¿A quién toco? El sale a repartir pizzas y ella se queda con los nenes. El vuelve y quiere tener sexo y a ella le da miedo. No tiene celos de otras, sino temor del virus. ¿Y si él la acaricia con las mismas manos con las que antes agarró dinero, entregó la bolsa de hamburguesas, se le acercó un perro, sostuvo el manubrio, saludó a un compañero, compró un agua? Lo manda a bañar y a sacarse la ropa. Pero no es un strip tease. Él se siente rechazado y ella sin ganas de contacto.
¿A quién toco? Ella vive sola y cambia de Tinder a Happn o prueba con Cupid ok. Se cansa y desinstala cuando una cita termina en un aburrimiento tal que da ganas de sacar libreta matrimonial con una maratón de series mediocres. Pero va y viene de invitaciones a cenar, chichoneos y muchachos a los que conocer con un par de chats. Ahora se siente partida por una soledad sin atenuantes ni expectativas de un próximo encuentro ante la inseguridad sanitaria en la que el mundo solo respira por sus balcones.
¿A quién toco? Ella tiene una pareja sin cama adentro y ahora la cama y el adentro son palabras mayores. No hay Uber que acerque ante la cuarentena. Su novia quiere visitarla pero no pasa los controles. Y ella no quiere ponerse en riesgo. Sus amigas se quejan del aislamiento pero ella prefiere probar postres, compartir con sus hijes y ordenar las fotos de papel que siempre quedaban para un momento de calma que nunca llegaba. No la desespera la inmensidad de la pareja que en el chat de sus compañeras de oficina parece una necesidad vital.
Tocarse se volvió una excentricidad. Y el toque de Facebook no alcanza. Ni siquiera el touch and go. En un país inmovilizado “toco y me voy” dejo de ser una posibilidad. En un tiempo vertiginoso el tiempo se volvió más lento y las distancias –en un mundo tan conectado que los virus no tardaron ni quince días en instalarse globalmente- más largas.
Ahora toca quedarse y cuidarse. Pero también pensarse y desearse. Solas, acompañadas, ardientes o menos dependientes. Las opciones son muchas y –en muchos casos- asoman como la marea que deja sus resabios entre la espuma que flota en estos días de miedo, esperanza, recreo y pausa.
Se puede soñar con rearmar hogares sin huirse de la convivencia como si fuera satanás o consolidarse independientes para no recibir reclamos y soportar demandas abrumadoras. Se puede querer a alguien y ser querida sin jugar a las adivinanzas de los emoticones y dejar de tirar mensajes de onda como si fuera un juego de truco sin las cartas en la mano.
Se puede entender que es ella o él la persona que se extraña. Se puede querer retomar la libertad de un mundo sin confinamiento sexual para disfrutar todo lo que, de un momento a otro, se puede perder. Y se puede llorar como un modo de duelo a lo que duele y de bienvenida a lo que todavía, estamos a tiempo de construir o reconstruir.
El impacto emocional del coronavirus va más allá del doloroso saldo sanitario. El mundo no va a ser igual ni en lo político, ni en lo social, ni en el erotismo en donde el otro aparece como un peligro y, a la vez, como una necesidad, en donde ya la interacción no aparece como un valor que no corre riesgo de pérdida. Los lazos también se van a transformar. Y ojalá se vuelva mejor, con más libertad y más cuidado.
Si algo sabemos los argentinos es adaptarnos a las crisis y transformar la realidad. Pero los corralitos (y hasta ahora conocíamos los financieros) dejan sus secuelas. Este corralito emocional también va a dejar heridas, lecciones y nuevas expectativas. No se trata, esta vez, de no poder sacar los ahorros, sino de no poder sacar el cuerpo. Y, en muchos casos, ni siquiera de compartir jadeos, lagrimas, sudor y sueños.
Tal vez muchas personas que hoy viven solas y esquivas a un contacto profundo desempolven sus cajas de seguridad afectivas y se atrevan -al revés de la desconfianza económica post crisis del 2001- a desanudar sus trabas y encontrar nuevas formas de compartir para salir de un encierro global y la soledad como balsa al futuro.
La convivencia saca ventaja
Por ahora el contacto afectivo sexual está en jaque y con muchas dudas y roces (incluso aunque se dificulten el contacto personal, los entredichos por whatsapp y redes sociales crecen y producen un dolor que no se apaga tan fácil como una pantalla).
Por eso, aunque no se trata de una enfermedad de transmisión sexual, la piel se extraña o se disfruta en cuarentena si se tiene cerca. Y se suman preguntas en un signo de interrogación abierto en una etapa que desafía a soportar la incertidumbre.
El coronavirus no es una enfermedad de transmisión sexual. Por eso, no hay recomendaciones específicas sobre si tener (o no) sexo. Pero ante una cuarentena total la posibilidad de contacto sexual se reduce a quienes están bajo mismo techo y no a las visitas sexuales.
