Desde el viernes la Argentina está encerrada para frenar el avance del coronavirus. El Gobierno dispuso el aislamiento obligatorio de todos los ciudadanos, con las excepciones de quienes brindan servicios esenciales, como los médicos, las fuerzas de seguridad o quiénes producen alimentos. Pero desde ese día hasta ayer martes, hubo miles de denuncias en todo el país de personas que violaron esa disposición. Se suma a otro número indeterminado de quiénes fueron abordados en la calle y enviados a sus casas.
Las chicas que pensaron que estaban aisladas en una plaza; los que salieron a correr una picada; los que hasta cuando la ley lo prohíbe no se resisten a un asado; y los policías que fueron detenidos por incumplir la cuarentena y hasta pegarles a compañeros. Pero también la empleada doméstica que se contagió coronavirus porque los dueños de la casa que limpiaba habían viajado a Europa y ella tenía que trabajar sí o o si para pagar la pieza en donde vive.
Infobae consultó a unos 20 jueces y fiscales federales de todo el país para recolectar historias de quiénes violan el aislamiento.
El hombre que se cansó de esperar
El sábado empezó con fiebre y otros síntomas que podrían ser compatibles con el coronavirus. Y decidió ir al Hospital Municipal de Pilar. Primer error: no hay que ir a ninguna guardia, sino llamar por teléfono al 148 en la provincia y 0800-222-1002 en todo el país. Pero el hombre, de 45 años, fue hasta allí. El segundo error es que lo hizo acompañado de su esposa.
Al llegar al hospital los médicos lo aislaron y comenzaron a preparar todo el equipamiento para la atención. Pero cuando fueron a buscarlo no estaba. Se había ido. Desde el hospital dieron aviso a la Guardia Urbana de Prevención de Pilar que lo comenzó a buscar en la zona. Lo encontraron en un colectivo de la línea 520, donde había otros nueve pasajeros. Lo hicieron bajar y llamaron a una ambulancia. Cuando le preguntaron por qué se había ido el hombre contestó: “Me cansé de esperar”.
El hombre padece neumonía y lo llevaron nuevamente al hospital. Le hicieron el test de coronavirus y dio negativo. Por su conducta fue imputado del delito de violación de las medidas para impedir la introducción o la propagación de una epidemia -que tiene una pena de seis meses a dos años de prisión- y obligado a cumplir el aislamiento obligatorio.
Un pedido desesperado
La historia es cruda. Se trata de un número más, en la lista de infectados por el coronavirus en la Argentina. Un policía estaba patrullando los alrededores del Hospital Argerich y una mujer de unos 50 años salió a su paso y le dijo “tengo coronavirus”. El policía le preguntó de nuevo qué pasaba y la mujer explicó que no podía respirar, que tenía dolor de garganta, fiebre alta, mucha tos. El policía la subió al patrullero y la llevó al hospital. Al llegar, la mujer se descompensó y quedó internada. Antes de desmayarse, la mujer le alcanzó a contar al policía que trabajaba limpiando casas, en la zona de Palermo. En la primera casa le habían dicho que no fuera más, pero a la segunda había ido. Los dueños de esa vivienda habían regresado de Miami y estaban resfriados. La mujer tenía que trabajar para poder pagar la pieza en la que vive, en donde comparte el baño y la cocina, en la zona de La Boca.
Los policías anti-aislamiento
Un llamado al 911 el domingo a la noche alertó de una reunión en una casa en la localidad bonaerense de Ezeiza. Música alta, mucha gente, fue la denuncia que recibió la Policía. Cuando llegaron al lugar efectivamente ocurría eso. Los oficiales les dijeron que no podían estar reunidos porque rige el aislamiento social. La respuesta fue invitar a los oficiales a pelearse: los increparon y les dijeron que no iban a irse.
La policía detuvo a las seis personas que estaban en la casa -solo tres vivían ahí- y los llevó a la comisaría. La sorpresa fue cuando en la seccional constaron que dos de los detenidos, un hombre y una mujer, eran integrantes de la Policía de Ezeiza.
Todos fueron imputados por la justicia federal de Lomas de Zamora por los delitos de violación de las medidas para impedir la introducción o la propagación de una epidemia y por atentado y resistencia contra la autoridad. También les retuvieron los documentos de identidad hasta que finalice la cuarentena y fueron liberados. Y los dos policías fueron desafectados.
La calle libre para correr picadas
Un vecino llamó el sábado a la madrugada al 911. Le informó a la Policía de Bariloche que un auto estaba corriendo picadas. Un móvil policial llegó al lugar y encontró a dos hombres, de 29 y 30 años, en un auto blanco. Cuando les preguntaron que hacían a las dos de la mañana en la calle los hombres contestaron “salimos a comprar cigarillos”. La respuesta no convenció ni a la fuerza de seguridad ni a la justicia. A esa hora todos los negocios de la zona estaban cerradas.
