Martín Varsavsky es uno de los entrepreneur argentinos que se encuentran en la primera línea de batalla contra el coronavirus. En Madrid, donde reside, creó una aplicación de autoevaluación que sirvió para descongestionar las líneas telefónicas de emergencia y brindarles a las personas con síntomas una respuesta mucho más ágil.
Por ese desarrollo -imitado en varios países- y su histórico vínculo con la salud y la medicina, conoce la enfermedad de cerca. Sabe cómo ataca y principalmente a quiénes ataca. Está todo el tiempo analizando datos públicos y curvas de cómo avanza la pandemia no sólo en España y Argentina, sino en todo el mundo.
Gracias a toda esa información y a una experiencia personal, alertó recientemente sobre una situación particular que sucede en la Ciudad de Buenos Aires con los mayores de 80 años que regresan de países del exterior y son obligados a aislarse en hoteles junto a personas de otras edades y procedentes de distintos países.
“Si bien la política de aislar a las personas que vienen de viaje es correcta, no creo que sea adecuada para los mayores de 80 años, un grupo etario que representa el 67% de las muertes en Italia. Por eso, creo que todas las personas de esa edad deberían ser enviadas a sus casas para que cumplan allí la cuarentena obligatoria”, analizó en diálogo con Infobae.
De acuerdo a su visión, esos hoteles podrían transformarse en una “bomba para matar ancianos” si no se toman decisiones adecuadas. Es que si bien todas las personas están aisladas en dormitorios independientes, es frecuente el contacto con los empleados que transportan la comida, las sábanas y otros insumos diarios. En ese contexto y de acuerdo a la facilidad con la que se contagia el virus chino, es muy probable que muchas familias que están sanas terminen contrayendo la enfermedad que tiene en vilo al mundo.
“Los hoteles están llenos de personas que vienen de distintos países, con distintas realidades, y termina siendo muy peligroso para los adultos mayores. Esta es una pandemia donde mueren los ancianos y el objetivo de las autoridades debe ser cuidarlos a ellos. Por eso creo que es importantísimo enviarlos a sus casas”, insistió.
El fin de semana pasado, el gobierno porteño dispuso como medida preventiva un aislamiento obligatorio en hoteles de las personas que llegan a Ezeiza. Lo llamativo es que la medida rige únicamente para quienes viven en la Ciudad de Buenos Aires y el resto de los pasajeros que residen en otras jurisdicciones tienen la libertad de irse a sus casas.
Entre las personas que están alojadas en esos centros de aislamiento improvisados se encuentran los padres de Varsavsky, de 81 y 83 años y con problemas de salud lógicos para personas de esa edad que los transforman en un sector vulnerable frente a la pandemia de coronavirus.
El caso de ellos es similar al de otras familias. Llegaron el martes de Miami y se enteraron en el aeropuerto de que no podían volver a su domicilio. Los subieron en un micro junto a otras personas que llegaban de otros países -entre ellos España, uno de los más afectados por la enfermedad- y los encerraron en el hotel GrandView, ubicado en la calle Azcuénaga.
Las habitaciones son cómodas, la comida es buena y la atención es excelente, pero el riesgo de contagio es muy alto y una de las cuestiones que la ciencia ya ha podido distinguir con nitidez es que las personas mayores son las víctimas predilectas del COVID-19.
“Los jóvenes, sin saberlo, están matando a los viejos. Se mueren pocos jóvenes y muchos viejos. Por eso, yo creo que las personas mayores de 80 deberían estar en sus casas, donde no hay dudas de que van a cumplir con las recomendaciones porque son un grupo de riesgo, además de que la mayoría tienen dificultades de movilidad propias de la edad. Tengo miedo de que esos lugares se terminen transformando en un nuevo Diamond Princess”, evaluó Varsavsky.
En ese crucero hubo más de 700 contagios y 10 muertes por coronavirus. No obstante, una de las primeras medidas que adoptó fue habilitar el desembarco de los pasajeros de mayor edad porque son los más propensos a tener complicaciones severas en caso de contraer la infección.
De acuerdo a los últimos estudios, el virus tiene una tasa de mortalidad de 2,3% que aumenta hasta el 14,8% en los mayores de 80 años. De hecho, casi el 70% de los muertos pertenecen a ese segmento. En cambio, en el otro extremo, no hay víctimas fatales registradas de menos de 9 años.