De todas maneras aparecen dudas y no hay información oficial específica sobre sexualidad. ¿Es mejor tener sexo sin darse besos? ¿Es más peligroso apoyar los labios que la penetración? ¿Es mejor una posición sexual que de la espalda a otra que se mire a los ojos? Igual que todos los datos sobre pandemia las recomendaciones son dinámicas y variables.
La médica y docente Sol Ferreyra (y conocida en Instagram como Sol Despeinada) aclara las diferentes situaciones posibles frente a las sábanas: “El coronavirus no se trasmite por fluidos vaginales o por semen, aunque falta hacer estudios clínicos. Pero si es una persona que está infectada lo trasmite por lo que salga de la boca y la nariz y, por supuesto, no puede chapar y debe mantener el aislamiento total. Si no hay diagnóstico de coronavirus (ni tiene síntomas como dolor de garganta, fiebre, tos, malestar general) se pueden tener relaciones sexuales, pero hay que lavarse las manos porque puede haber saliva o secreciones nasales en las manos”.
“Las personas con aislamiento sanitario con sospechas, síntomas o confirmación de coronavirus no deben mantener relaciones sexuales y si están en una casa (no internados) no deben tener contacto con las otras personas. Si hay aislamiento preventivo por catorce días porque llegaron de otros países (aunque no tengan síntomas) deben mantener la máxima distancia posible con las personas con las que conviven (no compartir toallas, vasos lavarse sus propias cosas y ventilar los ambientes)”, apunta la médica Micaela Amor que tiene el Instagram “Médicas de Familia” y es Jefa de Residentes de Medicina Familiar del Hospital Pirovano.
Ella aclara: “Si están cumpliendo el distanciamiento social no hay restricciones para que tengan sexo con quienes conviven. Ya toda esta situación es bastante estresante y el sexo aumenta la felicidad. Aunque hay opiniones de quienes dicen que preferentemente no se tengan relaciones sexuales porque, si hay libre circulación del virus, se puede estar asintomático y contagiar la enfermedad”.
La biológa Alejandra Petino Zappala resalta: “El virus no está presente en semen ni flujo vaginal pero sí se puede contagiar por saliva y heces. Por eso, todo lo que sea contacto con el ano también es peligroso. Las agencias de salud norteamericanas recomiendan no tener relaciones sexuales con alguien con quien no se conviva. Si estás en cuarentena con tu pareja, con la que tenes contacto cercano, en principio, todo bien (a menos que uno tenga síntomas). Pero recomiendan no tener encuentros con alguien fuera del hogar en este momento”.
No se descuiden: la cuarentena no evita embarazos
La ginecóloga Vilma Rosciszewski advierte: “No olvidemos la anticoncepción y la prevención de infecciones de transmisión sexual. Se puede solicitar delivery a las farmacias de anticonceptivos y preservativos así no tenemos que salir en su búsqueda. Y recordar que muchos profesionales de la salud estamos realizando consultas online, aprovechando las app para la realización de recetas”.
Hay muchos chistes sobre un baby boom post cuarentena. Pero no se trata de un chiste sino de un riesgo. “Al personal sanitario nos preocupan bastante los embarazos no buscados y las infecciones de transmisión sexual que se vienen porque si la gente no sale y no se compran preservativos o no van a buscar a los centros de salud vamos a tener situaciones problemáticas como que aumente la sífilis o se llegue al hospital con cuadros infecciosos más evolucionados”, alerta Amor.
Convivencia a prueba de cuarentena
Nadie sabe cuál va a ser el final de esta pandemia. Tampoco los efectos amorosos. Muchos prevén un baby boom y otros una ola de divorcios. Pero quienes están en convivencia tienen el bonus track de poder tener sexo en común con quien les toca compartir este juego de la silla (o de la cama) ahora que no se puede salir.
La sexóloga Mariana Kersz habla sobre las posibilidades de una pareja bajo el mismo techo: “Pueden tener sexo y dormir juntos en tanto tomen todas las medidas de precaución, higiene y desinfección de la casa y de la ropa (y más si hay uno de los dos que sale a trabajar y tiene mayor exposición al virus). Tener sexo los va a ayudar a mejorar su autoestima y fortalecer la relación de pareja, pero tienen que extremar las medidas al máximo para reducir la posibilidad de contagio”.
El sexo nunca es violación y no todas las casas son seguras
Por supuesto convivencia no quiere decir consentimiento para todo y en todo momento. Las relaciones sexuales siempre deben ser queridas. Uno de los problemas más graves de la cuarentena es la violencia de género en el hogar. Por eso, si una mujer sufre violencia o violaciones debe pedir ayuda al 144 y, aun en otra escala (estar desganada y terminar diciendo “sí” sin estar motivada a tener sexo sin estar amenazada), no está obligada a hacer lo que no quiere ni responder a demanda.
“Coronavirus: una pandemia mundial que afecta diferenciadamente a las mujeres”, advierte el comunicado de Alejandra Mora, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres. Ella alerta: “El 30 por ciento de las mujeres en todo el continente americano ha sufrido violencia física o sexual de su compañero sentimental y el 38 por ciento de las mujeres son asesinadas por su pareja o expareja”.