Los hombres negaron que hayan corrido picadas y eso quedó bajo investigación judicial con el análisis de las cámaras. Pero ambos fueron imputados penalmente por violar el aislamiento, fueron obligados a permanecer en sus casas y se les secuestró el auto hasta que finalice la cuarentena.
Pasión por el asado
El domingo fue un día ideal para salir y hacer un asado. Pero no se podía. Las restricciones sanitarias no impidieron que una familia fuera hasta el Parque Rafael de Aguiar, un área natural de la localidad Bonaerense de San Nicolás, para pasar el día prendiendo el fuego para degustar unos “chori” y unas mollejas. Cuando la policía local llegó y les preguntó que hacían contestaron la verdad: “un asado”. Fue llevados hasta su domicilio y se les inició una causa penal.
En Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, un joven caminaba por la calle cuando la Gendarmería Nacional lo paró para preguntarle por qué no estaba en su domicilio. “Estoy yendo a buscar leña para hacer un asado”, fue la respuesta. La justicia lo notificó del inicio de una causa penal y la fuerza de seguridad lo llevó hasta su casa.
Cena solidaria
Dos irlandeses, un inglés y un mexicano cenaban el domingo en el departamento de los dos primeros, en el barrio de Palermo. La Policía llegó tras un llamado de vecinos que alertaron de la reunión porque la música estaba fuerte y violando la cuarentena.
La policía preguntó el motivo de la reunión y uno de ellos justificó el encuentro en la indisposición de uno de los inquilinos. “Tenía la mano enyesada y no podía cocinar”, contestó. Fueron llevados a la comisaría y notificados del inicio de una causa penal.
El terrero que de usurpado quedó aislado
La municipalidad de Pergamino peleaba en la justicia por la usurpación de un predio público. Unas 40 familias lo habían intrusado y el caso estaba en tribunales. Pero el aislamiento social cambió todo.
Por las noches, varias personas volvían a sus casas y otras se quedaban en el lugar para evitar que sea recuperado. Los vecinos llamaron a la Policía para avisar que había personas incumplimiento el aislamiento. La Policía fue al lugar y en coordinación con la justicia federal de San Nicolás ordenaron a cada persona -eran unas 20- que se retire a sus domicilios, les informaron del inicio de una causa penal y el predio fue devuelto a la municipalidad.
Sacó a volar al perro
Un hombre, de 61 años y piloto de avión, regresó de Argelia y debía cumplir con la cuarentena obligatoria. Pero los vecinos lo vieron salir varias veces del edificio del barrio de Belgrano para pasear al perro. Lo denunciaron y la policía fue hasta el lugar.
Encontraron al hombre que regresaba de pasear al perro. El piloto le dijo a los oficiales que hizo la cuarentena en Argelia y que no desarrolló ningún síntoma. Pero que si tenía que continuarla en el país lo iba a hacer
Se montó un operativo preventivo y la justicia ordenó que cumpla la cuarentena obligatoria en su departamento.
Aislado en su lancha
Si hay que estar aislado es mejor en un lugar natural para contemplar una buena vista. Eso pensó un hombre que volvió de Europa y decidió aprovechar su casa en el lago Mari Menuco, un embalse artificial en la provincia de Neuquén, para cumplir con los 14 días de aislamiento.
Las ganas de aprovechar el lago le ganaron al hombre que decidió sacar su lancha para salir a pasear. Prefectura lo vio y lo interceptó. Le explicaron que no podía navegar porque era un incumplimiento al aislamiento. “Yo estoy solo acá no molesto a nadie”, fue su respuesta, a pesar de la cual tuvo que volver a su casa.
Las falsas declaraciones
Dos argentinos llegaron a Villa Gessell para pasar el fin de semana largo. Venían de Brasil pero ese dato no lo dijeron. En sus declaraciones juradas ante autoridades sanitarias afirmaron que no habían salido del país. Con un chequeo con Gendermería, la justicia pudo corroborar que habían llegado hacía dos días y estaban haciendo su vida normal. Desde la fiscalía federal de Dolores se ordenó la imputación penal, y el juzgado ordenó el aislamiento. Es solo un ejemplo. Las falsas de declaraciones fue una constante entre los juzgados consultados.
El chino abandonado
El lunes, la Policía de la Ciudad estaba haciendo controles en la esquina de Bernardo de Irigoyen y Carlos Calvo, en Constitución, cuando detuvo a un taxi conducido por un chofer de 60 años y un pasajero chino a bordo. Cuando le preguntaron al pasajero por qué viajaba, el hombre, de 44 años, explicó que estaba dando vueltas porque no conseguía alojamiento. Había llegado el 19 de marzo desde Chile y mostró un certificado médico que decía que no tenía Covid-19. Y explicó que estuvo recorriendo lugares de la provincia de Buenos Aires en busca de amigos que lo alberguen, pero nadie lo recibió. Por eso se subió a un taxi en busca de un hotel donde alojarse. Tanto el pasajero como el chofer quedaron en observación bajo protocolo médico.
