En medio de una pandemia como las que nos aqueja, provocada por un coronavirus para el que aún no se encuentra antídoto, el análisis de lo que el hombre le ha hecho al planeta parece inevitable. Y, en ese análisis, también aparece el uso del agua segura. Hasta hoy la única forma de combatir la pandemia es el aislamiento y el lavado de manos. Una paradoja de este mundo globalizado que hace colas eternas para buscar alcohol en gel.
El agua dulce es ese recurso natural que pocas veces valoramos, especialmente en las regiones en donde no prevemos su escasez. Como señalan los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) en sus reportes, el agua, como principal elemento presente en la superficie de la Tierra, “está relacionada con todos los componentes del sistema climático que se están viendo alterados por la acción humana”, como la atmósfera, hidrosfera o biosfera.
Por ejemplo, durante los últimos años, la crisis climática está provocando que muchas de las reservas de hielo desaparezcan e incrementen el nivel de agua de los océanos, poniendo en peligro a más del 40 % de la población mundial que vive en las costas.
“El mapa global de COVID-19 muestra que se está extendiendo lentamente a los países del sur global. Sabemos que estos países carecen de acceso a agua, saneamiento e higiene (WaSH, por sus siglas en inglés) y cuentan con infraestructuras sanitarias inadecuadas para hacer frente a la crisis. Sin embargo, para detener la propagación del virus, se ha puesto mucho énfasis en los aspectos sanitarios e higiénicos. Alrededor del mundo, unos 3.000 millones de personas carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos y estas personas corren un mayor riesgo. Después de COVID-19 debemos pensar en acelerar nuestros esfuerzos para proporcionar acceso universal al agua y saneamiento para todos en el mundo”, explicó a la prensa mundial Anjal Prakash, autor principal coordinador del informe especial del IPCC sobre los océanos y la criosfera y autor principal del IPCC.
En la Argentina 300.000 hogares no tienen baño, ni letrina, ni pozo. De los 3.600.000 habitantes que tienen necesidades básicas insatisfechas, casi la mitad debe obtener el agua que necesita para vivir de una canilla comunitaria y le demanda entre 4 y 6 horas por día abastecer su hogar. Estos son algunos datos que obtuvieron expertos de organismos públicos, universidades, ONGs y empresas que elaboraron la Plataforma del Agua, una herramienta virtual en la que se muestra provincia por provincia el estado del saneamiento.
En ese contexto Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) promueve una serie de acciones destinadas al uso racional y la concientización acerca del cuidado del agua, con motivo de la fecha instituida por la ONU que se celebra todos los 22 de marzo de cada año.
Malena Galmarini, presidenta de la compañía, destacó la importancia de garantizar el acceso al agua segura: “Tenemos la enorme responsabilidad de brindar un servicio que es esencial para mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas. El acceso al agua de calidad es fundamental para garantizar una buena salud y para que los nutrientes se absorban de forma correcta en el organismo. Por eso decimos que el agua ‘es el primer alimento’ y resulta tan necesario concientizar acerca de su cuidado”.
Debido a la estrecha relación entre el agua potable y la salud pública, la empresa también llama a reforzar el lavado de manos. Según alerta la Organización Mundial de la Salud, lavarse las manos con jabón y agua segura es uno de los medios más eficaces para prevenir enfermedades.
¿Cuándo lavarse las manos? En momentos críticos del día:
• Antes de comer o cocinar.
• Después de ir al baño.
• Después de manipular alimentos crudos o basura.
• Luego de tocar mascotas, dinero, pasamanos, picaportes, etc.
• Al volver de la calle.
AySA recordó también que, como medida de prevención ante el COVID-19, utilicen canales telefónicos y digitales para trámites
El agua como recurso, el calentamiento global y el estrés hídrico
Pero el problema frente al recurso del agua no sólo tiene que ver con el saneamiento. El calentamiento global y realidades geográficas generan estrés hídrico. Según organismos internacionales, el año pasado, 17 países de todo el mundo se enfrentan a un estrés hídrico extremadamente elevado: 12 de esos países se encuentran en el Oriente Medio y África, y representan una cuarta parte de la población mundial. La India ocupa el 13º lugar, pero tiene tres veces más población que los demás países con estrés hídrico extremo.
El 80% de la población mundial ya está experimentando cierto nivel de escasez de agua, lo que la hace extremadamente vulnerable a COVID-19, ya que tendrá dificultades para practicar las medidas de seguridad básicas. Algunas cifras de la Organización Mundial de la Salud lo demuestran:
Alrededor de 3.000 millones de personas carecen de acceso a instalaciones básicas para lavarse las manos y 2.200 y 4.200 millones de personas en todo el mundo no han podido acceder a sus servicios de agua y saneamiento.
Unas 785 millones de personas carecen de acceso incluso a los servicios básicos de agua potable y 2 millones de personas beben agua contaminada por las heces.
Para 2025, aproximadamente la mitad de la población mundial vivirá en zonas con estrés hídrico. Mientras que la demanda mundial de agua está aumentando a un ritmo de alrededor del 1% anual desde el decenio de 1980, aumentando entre el 20 y el 30% por encima del nivel actual de utilización del agua para 2050.