Si el sexo gusta, distiende, entretiene y se disfruta bienaventurados/as las que pueden hacerlo sin salir a la calle. Pero si no hay ganas, no gusta, hay angustia o desinterés nunca hay obligación de acceder a relaciones sexuales por ser novia, esposa o conviviente o porque el tiempo y el espacio parecen disponer que el sexo sea un analgésico para pasar la cuarentena.
Las parejas con cama afuera ahora son sin cama
Si una pareja eligió la modalidad de relación con camas separadas en esta cuarentena full life (salvo que hayan podido saltar a la casa del otro y unir los colchones mientras pase el temblor sanitario) no toca el recreo sexual. “Si no están en convivencia no pueden verse porque debemos respetar las medidas de aislamiento social y salir a la calle sólo para lo estrictamente permitido como compras de alimento o medicamentos”, subraya Kersz.
Las preguntas son tantas que un grupo de sexólogos, comunicadores, ginecólogos y psicólogos se unieron con el hashtag #sexualidadycoronavirus y recibieron más de quinientas consultas en dos días.
El sexteo gana a la distancia
El sexting es la posibilidad de chatear, mandar fotos, transmitir videos, sentir emociones, deseo y apelar a fantasías a partir de textos, palabras e imágenes. Por supuesto requiere de una intimidad que no todas las personas que están en cuarentena tienen (o no en todo momento y lugar) si comparten la casa con hijos, amigos, hermanas, tías o padres.
Por eso, es importante ver si la otra persona puede hacer los mismos juegos (a lo mejor puede escribir pero no hablar en voz fuerte o decir cosas pero no filmarse) y si está disponible en el mismo momento (aunque se vive una cuarentena casi global mucha gente trabaja o tiene que hacer tareas domésticas y de cuidado y no tiene todo el tiempo libre) para no ofenderse, desentenderse, ni caer en egoísmos o maltratos que, en vivo y en directo, no serían tolerables.
Por supuesto todas las relaciones –incluso las de sexting- tienen que ser consentidas y no se puede recurrir a los viejos clichés machistas: pensar solo en el deseo y las posibilidades del varón, insistir en una práctica (que mande fotos o videos de una parte del cuerpo o de un acto sexual) si la otra persona no quiere o no puede y tampoco ponerse en riesgo.
Por eso se recomienda que en las fotos no salga ni la cara, ni tatuajes ni marcas de nacimiento (para preservar la intimidad y evitar riesgos).
Francesca Gnecchi, periodista diplomada en sexualidad y directora de Erotique Pink resalta: “En todas las prácticas sexuales el consentimiento es esencial por lo que si alguna de las partes no está de acuerdo en enviar o en recibir fotos o videos no se debe realizar. No es no y no hay que insistir”.
Ella prefiere que el sexteo sea con alguien conocido que con un match de Tinder. “Es importante la confianza con la persona con la que vamos a encarar el sexting para tratar de minimizar los riesgos de que envíe o suba tus fotos a otros lados o que sea un pervertido. Evitemos hacer sexting con personas que recién conocemos por una red o app. De todos modos, aunque se trate de una pareja, siempre hay que tomar recaudos”.
Entre los varones es muy habitual mandar selfiepenes. Si la otra persona lo acepta o le gusta no es un problema. Pero si se hace de forma unilateral sí. “Si una persona sin consentimiento te envía una foto de su pene eso es abusivo, lo mismo cuando te llegan por mensaje privado de Instagram. No naturalicemos”, delinea Gnecchi.
Igual que en el sexo la diferencia está entre lo que se quiere y lo que aparece forzado. Y también esa diferencia –cuando hay buena fe- es un espacio en el que se puede tantear, sin miedo a preguntar, qué se quiere y qué se puede. Y aprovechar las redes que traen la tecnología. “El sexteo consentido es una buena práctica para parejas a distancia”, rescata Gnecchi.
La sexóloga Bárbara García recomienda también limpiar los celulares y aprovechar la pantalla hasta que haya un mejor escenario sanitario: “Erotizarse y autoestimularse está indicado, mantiene nuestra inmunidad, salud mental y física. Entre todos disminuiremos la transmisión del virus y después los festejos y reencuentros serán más que placenteros”
La sexóloga Lucrecia Guerra da tips para sobrevivir al aislamiento: “Si les pintó libido alta, enciendan con toda ese sexting, pueden preguntarse “¿qué me harías?” y jugar con eso. Si mandan fotos o videos no viralicen. Esta es una gran oportunidad para cultivar el autoconocimiento y la autogestión del deseo y el placer a través de la masturbación, así aprendemos qué nos gusta, dónde, cómo, para después pedirlo, en resumen: mejora el sexo”.
Eso sí, Guerra también pone límites para no caer en el hospital por motivos innecesarios en momentos de colapso sanitario: “No innoven metiéndose cosas que el sistema de salud no da abasto: para estimulación anal sólo juguetes con tope y si se te terminó el gel, usá saliva que es gratis".
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