención, porque no es un tratamiento, que ya tiene más de sesenta contactos hechos por los profesionales”.
Gabriela Martínez Castro es especialista en Trastornos de Ansiedad y directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA). En su experiencia, la demanda también creció de forma exponencial: “Estamos notando que tenemos un aumento del 15% de consultas desde que se anunció la cuarentena en todas de nuestras sedes”. Consideró que las razones de esta afluencia de sesiones online son diversas, pero se conjugan con un denominador común: el aumento de la ansiedad, y la depresión concomitante. “Porque convengamos que ninguna persona que esté preocupada puede estar feliz”, aseveró. El diagnóstico que tiene este tipo de pacientes es el trastorno por ansiedad generalizado. Su característica esencial, dijo Martínez Castro, es la preocupación excesiva sobre diferentes temáticas de la vida cotidiana, o en esta era de pandemia, sobre el coronavirus, la cuarentena, el encierro y el temor a la muerte.
Hirsch fue capaz de clasificar las consultas recibidas en tres categorías: los miedos a salir a la calle y contagiarse, los problemas de convencer a otro (los adolescentes y los adultos mayores) que deben quedarse en casa y los temas de convivencia. “Estos se manifiestan principalmente en crisis de angustia, insomnio, irritabilidad, desorganización, falta de concentración, tristeza, sentimiento de soledad, problemas de pareja y de familia”, enumeró.
Martínez Castro estimó que las temáticas que exponen los pacientes son consecuencia del coronavirus: la cuarentena, el encierro, la convivencia, los temores económicos y laborales, los conflictos familiares, las dificultades académicas y sociales. “Todo esto hace que la gente exacerbe su nivel de ansiedad y terminen en este tipo de trastornos”, explicó. La licenciada en psicología advirtió que cuando las preocupaciones existenciales no logran ser domadas por las personas, empieza a manifestarse sintomatología física: taquicardia, palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de mareo, sensación de estar desconectado del cuerpo, problemas gastrointestinales, irritabilidad, impaciencia, insomnio, sueño no reposado, dificultad en la atención, en la concentración y en la memoria, y si esto perdura en el tiempo, los famosos ataques de pánico. “En definitiva, la mayoría de la gente que padece un trastorno de ansiedad en el fondo tiene mucho temor a las enfermedades, a la muerte y al sufrimiento”, analizó.
La solución es estratégica. Los expertos trazan un plan de acción similar. “Definir acuerdos de convivencia y rutinas familiares e individuales, evitar la información redundante y negativa, realizar alguna actividad física y reconocer fortalezas propias y ajenas”, es la propuesta de Hirsch para combatir las situaciones de estrés y ansiedad que germinan en cuarentena. “Llamamos esto aislamiento físico y social, pero no aislamiento comunicativo. A nuestros pacientes les decimos que no dejen de hablar con sus amigos, que no se queden aislados respecto a la comunicación”, recomendó la doctora Borensztejn, quien a su vez sugirió respetar los espacios de intimidad en el ámbito intrafamiliar, adoptar una rutina ordenada con respeto por los horarios del sueño, del uso de pantallas y del consumo de información.
“El aislamiento y el encierro claramente nos desorganizan la psiquis”, adujo Martínez Castro. Por eso, es necesario contrarrestar la descomposición de la normalidad, de las rutinas con actos estructurados y conscientes. Su receta para tolerar la cuarentena y controlar la ansiedad, los malos humores, la irritabilidad y los conflictos: “Lo más importante es no adelantarse a los hechos en forma negativa: no catastrofizar la situación. Vivir en el aquí y ahora lo más posible, siendo plenamente consciente de lo que se está viviendo. Es fundamental tener una rutina de actividad física para descargar la ansiedad y favorecer la secreción de endorfinas, que son hormonas que nos generan placer, nos baja la ansiedad y nos aumenta la sensación de alegría. Es necesario que planifiquemos una agenda diaria, ya sea arreglar cosas de la casa, mirar una película, cocinar, jugar juegos de mesa. Tratar de coordinar con el resto de la familia o con quienes estemos conviviendo cómo se van a repartir esas tareas. Establecer una dieta lo más sana posible y cumplir con el sueño higiénico, que son ocho horas por noche. Tratar de no disociarnos y no desorientarnos en el tiempo, considerando que el encierro nos lleva a no saber muy bien en qué día estamos o qué hora es: así se empiezan a flagelar los horarios de las comidas y la vigilia. Es importante tratar de mantener la mayor cantidad de conexiones virtuales con nuestros amigos y por supuesto tener muy en mente que esta es una situación de urgencia, algo atípico que va a pasar. Ya vamos a retomar en algún momento nuestra actividad cotidiana”.
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