Lavar autos
Un hombre de 39 años caminaba por el centro de Santa Rosa y fue interceptado por la policía. Cuando le preguntaron qué hacía allí, explicó que quería lavar autos y, cuando se le explicó que no podía hacerlo por el decreto de emergencia que dictó el Poder Ejecutivo Nacional, respondió que igual iba a quedarse en el lugar. Por eso fue detenido y trasladado a la comisaría. Quedó notificado de la acusación y fue liberado a las tres horas. Pero un rato después, en la comisaría se recibió un llamado advirtiendo que una persona estaba ocasionado molestias, nuevamente en cercanías del centro, y amenazando con que nadie lo iba a parar o a detener. Era el imputado, quien al ser interceptado en la plaza principal de la ciudad, dijo que nadie iba a sacarlo de allí y amenazó a los policías con hacerlos “cagar”.
A partir de allí la causa penal se tramitó sin declaraciones ni audiencias presenciales. El defensor oficial Martín García Ongaro se comunicó con la comisaría y entrevistó al imputado por teléfono. Luego, por esa vía, informó sobre la versión que había dado su defendido, y –frente al pedido del fiscal general, Máximo Paulucci, de que quedase en prisión preventiva– propuso un domicilio para que cumpla el arresto. Sin embargo, sus morados se negaron a alojarlo argumentando que ya tenía dictada una orden de restricción de acercamiento. Finalmente, el juez de control, Carlos Matías Chapalcaz, dictó la prisión preventiva del imputado. El trámite se hizo con expediente digital y notificaciones vía Whatsapp.
Persecución y atrincheramiento.
El sábado a la noche, en General Pico, La Pampa, la policía quiso identificar al conductor de un Fiat Siena por estar circulando. Pero el hombre, de 31 años, no tuvo mejor idea que evadir el control y en la fuga casi chocó a un patrullero. Ahí se inició una persecución hasta que el imputado se atrincheró en su casa y amenazó con agredir a los policías con un caño de acero. Incluso mientras el jefe del operativo esperaba que llegara a su celular la orden de allanamiento electrónico, el agresor quiso escaparse saltando tapiales. Una vez aprehendido fue traslado a la comisaría. Ya le dictaron prisión preventiva en su casa, después de una declaración indagatoria vía videollamada entre juez, fiscal, defensor e imputado.
Historias mínimas
En Neuquén, la policía encontró a un hombre andando en bicicleta por la calle. “Estoy yendo a la farmacia”, explicó el señor. Pero a los oficiales la respuesta no les convenció porque el hombre estaba con la calza, la remera y el casco de ciclista. Le dijeron que estaba violando el aislamiento y le dijeron que tenía que volver a su casa bajo apercibimiento de que le secuestren la bicicleta.
El aislamiento puede ser cansador y se potencia cuando es en convivencia. Eso le pasó a un joven de 20 años que fue encontrado por la Policía de Campana caminando por la calle. Cuando le preguntaron por qué había salido de su casa contestó: “Salí a dar una vuelta porque me peleé con mi novia”. Quedó imputado por violar el aislamiento.
En Baradero dos chicas estaban tomando mate en una plaza cuando la policía les preguntó por qué habían violado el aislamiento. “Pero acá estamos aisladas, no hay nadie”, contestó una de ellas. El argumento no convenció y se tuvieron que ir a sus casas.
En barrio porteño de Caballito a un hombre le pasó algo parecido. Caminaba por la calle cuando la policía lo detuvo y le preguntó si tenía un permiso para circular. Respondió que no y que salió a caminar unas 40 cuadras porque en su casa estaba aburrido.
¿Qué pasa con las causas que se inician?
Los jueces y fiscales consultados por Infobae -que pidieron mantener sus nombres en reserva- coincidieron en señalar que durante la emergencia sanitaria la prioridad es la salud y después vendrá la causa penal. “Por eso lo que disponemos es que las personas vuelvan a sus casas bajo apercibimiento si vuelven a violar el aislamiento”, explicó un juez. Algunos deciden iniciar causas por todas las violaciones que constatan y otros analizan cada caso.
“Hay que tener sentido común. Si una persona en la ciudad te dice que salió a comprar fideos y está a 50 cuadras de su casa, te está mintiendo. Pero en zonas rurales el negocio más próximo puede estar a 15 kilómetros de su vivienda”, ejemplifica un fiscal del interior del país y cuya jurisdicción abarca el campo.
Un magistrado explicó que a la hora de resolver sus causas tendrá un criterio de clasificación. “No es lo mismo es que salió de la casa porque estaba aburrido o para ir a ver a la novia, más allá que en este contexto es una actitud reprochable, que el que estaba en cuarentena porque volvió del exterior”, explicó y dijo que los primeros casos serán tratados como una infracción y los segundos como una causa penal.
Uno de los puntos que llamó la atención es la resistencia de los demorados para aceptar las nuevas reglas. Y también que muestran más oposición a que les secuestren el auto o el celular a ser llevados a la comisaría.
Lo que sí este medio registró una constante: todos los funcionarios judiciales consultados recibieron denuncias por violación del aislamiento, en todo el país.